El mundo de las imágenes [Oneshot]

24 de diciembre, día de visitas en un asilo casi tan viejo como sus huéspedes. Casi todos los ancianos se reunían con sus familias aquel día, pero para bien o para mal, siempre hay un ''casi''. Esto llamó la atención de John, que vio a un hombre sentado de espaldas mirando hacia la ventana con la única compañía de un perro. Se extrañó en primer lugar porque nadie había ido a visitarle, y en segundo por la presencia del animal. Sintió lástima por el hombre y se acercó un poco. En ese instante, el perro comenzó a ladear sutilmente la cola, de forma casi imperceptible, pero fue suficiente. El anciano se levantó torpemente del sitio y dirigió la mirada a ninguna parte. John se dio cuenta de que era ciego.

-Perdone, no quería molestarle... Pero me llamó la atención que estuviese usted aquí, solo.
-Gracias, joven... ¿Te apetece sentarte?
-No se moleste, no es necesario.
-Pensarás que este pobre ciego desgraciado ya tiene bastante con lo que tiene, ¿no?

El silencio habló por sí mismo, John dibujó una sonrisa compasiva. El anciano movió la cabeza de lado a lado en un leve gesto de negación.

-Hay más gente aquí, ¿por qué te has acercado hasta mí?
-Simple curiosidad, le aseguro que no sabía que era usted...
-Ciego, ¿verdad?
-Eso mismo...
-¿Y cambiaría algo el hecho de que no lo fuese?
-Bueno, usted podría verme ahora mismo...
-Vivís en un mundo de imágenes.
-¿Cómo dice?
-Lo que has oído, joven, el resto de vosotros vivís en un mundo de imágenes.
-No le entiendo.
-Veamos, debes ser joven, unos treinta y tantos años, con los rasgos marcados, especialmente la nuez, por el tono de voz grave. Además, llevas unas zapatillas deportivas de suela plana, ya que por aquí cualquier tipo de zapato que no sea ese hace un ruido enorme, y tú te has acercado de forma bastante silenciosa... Si quieres más datos, necesitaré mi tacto, ¿pero qué te parece?
-¿Cómo lo ha hecho?
-Olvidándome de la imagen. O más bien, asumiendo que es prescindible. Sin embargo ahí estás, ¿no?

Se hizo un breve silencio. John no sabía cómo reaccionar.

-Ser ciego no me ha impedido vivir, con pequeñas dificultades añadidas, pero lo que tu ves con los ojos yo lo siento con el resto de mis sentidos, mi mundo es tan extenso como pueda serlo el tuyo. Y esto no solo se aplica a lo físico...
-¿Quiere decir... que también se aplica a las personas? -dijo dudando que su intento de predicción fuese acertado.
-Eso es. ¿Te has enamorado alguna vez?
-Sí, claro.
-¿Y de qué te has enamorado, de la persona o del cuerpo?
-Ha habido de todo, pero sí, ha habido relaciones más sentimentales.
-Entonces entenderás -comenzó a decir el anciano-, que la imagen es solo parte de la realidad, que a veces lo más bello es algo que no puede captar la vista, sino el espíritu. Y para eso, mi joven amigo, no hacen falta ojos.

John, asombrado, felicitó las navidades al hombre y se marchó, dubitativo. Mientras tanto, el anciano seguía mirando por la ventana, a su propia manera.