El Juego. Toma de contacto
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Tamy
Franchu1991
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El Juego. Toma de contacto
Ayer fue otra noche larga... Cada vez se me hace más pesado seguir en El Juego. Me despierto como si no hubiese dormido. Cuando como, siento hambre. Si bebo, mi sed no se calma. No soy capaz ni de entablar una conversación. Pero, aún así... No consigo dejarlo.
Ayer fue otra noche larga... Volviendo del entrenamiento, aún con el pelo húmedo, sonó la llamada. La acepté, y comenzó otra vez. El silencio, el frío, el dolor... Y luego, como la brisa en verano, llegó la libertad. La sensación de calidez... Y el ruido. Poco, al principio. Poca gente responde a la primera llamada. Pero conforme la noche avanza, hay más y más. Hasta que comienza a decrecer.
Ayer fue otra noche larga... Demasiadas tareas, y muy poco tiempo. Para aligerar un poco, decidí alzar el vuelo. En sólo cinco minutos había llegado a mi destino: La Torre. Hace una semana prometí que aquí se llevaría a cabo el intercambio, por la intimidad que ofrecía. Poca gente subía, ya que te conviertes en un blanco demasiado fácil... Salvo que sepas dónde esconderte. Por fortuna, yo lo sabía. Y por fortuna, no tuve que esperar demasiado. Mi contacto llegó puntual, y me dio el dinero. Creo que no echaré en falta mi pistola.
Lo siguiente era fácil: ir al parque, para un pequeño ajuste de cuentas. No sabía con quién me iba a enfrentar porque siempre aparecen enemigos inesperados, de modo que decidí ir andando. No estaba tan lejos desde La Torre. Cuando llegué, el ruido a mi alrededor era casi nulo. Mala señal: el ruido indica la presencia de otras personas. Posiblemente, mi compañero hubiese llegado antes de lo debido y ya no estuviera por allí... Al menos, para ayudarme. Me apoyé contra un árbol, aparentando normalidad. Veía las dos entradas al parque desde mi posición. Las entradas por tierra, quiero decir. Poca gente se desplaza andando, a pesar de los peligros que el cielo eternamente estrellado ofrece. Es una de las ventajas del Juego. La libertad de volar... Creo que es uno de los motivos por los que no puedo dejarlo. En estos pensamientos estaba yo cuando sentí una bala en mi brazo. Entró limpia, sin cortarme ningún tendón... Sin duda, el pistolero era un novato. Reprimiendo el dolor, me moví con rapidez e intenté localizar a mi enemigo. Mis enemigos, pude notar al instante. Eran tres, de los cuáles dos tenían las armas desenfundadas.
Tenía prisa, pero tampoco podía despacharlos todo lo rápido que quería. Los Blancos no podían tener noticia de mi presencia tan temprano. Me dificultaría la noche. Con un batir de alas levanté la arena que cubría el suelo, haciendo que los dos pistoleros dispararan al aire indiscriminadamente. Como si yo quisiera volar. De un salto tumbé al que estaba más a la izquierda, alertando al más corpulento... Al que todavía no había sacado su arma. No tardó mucho en hacerlo: un estoque plateado. Mientras el otro pistolero intentaba ver a sus cómplices, el espadachín se echó encima mía. Por poco no me dio tiempo a quitarle la pistola al inconsciente. Con una finta esquivé el ataque, y disparé. El estoque cayó al suelo. Escuché un disparo. Directo a mi mano derecha. Solté instintivamente la pistola, pero sin dejarla contactar con el suelo la recogí con la zurda. Dos balas, y el tercero estaba en el suelo, gritando de dolor.
- ¿Para esto me retáis? - Desafié - Me parece que habéis desperdiciado una Noche.
Me acerqué al que me había herido la mano. Bang. Una vida menos. Más puntos para mí. Al espadachín ni tan siquiera le miré. La bala encontró su corazón rápidamente. Otros tantos puntos. El primero, que se había incorporado y me miraba con asombro, ni tan siquiera se molestó en suplicar. Vio en mí la mayor indiferencia. Una lástima, parecía el más sensato de los tres. Casi me cuesta recordar cómo de su cabeza salió un hilo de sangre al resonar de su propia pistola... Que estaba en mis manos.
Ya tenía menos que hacer... Desplegué mis alas negras, y me eché a volar, a la luz de la luna menguante. Dejé caer la pistola mientras me alzaba, allí donde los cuerpos comenzaban a desaparecer. El ruido iba aumentando poco a poco, mientras me dirigía a mi próximo destino. No había tenido que gastar mucha energía en acabar con aquellos tres novatos. Porque claramente eran novatos. Nadie desafía a un Negro justo cuando empieza la noche. Presentí que el cielo iba a estar revuelto, así que desenfundé la espada. La hoja, negra. Como mis alas. El filo, rojo. Como mi brazo, envuelto en mi propia sangre. Y un agujero casi al nivel de la empuñadura. Esa es mi espada... Y éste soy yo: un Jugador más, en el bando de los Negros, de los Demonios, en un juego en el que se mata por diversión, por puntos. Pero sin matar. Por algo es... El Juego.
Ayer fue otra noche larga... Volviendo del entrenamiento, aún con el pelo húmedo, sonó la llamada. La acepté, y comenzó otra vez. El silencio, el frío, el dolor... Y luego, como la brisa en verano, llegó la libertad. La sensación de calidez... Y el ruido. Poco, al principio. Poca gente responde a la primera llamada. Pero conforme la noche avanza, hay más y más. Hasta que comienza a decrecer.
Ayer fue otra noche larga... Demasiadas tareas, y muy poco tiempo. Para aligerar un poco, decidí alzar el vuelo. En sólo cinco minutos había llegado a mi destino: La Torre. Hace una semana prometí que aquí se llevaría a cabo el intercambio, por la intimidad que ofrecía. Poca gente subía, ya que te conviertes en un blanco demasiado fácil... Salvo que sepas dónde esconderte. Por fortuna, yo lo sabía. Y por fortuna, no tuve que esperar demasiado. Mi contacto llegó puntual, y me dio el dinero. Creo que no echaré en falta mi pistola.
Lo siguiente era fácil: ir al parque, para un pequeño ajuste de cuentas. No sabía con quién me iba a enfrentar porque siempre aparecen enemigos inesperados, de modo que decidí ir andando. No estaba tan lejos desde La Torre. Cuando llegué, el ruido a mi alrededor era casi nulo. Mala señal: el ruido indica la presencia de otras personas. Posiblemente, mi compañero hubiese llegado antes de lo debido y ya no estuviera por allí... Al menos, para ayudarme. Me apoyé contra un árbol, aparentando normalidad. Veía las dos entradas al parque desde mi posición. Las entradas por tierra, quiero decir. Poca gente se desplaza andando, a pesar de los peligros que el cielo eternamente estrellado ofrece. Es una de las ventajas del Juego. La libertad de volar... Creo que es uno de los motivos por los que no puedo dejarlo. En estos pensamientos estaba yo cuando sentí una bala en mi brazo. Entró limpia, sin cortarme ningún tendón... Sin duda, el pistolero era un novato. Reprimiendo el dolor, me moví con rapidez e intenté localizar a mi enemigo. Mis enemigos, pude notar al instante. Eran tres, de los cuáles dos tenían las armas desenfundadas.
Tenía prisa, pero tampoco podía despacharlos todo lo rápido que quería. Los Blancos no podían tener noticia de mi presencia tan temprano. Me dificultaría la noche. Con un batir de alas levanté la arena que cubría el suelo, haciendo que los dos pistoleros dispararan al aire indiscriminadamente. Como si yo quisiera volar. De un salto tumbé al que estaba más a la izquierda, alertando al más corpulento... Al que todavía no había sacado su arma. No tardó mucho en hacerlo: un estoque plateado. Mientras el otro pistolero intentaba ver a sus cómplices, el espadachín se echó encima mía. Por poco no me dio tiempo a quitarle la pistola al inconsciente. Con una finta esquivé el ataque, y disparé. El estoque cayó al suelo. Escuché un disparo. Directo a mi mano derecha. Solté instintivamente la pistola, pero sin dejarla contactar con el suelo la recogí con la zurda. Dos balas, y el tercero estaba en el suelo, gritando de dolor.
- ¿Para esto me retáis? - Desafié - Me parece que habéis desperdiciado una Noche.
Me acerqué al que me había herido la mano. Bang. Una vida menos. Más puntos para mí. Al espadachín ni tan siquiera le miré. La bala encontró su corazón rápidamente. Otros tantos puntos. El primero, que se había incorporado y me miraba con asombro, ni tan siquiera se molestó en suplicar. Vio en mí la mayor indiferencia. Una lástima, parecía el más sensato de los tres. Casi me cuesta recordar cómo de su cabeza salió un hilo de sangre al resonar de su propia pistola... Que estaba en mis manos.
Ya tenía menos que hacer... Desplegué mis alas negras, y me eché a volar, a la luz de la luna menguante. Dejé caer la pistola mientras me alzaba, allí donde los cuerpos comenzaban a desaparecer. El ruido iba aumentando poco a poco, mientras me dirigía a mi próximo destino. No había tenido que gastar mucha energía en acabar con aquellos tres novatos. Porque claramente eran novatos. Nadie desafía a un Negro justo cuando empieza la noche. Presentí que el cielo iba a estar revuelto, así que desenfundé la espada. La hoja, negra. Como mis alas. El filo, rojo. Como mi brazo, envuelto en mi propia sangre. Y un agujero casi al nivel de la empuñadura. Esa es mi espada... Y éste soy yo: un Jugador más, en el bando de los Negros, de los Demonios, en un juego en el que se mata por diversión, por puntos. Pero sin matar. Por algo es... El Juego.
Re: El Juego. Toma de contacto
Mola...es de esas historias que no te enteras de nada del principio,al menos yo xDDD pero luego son la leche o:
Supongo que la seguirás no?=D
El Juego?parece interesante xD
Supongo que la seguirás no?=D
El Juego?parece interesante xD
Última edición por Tamy el Sáb Abr 04, 2009 4:14 pm, editado 1 vez
Tamy- Abogado de renombre (Clan de Abogados)
Re: El Juego. Toma de contacto
Franchu se te da muy biene scribir, en serio, la historia tiene pinta de estar muy bien, espero que la continues
Phoenix Wright- Pesadilla del Juzgado (Administrador Clan Abogados)
Re: El Juego. Toma de contacto
!!Está muy bien!! Aunque parece que es de esas historias de las que no te enteras de nada al principio xDDD En fin, se te da muy bien esto de escribir, a ver si la sigues pronto ^^
May- Médium Novata (Clan Kurain)
Chente- Fiscal General del Distrito (Administrador del clan de fiscales)
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