"Tan solo una última vez" - Diego + Mía.
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Ema Skye
Emma Skye
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"Tan solo una última vez" - Diego + Mía.
Aquel día Mía Fey perdió su primer juicio al
lado de su mentor Diego Armando, ambos quedaron impresionados al ver
como aquel juicio terminaba sin un veredicto de justicia. Mía salió del
juicio decepcionada, humillada, casi sin poder decir una palabra ante la
Ley. -¿Te encuentras bien, Gatita?- apoyó Diego una de sus manos en el
hombro de Mía. –D-Diego… Pensé que podría… P-Pero no he sido capaz.-
cabizbaja Mía suspiró. Diego Armando la miró de reojo y quiso dejarla un
momento a solas consigo misma, sabía de sobra Diego Armando que tendría
más tiempo con ella después en la cena que había organizado hace días.
Mía alzó la mirada y miró de pronto a Diego Armando, éste puso su mano
en la barbilla de Mía Fey y mirándola a los ojos le dijo: -Dame uno de
tus deliciosos besos, gatita.- Mía encogió hombros. –Tan solo una última
vez.- ésta se inclinó hacia Diego Armando pero paró justo rozar sus
labios y así susurró ella: -Aun tenemos tiempo, adicto del café.- dio
media vuelta y con soltura se marchó. Había dejado una estela de
sonrisas y esperanzas en Diego, dejó una brisa olor a flor del cerezo
que siempre ha dejado. Mía junto con su belleza dejo alelado a todo
aquel que se interponía en su camino, sus ojos negros hipnotizaban la
más pura alma y su tez pálida hacia de ella un fantasma que dejaba la
esperanza de volverla a ver una noche de sinceridad y amor.
Diego
Armando se limitó a ver como Mía se alejaba de aquel juzgado sin un
veredicto, sin una derrota o victoria, sin un inocente o un culpable.
Diego Armando apretó fuerte su puño y cerro los ojos derramando unas
pequeñas lágrimas viendo el sentimiento de Mía Fey. Éste miró de pronto a
la puerta de la sala de Acusados, vio como Dahlia Hawthorne salía con
su rostro de inocente, su aura era realmente tan sucia como su propio
corazón, pero… ¿Quién observaría eso de una joven bella que apenas
aparenta el nombre de culpable? Diego Armando se acercó a Dahlia de un
momento: -¡Sé que fuiste tú!- miró fijamente enrabietado a Dahlia. Ella
puso su mejor cara para que nadie pensara que había algún problema:
-¿Yo? Pero… pero… ¿Qué he hecho yo?- miro de pronto a Diego con ojos
llenos de recelo. Diego Armando se apartó unos centímetros de ella con
el miedo invadido en sus venas. –Nos vemos en la cafetería de este
juzgado dentro de veinte minutos, si te es posible.- dijo ella
sonriente, se alejo hacia la cafetería despacio percatándose de cómo
actuaría Diego Armando. Él creyó ver por un momento que Dahlia había
movido su collar un tanto extraño pero supondría que sería alguna
tontería; Por supuesto él no iba a dejar su cita con Mía Fey pues era lo
que más anhelaba de antemano y ninguna asesina inocente le haría
cambiar su decisión. Diego Armando aquella noche se arregló bastante
pues quería impresionar a Mía, su piel morena realzaba unos destellos de
su bronceado, sus ojos castaños demostraban la sinceridad como la
tierra al dar sus frutos. Sus mejillas encantadoras hacían que su toque
fuera más encantador.
Él pasó a buscarla con un paraguas en la
mano como de costumbres pues en aquella ciudad parecía no parar de
llover ni aunque fuese verano. Mía apareció con un traje asiático a
juego con un abanico sencillo pero hacia resaltar su conjunto, -Estas
preciosa gatita.- aludió Diego a Mía. Éste le tomó de la mano y paseando
llegaron a su restaurante de hace más de una semana de reserva. –Diego
quería darte las gracias de antemano por traerme a un lugar tan
maravilloso.- no pudo resistir las ganas de mirarle con ojos brillantes y
una gran sonrisa. Diego no esperó a responderle con un cálido abrazo
seguido de un susurro al oído de Mía; Ambos apresuraron para entrar en
el restaurante y tomar asiento, cada uno tenía hambre así que no querían
que el monstruo de sus estómagos los invadiera. Era un restaurante muy
lujoso, con colores cálidos y sin faltar un toque dorado, lámparas con
cristales que hacían brillar la más hermosa joya de la sala –una mujer
muy hermosa- hasta el mínimo anillo. En el ambiente olía a jugosos
manjares que pronto serán probados por conocidos críticos de revistas de
cocina, y la decoración era de lo más extravagante. Sonaba de fondo un
hermoso vals que acompañaba la ricura y sabiduría del baile; Ambos
escogieron mismos platos y tras el rotundo silencio Mía decidió comenzar
ha hablar: -La verdad estoy asombrada por este sitio, Diego.- miraba de
un lado a otro, hacia arriba y hacia abajo. –Ya sabes que te lo
merecías Gatita. Por cierto…- tras estas palabras hizo que la atención
de Mía hacia el restaurante desapareciera por completo. –Tras marcharte
me encontré con Dahlia Hawthorne, me dijo que fuera con ella a la
cafetería.- Mía imploró en los ojos de Diego una enorme confusión que
crecía más y más. -¿Y fuiste?- se limitó a no presionarle de pronto. –No
por supuesto, Gatita. Sé que ella es culpable y no iré tras los pies de
una asesina.- Diego bajó la cabeza dejando a Mía con muchas dudas y
preguntas; Diego miró de repente a Mía y la tomo de la mano haciéndola
levantar de su asiento, le dedicó una gran sonrisa a Mía: -¿Quieres
bailar Gatita?- la abrazó acorralándola entre la multitud, ella aceptó
encantada y comenzaron a bailar. –Gatita, q-quería d-decirte algo…-
hablaba en voz baja con la esperanza de que Mía Fey le escuchara. -¿Qué
quieres decirme Diego Armando?- éste se ruborizó y puso una de sus manos
en uno de los bolsillos de la chaqueta. –Pues que…- de pronto sonó el
móvil de Mía y ella contestó rápidamente para saber quien era.
-Era
mi hermana Maya, dice que se encuentra mal.- guardó el móvil en su
bolso y seguido de eso miro a Diego: -Gracias por esta noche tan
especial Diego, me alegro bastante.- se despidió con un beso en la
mejilla y se marchó. –Bueno, otra vez será.- murmuró Diego sacando una
cajita pequeña de color azul oscuro que contenía un anillo de oro
blanco, lo contempló durante unos minutos y lo volvió a guardar. –Sí,
otra vez será…- Se levantó, cogió su paraguas y se marchó de regreso a
su hogar. Una vez en casa Diego Armando revisó algunos datos de los
acusados del juicio de hoy, miró los datos de Dahlia Hawthorne y cogió
el teléfono de ella. Escribió un mensaje en su móvil escribiendo:
<>
Envió el mensaje cual supuso que le llegó, una vez hecho todo guardó los
datos y se fue a acostar. A la mañana siguiente Diego había citado a
Dahlia en la cafetería según lo previsto sobre las doce y cuarto de la
mañana, y así fue, ella estaba allí presente junto a su aura de maleza,
de traición, dolor… Él se sentó frente a ella así para poder mirarla
bien a los ojos: -¿Cómo pudo irrumpir los bellos sueños de una dama como
yo a esas horas de la madrugada?- preguntó a Diego, éste pidió su
primera taza de café y ella un Té Rojo. –No lo sé, pensé que una asesina
como tu no le importaba a que hora matar.- rió pícaramente. -¿No se da
cuenta que aun no ha podido aceptar su propia derrota, Señor Armando?-
al momento ambos se pusieron a la defensiva para saber “la verdad”.
–Dígame Señorita Hawthorne ¿cómo se declararía ante el jurado?- miró y
contempló los ojos de Dahlia, ella enseguida respondió sin pensarlo dos
veces: -Inocente, por supuesto.- ella sonrió e hizo un gesto de dulzura.
Diego Armando se levantó en dirección a la barra para pagar, la
conciencia de Dahlia de pronto fue la más malévola de allí pues
introdujo en el resto del café aquinina que contenía un pequeño frasco
que disimulaba como colgante de su collar. A la vuelta Diego se tomo su
café pero sabía que no tenía el mismo sabor… Abrió los ojos como plato y
lanzó la taza al suelo. -¿Crees que es bonito dejarle plantón a una
dama tras pedir amablemente unos minutos para hablar? ¿Acaso es justo
que me amenaces constantemente de ser culpable? ¿No ves que mi suerte me
sonríe?-ella rió de forma malvada y salió de la cafetería con paso
ligero, pero tropezó con un joven bastante torpe: -Discúlpeme, pero no
puedo evitar el verle y contemplar que su amor no puede ser mío.- ésta
cogió su collar y se lo puso a este chico: -Considéralo una promesa de
nuestro amor, ¿vendrás mañana aquí de nuevo, no?- él chico asintió con
la cabeza alelado de la belleza de Dahlia, pero Diego con sus ojos
entrecerrados vio el rostro del muchacho y finalmente cerró sus ojos.
Mía
aquella tarde estaba aun en su casa cuidando de su hermana Maya, pero
de pronto recibió una llamada urgente de la clínica. –Que extraño, pero
si apenas he pedido una cita con el médico de Maya.- pero tras contestar
al teléfono Mía comenzó a derramar pequeñas lágrimas, así que fue
corriendo a la clínica una vez allí buscó la habitación de Diego
Armando. Halló la habitación pero mucho antes de verle el médico vio a
Mía Fey y le comentó el caso de Diego. –Señorita Fey, ¿no es así?- miró
el médico la lista de familiares o conocidos. –Sí así es.- Mía parecía
ahogada de una gran caminata. –Primero deberíamos sentarnos.- ambos se
sentaron y así comenzó el médico: -Vera al parecer el Señor Armando ha
tomado una dosis de aquinina, este componente es venenoso y letal. Al
parecer a los quince minutos de digerir ese líquido cae ante la muerte,
por suerte o desgracia aun sigue en coma pero no se prevé que pueda
seguir con vida; Lo lamento mucho Señorita Fey.- El médico se limitó a
seguir con otros pacientes, pero Mía… Mía Fey estaba cabizbaja
derramando lágrimas interminables, junto a su voz había un nudo de
tristeza. Su alma estaba derrotada y su corazón muerto, su respiración
ya no era igual si no respiraba junto a la de Diego Armando. Estaba
inmóvil pero se armo de fuerza y valor y entró a la habitación de Diego
Armando, ella se sentó en una silla que se encontraba al lado de la
camilla. Observaba como el bello rostro del joven Diego aun seguía puro,
cerró los ojos y así habló:
-Sabes Diego, creí que algún día yo
sola podría seguir con los juicios sin tenerte a mi lado, pero me
equivoqué, te necesitaba más que a nada. Cuando te conocí tenia miedo,
me imponías valentía y fuerza, sabiduría y responsabilidad; Pero con el
tiempo te cogí cariño y me demostraste que eras alguien tranquilo y que
también cometías errores… Pero aprendías de esas caídas y yo admiraba tu
esfuerzo por ayudar a esta patosa que no conocía nada en absoluto. Pero
luego me di cuenta de algo, cuando todos se metían conmigo tú y nadie
más que tú me protegía de las ofensas a pesar de tantas ofensas que te
dije yo a ti.
Me ayudaste a cualquier duda que se interponía en mi cabeza mientras yo
te dejaba solo ante la duda de otros casos. Tú… me invitabas siempre ha
salir sin recibir nada a cambio pero una vez más te fallé y te daba
plantones en momentos importantes… - Mía comenzó a llorar más de lo que
lloraba hace unos minutos, y la voz ya casi ni le salía. Mía se levantó y
se acercó al rostro de Diego mientras una de sus frías manos acariciaba
una de sus mejillas: -ahora Diego, tan solo una última vez, perdóname
por todo el daño que te he cometido...- éste acerco sus finos y
delicados labios a los de Diego susurrando sus últimas palabras: -…y
espero que tu también me ames como yo a ti.- por un instante besó a
Diego sintiendo como su alma renacía de una chispa de calor, como si
hubiese necesitado ese beso para poder explicar todo en un momento.
Lentamente
separó los labios y abrió los ojos, la cara de Diego seguía igual de
bella y encantadora. Mía pasó por el mostrador de la planta donde estaba
Diego y recogió las cosas de Diego, más tarde se reunió con su jefe
Grossberg en el bufete para comentar lo sucedido. Mía se sentó en una
silla y mientras explicaba a Grossberg ella dedicó su tiempo a observar
las cosas de Diego así como encontrándose una pequeña cajita azul
oscuro. La abrió y contempló el anillo que había en su interior, de
pronto guardó silencio y Grossberg vio como Mía veía aquel tesoro que
guardaba día tras día Diego Armando en el bolsillo de su chaleco. –Era
un regalo que te quería hacer hace poco, quería buscar un momento exacto
para enseñártelo. Pero veo que… no pudo ser.- finalizó Grossberg
mientras miraba tras la ventana. Mía no pudo resistir el derramar una
pequeña lágrima, dejó la cajita abierta encima de la mesa mientras
miraba los mensajes de Diego en su móvil, cambio su cara por unos
segundos mientras leía un mensaje que decía: “Te veo mañana en la
cafetería del Juzgado a la hora que nos vimos hoy y te quiero ver allí
Dahlia Hawthorne” Mía observó que la fecha era de ese mismo día hacia la
madrugada.
Mía aquella tarde no era la misma, era otra mujer. Alguien que surgió de
la nada le arrebató su orgullo y sabiduría, le arrebató lo que más
amaba en su vida pero Mía no iba a dejar que se saliera con la suya. Esa
tarde Mía Fey frunció el ceño y juró venganza sobre: “Dahlia
Hawthorne”.
lado de su mentor Diego Armando, ambos quedaron impresionados al ver
como aquel juicio terminaba sin un veredicto de justicia. Mía salió del
juicio decepcionada, humillada, casi sin poder decir una palabra ante la
Ley. -¿Te encuentras bien, Gatita?- apoyó Diego una de sus manos en el
hombro de Mía. –D-Diego… Pensé que podría… P-Pero no he sido capaz.-
cabizbaja Mía suspiró. Diego Armando la miró de reojo y quiso dejarla un
momento a solas consigo misma, sabía de sobra Diego Armando que tendría
más tiempo con ella después en la cena que había organizado hace días.
Mía alzó la mirada y miró de pronto a Diego Armando, éste puso su mano
en la barbilla de Mía Fey y mirándola a los ojos le dijo: -Dame uno de
tus deliciosos besos, gatita.- Mía encogió hombros. –Tan solo una última
vez.- ésta se inclinó hacia Diego Armando pero paró justo rozar sus
labios y así susurró ella: -Aun tenemos tiempo, adicto del café.- dio
media vuelta y con soltura se marchó. Había dejado una estela de
sonrisas y esperanzas en Diego, dejó una brisa olor a flor del cerezo
que siempre ha dejado. Mía junto con su belleza dejo alelado a todo
aquel que se interponía en su camino, sus ojos negros hipnotizaban la
más pura alma y su tez pálida hacia de ella un fantasma que dejaba la
esperanza de volverla a ver una noche de sinceridad y amor.
Diego
Armando se limitó a ver como Mía se alejaba de aquel juzgado sin un
veredicto, sin una derrota o victoria, sin un inocente o un culpable.
Diego Armando apretó fuerte su puño y cerro los ojos derramando unas
pequeñas lágrimas viendo el sentimiento de Mía Fey. Éste miró de pronto a
la puerta de la sala de Acusados, vio como Dahlia Hawthorne salía con
su rostro de inocente, su aura era realmente tan sucia como su propio
corazón, pero… ¿Quién observaría eso de una joven bella que apenas
aparenta el nombre de culpable? Diego Armando se acercó a Dahlia de un
momento: -¡Sé que fuiste tú!- miró fijamente enrabietado a Dahlia. Ella
puso su mejor cara para que nadie pensara que había algún problema:
-¿Yo? Pero… pero… ¿Qué he hecho yo?- miro de pronto a Diego con ojos
llenos de recelo. Diego Armando se apartó unos centímetros de ella con
el miedo invadido en sus venas. –Nos vemos en la cafetería de este
juzgado dentro de veinte minutos, si te es posible.- dijo ella
sonriente, se alejo hacia la cafetería despacio percatándose de cómo
actuaría Diego Armando. Él creyó ver por un momento que Dahlia había
movido su collar un tanto extraño pero supondría que sería alguna
tontería; Por supuesto él no iba a dejar su cita con Mía Fey pues era lo
que más anhelaba de antemano y ninguna asesina inocente le haría
cambiar su decisión. Diego Armando aquella noche se arregló bastante
pues quería impresionar a Mía, su piel morena realzaba unos destellos de
su bronceado, sus ojos castaños demostraban la sinceridad como la
tierra al dar sus frutos. Sus mejillas encantadoras hacían que su toque
fuera más encantador.
Él pasó a buscarla con un paraguas en la
mano como de costumbres pues en aquella ciudad parecía no parar de
llover ni aunque fuese verano. Mía apareció con un traje asiático a
juego con un abanico sencillo pero hacia resaltar su conjunto, -Estas
preciosa gatita.- aludió Diego a Mía. Éste le tomó de la mano y paseando
llegaron a su restaurante de hace más de una semana de reserva. –Diego
quería darte las gracias de antemano por traerme a un lugar tan
maravilloso.- no pudo resistir las ganas de mirarle con ojos brillantes y
una gran sonrisa. Diego no esperó a responderle con un cálido abrazo
seguido de un susurro al oído de Mía; Ambos apresuraron para entrar en
el restaurante y tomar asiento, cada uno tenía hambre así que no querían
que el monstruo de sus estómagos los invadiera. Era un restaurante muy
lujoso, con colores cálidos y sin faltar un toque dorado, lámparas con
cristales que hacían brillar la más hermosa joya de la sala –una mujer
muy hermosa- hasta el mínimo anillo. En el ambiente olía a jugosos
manjares que pronto serán probados por conocidos críticos de revistas de
cocina, y la decoración era de lo más extravagante. Sonaba de fondo un
hermoso vals que acompañaba la ricura y sabiduría del baile; Ambos
escogieron mismos platos y tras el rotundo silencio Mía decidió comenzar
ha hablar: -La verdad estoy asombrada por este sitio, Diego.- miraba de
un lado a otro, hacia arriba y hacia abajo. –Ya sabes que te lo
merecías Gatita. Por cierto…- tras estas palabras hizo que la atención
de Mía hacia el restaurante desapareciera por completo. –Tras marcharte
me encontré con Dahlia Hawthorne, me dijo que fuera con ella a la
cafetería.- Mía imploró en los ojos de Diego una enorme confusión que
crecía más y más. -¿Y fuiste?- se limitó a no presionarle de pronto. –No
por supuesto, Gatita. Sé que ella es culpable y no iré tras los pies de
una asesina.- Diego bajó la cabeza dejando a Mía con muchas dudas y
preguntas; Diego miró de repente a Mía y la tomo de la mano haciéndola
levantar de su asiento, le dedicó una gran sonrisa a Mía: -¿Quieres
bailar Gatita?- la abrazó acorralándola entre la multitud, ella aceptó
encantada y comenzaron a bailar. –Gatita, q-quería d-decirte algo…-
hablaba en voz baja con la esperanza de que Mía Fey le escuchara. -¿Qué
quieres decirme Diego Armando?- éste se ruborizó y puso una de sus manos
en uno de los bolsillos de la chaqueta. –Pues que…- de pronto sonó el
móvil de Mía y ella contestó rápidamente para saber quien era.
-Era
mi hermana Maya, dice que se encuentra mal.- guardó el móvil en su
bolso y seguido de eso miro a Diego: -Gracias por esta noche tan
especial Diego, me alegro bastante.- se despidió con un beso en la
mejilla y se marchó. –Bueno, otra vez será.- murmuró Diego sacando una
cajita pequeña de color azul oscuro que contenía un anillo de oro
blanco, lo contempló durante unos minutos y lo volvió a guardar. –Sí,
otra vez será…- Se levantó, cogió su paraguas y se marchó de regreso a
su hogar. Una vez en casa Diego Armando revisó algunos datos de los
acusados del juicio de hoy, miró los datos de Dahlia Hawthorne y cogió
el teléfono de ella. Escribió un mensaje en su móvil escribiendo:
<>
Envió el mensaje cual supuso que le llegó, una vez hecho todo guardó los
datos y se fue a acostar. A la mañana siguiente Diego había citado a
Dahlia en la cafetería según lo previsto sobre las doce y cuarto de la
mañana, y así fue, ella estaba allí presente junto a su aura de maleza,
de traición, dolor… Él se sentó frente a ella así para poder mirarla
bien a los ojos: -¿Cómo pudo irrumpir los bellos sueños de una dama como
yo a esas horas de la madrugada?- preguntó a Diego, éste pidió su
primera taza de café y ella un Té Rojo. –No lo sé, pensé que una asesina
como tu no le importaba a que hora matar.- rió pícaramente. -¿No se da
cuenta que aun no ha podido aceptar su propia derrota, Señor Armando?-
al momento ambos se pusieron a la defensiva para saber “la verdad”.
–Dígame Señorita Hawthorne ¿cómo se declararía ante el jurado?- miró y
contempló los ojos de Dahlia, ella enseguida respondió sin pensarlo dos
veces: -Inocente, por supuesto.- ella sonrió e hizo un gesto de dulzura.
Diego Armando se levantó en dirección a la barra para pagar, la
conciencia de Dahlia de pronto fue la más malévola de allí pues
introdujo en el resto del café aquinina que contenía un pequeño frasco
que disimulaba como colgante de su collar. A la vuelta Diego se tomo su
café pero sabía que no tenía el mismo sabor… Abrió los ojos como plato y
lanzó la taza al suelo. -¿Crees que es bonito dejarle plantón a una
dama tras pedir amablemente unos minutos para hablar? ¿Acaso es justo
que me amenaces constantemente de ser culpable? ¿No ves que mi suerte me
sonríe?-ella rió de forma malvada y salió de la cafetería con paso
ligero, pero tropezó con un joven bastante torpe: -Discúlpeme, pero no
puedo evitar el verle y contemplar que su amor no puede ser mío.- ésta
cogió su collar y se lo puso a este chico: -Considéralo una promesa de
nuestro amor, ¿vendrás mañana aquí de nuevo, no?- él chico asintió con
la cabeza alelado de la belleza de Dahlia, pero Diego con sus ojos
entrecerrados vio el rostro del muchacho y finalmente cerró sus ojos.
Mía
aquella tarde estaba aun en su casa cuidando de su hermana Maya, pero
de pronto recibió una llamada urgente de la clínica. –Que extraño, pero
si apenas he pedido una cita con el médico de Maya.- pero tras contestar
al teléfono Mía comenzó a derramar pequeñas lágrimas, así que fue
corriendo a la clínica una vez allí buscó la habitación de Diego
Armando. Halló la habitación pero mucho antes de verle el médico vio a
Mía Fey y le comentó el caso de Diego. –Señorita Fey, ¿no es así?- miró
el médico la lista de familiares o conocidos. –Sí así es.- Mía parecía
ahogada de una gran caminata. –Primero deberíamos sentarnos.- ambos se
sentaron y así comenzó el médico: -Vera al parecer el Señor Armando ha
tomado una dosis de aquinina, este componente es venenoso y letal. Al
parecer a los quince minutos de digerir ese líquido cae ante la muerte,
por suerte o desgracia aun sigue en coma pero no se prevé que pueda
seguir con vida; Lo lamento mucho Señorita Fey.- El médico se limitó a
seguir con otros pacientes, pero Mía… Mía Fey estaba cabizbaja
derramando lágrimas interminables, junto a su voz había un nudo de
tristeza. Su alma estaba derrotada y su corazón muerto, su respiración
ya no era igual si no respiraba junto a la de Diego Armando. Estaba
inmóvil pero se armo de fuerza y valor y entró a la habitación de Diego
Armando, ella se sentó en una silla que se encontraba al lado de la
camilla. Observaba como el bello rostro del joven Diego aun seguía puro,
cerró los ojos y así habló:
-Sabes Diego, creí que algún día yo
sola podría seguir con los juicios sin tenerte a mi lado, pero me
equivoqué, te necesitaba más que a nada. Cuando te conocí tenia miedo,
me imponías valentía y fuerza, sabiduría y responsabilidad; Pero con el
tiempo te cogí cariño y me demostraste que eras alguien tranquilo y que
también cometías errores… Pero aprendías de esas caídas y yo admiraba tu
esfuerzo por ayudar a esta patosa que no conocía nada en absoluto. Pero
luego me di cuenta de algo, cuando todos se metían conmigo tú y nadie
más que tú me protegía de las ofensas a pesar de tantas ofensas que te
dije yo a ti.
Me ayudaste a cualquier duda que se interponía en mi cabeza mientras yo
te dejaba solo ante la duda de otros casos. Tú… me invitabas siempre ha
salir sin recibir nada a cambio pero una vez más te fallé y te daba
plantones en momentos importantes… - Mía comenzó a llorar más de lo que
lloraba hace unos minutos, y la voz ya casi ni le salía. Mía se levantó y
se acercó al rostro de Diego mientras una de sus frías manos acariciaba
una de sus mejillas: -ahora Diego, tan solo una última vez, perdóname
por todo el daño que te he cometido...- éste acerco sus finos y
delicados labios a los de Diego susurrando sus últimas palabras: -…y
espero que tu también me ames como yo a ti.- por un instante besó a
Diego sintiendo como su alma renacía de una chispa de calor, como si
hubiese necesitado ese beso para poder explicar todo en un momento.
Lentamente
separó los labios y abrió los ojos, la cara de Diego seguía igual de
bella y encantadora. Mía pasó por el mostrador de la planta donde estaba
Diego y recogió las cosas de Diego, más tarde se reunió con su jefe
Grossberg en el bufete para comentar lo sucedido. Mía se sentó en una
silla y mientras explicaba a Grossberg ella dedicó su tiempo a observar
las cosas de Diego así como encontrándose una pequeña cajita azul
oscuro. La abrió y contempló el anillo que había en su interior, de
pronto guardó silencio y Grossberg vio como Mía veía aquel tesoro que
guardaba día tras día Diego Armando en el bolsillo de su chaleco. –Era
un regalo que te quería hacer hace poco, quería buscar un momento exacto
para enseñártelo. Pero veo que… no pudo ser.- finalizó Grossberg
mientras miraba tras la ventana. Mía no pudo resistir el derramar una
pequeña lágrima, dejó la cajita abierta encima de la mesa mientras
miraba los mensajes de Diego en su móvil, cambio su cara por unos
segundos mientras leía un mensaje que decía: “Te veo mañana en la
cafetería del Juzgado a la hora que nos vimos hoy y te quiero ver allí
Dahlia Hawthorne” Mía observó que la fecha era de ese mismo día hacia la
madrugada.
Mía aquella tarde no era la misma, era otra mujer. Alguien que surgió de
la nada le arrebató su orgullo y sabiduría, le arrebató lo que más
amaba en su vida pero Mía no iba a dejar que se saliera con la suya. Esa
tarde Mía Fey frunció el ceño y juró venganza sobre: “Dahlia
Hawthorne”.
Emma Skye- Fiscal en Prácticas
Re: "Tan solo una última vez" - Diego + Mía.
Lo prometido es deuda Emma xD , no podía irme de viaje sin leerlo :D
Qué decir, me parece que escribes genial tu estilo me gusta :) a demás las descripciones estás muy bien hechas^^ !! y la historia es triste , pero bonita ^^ ANIMOO y sigue escribiendo más caps de este fic o escribe uno de quien tu y yo sabemos con quien tu y yo sabemos xDD
Sigue así Emma
saluds¡
Qué decir, me parece que escribes genial tu estilo me gusta :) a demás las descripciones estás muy bien hechas^^ !! y la historia es triste , pero bonita ^^ ANIMOO y sigue escribiendo más caps de este fic o escribe uno de quien tu y yo sabemos con quien tu y yo sabemos xDD
Sigue así Emma
saluds¡
Ema Skye- Maestra Kurain (Administradora Clan Kurain)
Re: "Tan solo una última vez" - Diego + Mía.
Emma el fic es buenisimo, me ha encantado de verdad, esta genila, aunque lo de Diego es muy triste.... T_T
Phoenix Wright- Pesadilla del Juzgado (Administrador Clan Abogados)
Re: "Tan solo una última vez" - Diego + Mía.
¡Ey, no me esperaba verte escribir! Nada mal el fragmento, aunque eso si, tengo que recomendarte una cosilla: cuando vayas a escribir un diálogo, sepáralo, ya que puede liar un poco quien dice una cosa y otra.
Y bueno, me gusta, mejorable pero chachi XD. Imagino que Mia también odió a Dahlia cuando ocurrió lo de Diego, no me extraña que se "vengase" de esa manera. ¡Guay el fragmento!
Y bueno, me gusta, mejorable pero chachi XD. Imagino que Mia también odió a Dahlia cuando ocurrió lo de Diego, no me extraña que se "vengase" de esa manera. ¡Guay el fragmento!
Evans- Fiscal Sobresaliente (Moderador del clan de los fiscales)
Re: "Tan solo una última vez" - Diego + Mía.
Me encanta Emma, la historia es preciosa, escribes muy bien ^^.
Me sigue dando tanto coraje lo que le paso a Diego... T.T
Me sigue dando tanto coraje lo que le paso a Diego... T.T
Paula- Médium en prácticas (Clan Kurain)
Re: "Tan solo una última vez" - Diego + Mía.
Ema Skye escribió:Lo prometido es deuda Emma xD , no podía irme de viaje sin leerlo :D
Qué decir, me parece que escribes genial tu estilo me gusta :) a demás las descripciones estás muy bien hechas^^ !! y la historia es triste , pero bonita ^^ ANIMOO y sigue escribiendo más caps de este fic o escribe uno de quien tu y yo sabemos con quien tu y yo sabemos xDD
Sigue así Emma
saluds¡
OwO Claro Claro pero primero le prometi uno a mi pareja de IRIS (Que es un FANATICO de ella) xD Y luego... me motivare MUCHO MAS con tu ya sabes quien XD
Evans escribió:¡Ey, no me esperaba verte escribir! Nada mal el fragmento, aunque eso si, tengo que recomendarte una cosilla: cuando vayas a escribir un diálogo, sepáralo, ya que puede liar un poco quien dice una cosa y otra.
Y bueno, me gusta, mejorable pero chachi XD. Imagino que Mia también odió a Dahlia cuando ocurrió lo de Diego, no me extraña que se "vengase" de esa manera. ¡Guay el fragmento!
Sorry Evans es que lo habia hecho para el tuenti, me pillaron de noche, y sabes que con esto de las drogas, el alcohol se me olvido.. XD
Emma Skye- Fiscal en Prácticas
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