Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
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Ema Skye
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Regal Reed
Hector
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Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
¡Bienvenid@s
- Prólogo: El inicio del caso
- Spoiler:
- Febrero. La noche caía sobre Los Ángeles cubriendo la ciudad con su manto negro sin estrellas. Las luces de las farolas comenzaban a alumbrar tenuemente las calles nevadas y los troncos grises de los árboles desnudos, ofreciendo a los transeúntes nocturnos un pintoresco paisaje invernal. Las madres arrastraban a sus hijos de vuelta a casa, obligándoles a dejar incompletos sus muñecos de nieve y las calles comenzaban a vaciarse para dar paso a los jóvenes y los borrachos y, en general, a toda esa gente que busca el olvido o la diversión en el fondo de un vaso de alcohol. Pero Miles Edgeworth no podía permitirse el lujo de detenerse a admirar la efímera belleza noche de invierno en “Los Ángeles”, ni tampoco parar durante unos instantes en algún café para tomar té, cuando uno tiene trabajo lo único que no le sobra es tiempo. Y él, uno de los mejores fiscales de la ciudad, era una persona muy ocupada.
Aferró con fuerza el volante tratando de mantener el control del coche y evitar que se estrellara contra una cabina telefónica, las carreteras estaban cubiertas por una gruesa capa de hielo que convertía el circular por ellas en una misión imposible. Suspiró mientras evitaba un muñeco de nieve colocado en mitad de la calle, dos calles más para llegar a casa y comenzar a repasar los informes de su último caso, había tantos papeles que revisar, tantos archivos que ordenar… Se llevó una mano a la frente y encendió la radio. Un coro de voces plagado de interferencias y chisporroteos inundó su coche, estaba visto que hoy no era su día. Apagó la radio de un manotazo y se centró de nuevo en la carretera, a lo lejos brillaba la luz roja de un semáforo. El coche avanzó lentamente. Verde. Sonrió, veinte metros para abandonar aquella prisión con ruedas. Entonces lo vio, al mismo tiempo que la luz del semáforo cambiaba de rojo a verde alguien cruzaba la carretera, olvidando por un momento que tenía un coche a tan solo cinco metros y que el semáforo para peatones hacía tiempo que estaba rojo. Pisó el freno, pero ya era demasiado tarde, el coche patinó sobre el hielo en dirección al semáforo y el peatón volvió su cara hacia la de Edgeworth. Por un instante, sus ojos se cruzaron mientras el coche seguía su inexorable trayectoria hacia el semáforo y el peatón. Miles sintió como las tinieblas de la noche le engullían al chocar y después solo silencio… Silencio y oscuridad.
Última edición por Kanon el Sáb Ago 29, 2009 10:14 pm, editado 4 veces
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
- Capítulo 1 (1ª parte): El intercambio
- Spoiler:
- 25 de Febrero, 10:49
Lugar: ??????
-Miles Edgeworth-
Me dolía la cabeza. No, mejor dicho me ardía. La sentía punto de estallar como un volcán que despierta de su letargo tras llevar inactivo durante largos siglos. Traté de llevarme una mano a la frente pero mi brazo se negaba a responderme. Entonces me di cuenta: todo a mí alrededor estaba negro, me encontraba sumido en la oscuridad más absoluta y era incapaz de mover un solo músculo. Intenté analizar mi situación, empezando por tratar de descubrir donde estaba, pero mis sienes latían con fuerza, ahogando con su dolor cualquier razonamiento con sentido que pudiera hilar mi abrumado cerebro. Iba a abandonarme al dolor cuando una voz alcanzó mis oídos, era una voz firme y severa, seguramente masculina, pero la sentía lejana, como si el que hablara estuviera a varios metros de mí. Intenté hablar, pero tampoco podía articular una mísera palabra. La voz se fue acercando lentamente, pasando de ser un murmullo inaudible a un sonido claro y comprensible, que en seguida se vio acompañado por dos nuevas voces…
- ¡Doctor! ¿Se pondrá bien?- ¿Doctor? ¿Estaba en un hospital? De repente comencé a recordar, las imágenes se sucedían una tras otra en mi cabeza: la ciudad de noche cubierta por un frío manto de nieve, mi coche recorriendo las calles vacías, el semáforo y… el accidente, aquellos ojos azules mirándome con asombro…
- No se preocupen jovencitas, a pesar de que se ha visto envuelto de un accidente muy peligroso hay que admitir que su… compañero, ¿amigo?, ha tenido mucha suerte. Tan solo tiene una pequeña lesión en su cabeza que sanará sin ningún problema. Eso sí, asegúrense de que no vuelve a cruzar ningún semáforo en rojo.- El doctor se echó a reír y carraspeó un momento antes de continuar.- Será mejor que me vaya, el conductor…- Un momento, ¿el conductor? ¡Ese era yo!-… también necesita de mis cuidados.
- ¿Se encuentra bien el señor Edgeworth?- Por la parte que me tocaba, intenté afinar el oído y escuchar la contestación del médico.
- No se preocupe, señorita, está perfectamente.- ¿Perfectamente? Sin lugar a dudas, eso explicaba que mi cabeza ardiera y que no fuera capaz de mover ni un párpado-. Ha sufrido menos daños que su amigo, pero aún está dormido. Ahora mismo voy a verle, si me disculpan…
- Ugh…- Me sorprendí a mi mismo logrando musitar algo, aunque careciera de sentido. Dentro de lo que cabía en mi situación, era un gran avance.
- ¡Vaya, vaya! Parece que nuestro accidentado ha recobrado la consciencia…
De la nada surgió una luz, y después otra y otra… A mí alrededor todo comenzó a tomar forma y lentamente los colores volvieron a inundar mi campo de visión. Había logrado abrir los ojos. Me encontraba en una habitación rectangular de lánguidas paredes blancas cubiertas de aparatos médicos cuyos nombres desconocía, mirando a un blanco techo en cuyo centro se encontraba un viejo fluorescente lleno de motas de una sustancia negra sin identificar con la que preferiría no entrar en contacto. El dolor de cabeza comenzó a aminar e intenté incorporarme.
-¡Niiiiiiiiiiiiiick! ¡Oh, Nick! No sabes lo preocupada que estaba…- Alguien se arrojó contra mi cuerpo volviéndome a tumbar en la camilla y frustrando mis intentos de levantarme de aquel infierno. Sentí como me abrazaban con fuerza mientras un sonriente doctor me tomaba el pulso. Mi captora me liberó, mostrándome el risueño rostro de una adolescente de rasgos casi orientales y largo pelo negro que caía en cascada tiñendo de azabache las sábanas blancas del hospital. Aquella cara, aquellos ojos brillantes, esa sonrisa… Un nombre cruzó mi mente con rapidez, Maya Fey, y las dudas comenzaron a asaltarme, ¿qué hacía la ayudante de Wright visitándome?
- ¡Señor Nick! – Una bofetada cruzó mi rostro obligándome a dejar de lado, de nuevo, cualquier atisbo de alejamiento de la camilla.- ¡No sabe lo preocupadas que estábamos! ¿Cómo se le ocurre hacer a Maya, la mística, pasar por una situación así? ¡Es usted muy cruel!- Giré mi cabeza hacia la izquierda en busca de la autora de semejantes palabras y me sorprendí al ver a la pequeña prima de Maya arremangándose y lanzándome una mirada realmente escalofriante.
- Vamos chicas, calmaos. El señor Wright necesita, ante todo, reposo.- Stop. ¿Quién necesita qué? Durante todo este tiempo se habían estado refiriendo a Wright pero, ¿por qué el doctor me miraba mí mientras decía que Wright necesitaba descansar? Yo no tenía la culpa de que sus dos ayudantes fueran tan escandalosas…
- No se preocupe, lo cuidaremos bien.- Maya asintió y acompañó al doctor fuera de la habitación a la vez que le daba las gracias con una enorme sonrisa de alivio.
- Maya…- La joven aprendiz de médium se volvió hacia mí corriendo y se sentó en el borde de la camilla mientras me miraba fijamente.- ¿Dónde está Wright?- Sus ojos y su boca se abrieron desmesuradamente a la vez que alzaba una mano y me tocaba la frente con expresión de incredulidad.
- Nick…Wright eres TÚ.- Me miro unos instantes más con expresión de asombro y después pareció recuperarse.- Bueno, tal vez sea por el golpe, ¿sabes? La herida que tienes en la cabeza te la hiciste al golpearte contra Edgeworth.- ¿Qué yo qué? No… ¿Qué Nick, que diga Wright, qué? ¿Qué estaba pasando allí?- Parece ser que Edgeworth conducía de vuelta a casa cuando tú te saltaste un semáforo. Su coche pasó por allí y ¡Zas! ¡Bum! ¡Crash! Intentó frenar, pero se chocó contra la farola y se rompió la luna del cristal a la vez que tú salías disparado hacia el interior del coche… O eso es lo que contó el inspector Gumshoe. Tuviste suerte de que la luna se rompiera antes de que aterrizaras en el interior del coche, podrías haber acabado lleno de cristales… -Hizo una pequeña pausa y pasó una mano por la venda que cubría mi cabeza.
- Maya…- Comencé, ¿cómo explicarle lo que ocurría si ni siquiera yo sabía lo que me estaba pasando?- Tal vez esto te resulte extraño, pero, mírame bien.- Me lanzó una mirada de soslayo y sonrió.- ¿Qué ves?
- A un abogado, con el pelo pincho cubierto por vendas, que lleva dos semanas sin aceptar un caso y sin invitar a su mejor ayudante a comer hamburguesas. - Se echó a reír alegremente mientras yo sentía como mi estómago se revolvía lentamente.
- Hay un pequeño problema.- La incredulidad brillaba con fuerza en sus ojos.
- ¿Qué llevas dos meses sin pagar las facturas del bufet? Eso ya lo sé, tontainas, no te preocupes de algo tan nimio ahora.- Le miré sorprendido, ¿Wright tenía tantos problemas económicos?
- No, no son las deudas. Es, simplemente que yo…yo…yo no soy Phoenix Wright.
- ¿Qué? ¡Venga ya! ¡Nick, reacciona! ¿Cómo tú no vas a ser tú? – Iba a contestar cuando Pearls encendió la tele del cuarto y la nueva canción del opening del Samurái de Acero inundó la sala.- ¡Eh! ¡Es la versión remake del Samurái de Acero! ¡Con escenas especiales que no aparecieron en la primera versión!
- Es una estafa, sin el actor original la serie pierde todo su interés, además muchos de los ataques especiales –como la lanza X*- del protagonista y otras escenas calificadas de “violentas” han sido suprimidas. Por si fuera poco el “Magistrado Malvado” es derrotado definitivamente en el cuarto episodio, mucho antes de lo que era derrotado en la versión original y…
- Nick, ¿desde cuándo sabes tanto del Samurái de Acero?- Maya me preguntó asombrada. Me paré y me llevé una mano a la boca, ¿qué estaba haciendo?
- Ya te he dicho que no soy Wright.- Pearl apagó la tele y comenzó a mirarme.- Soy Miles Edgeworth.
- ¿Señor Edgeworth?- La joven futura maestra de la tradición Kurain se levantó de un golpe de la camilla.- Pero eso es imposible…
- No me parezco en nada a Wright, lo sé, pero como tengo la cabeza vendada tal vez os hayáis podido confundir…
- Eso es imposible.- Repitió Maya sacando un espejo de mano del bolsillo de su extraño traje “hippie” y dándomelo. Me miré y sentí como un sudor frío bañaba mi frente, la imagen reflejada mostraba a un hombre que había visto muchas veces a lo largo de mi carrera como fiscal, un hombre de ojos azules con la cabeza cubierta de vendas que dejaban entrever algunos mechones de pelo negro… ¿Su nombre? La solución al misterio que mi cabeza se negaba a aceptar: Phoenix Wright. Yo, Miles Edgeworth, me había convertido en Phoenix Wright… Cerré los ojos, aspiré con fuerza e hice lo único que alguien podría hacer en una situación así: gritar.
- ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!- Y mi grito se vio acompañado por otro proveniente de alguna de las muchas habitaciones del hospital.25 de Febrero, 10:54Me dolía la cabeza. Mucho. Me iba a estallar. Acababa de despertar de lo que a mí se me antojaba como la peor pesadilla que había tenido en años: Edgeworth me atropellaba con su flamante deportivo rojo, yo salía volando por los aires y todo se terminaba para Phoenix Wright. Traté de desperezarme, al fin y al cabo era un sueño, ¿o no? Abrí los ojos con dificultad y me incorporé, llegando a dos conclusiones. La primera estaba clara, aquello no era mi cutre apartamento en lo más recóndito de las afueras de la ciudad, del que por cierto, debía dos meses. Y la segunda era que aquel cuarto de paredes blancas no era la habitación de un hotel –aunque fuera uno barato -, más bien parecía el cuarto de un hospital…
Clínica Hotti
Habitación 204
-Phoenix Wright-
- ¡Señor Edgeworth!
- ¡Miles!...
Miré a mí alrededor tratando de ver de dónde provenían aquellas voces y comprobé con sorpresa que no estaba solo, sentados en uno de los bancos de la habitación, se encontraban dos de las últimas personas con las que habría esperado encontrarme en una situación así: Franziska Von Karma y el inspector Gumshoe. Franziska sujetaba con fiereza su inseparable látigo mientras me miraba con… ¿intranquilidad? –Si es que esa mujer era capaz de albergar tal sentimiento-. Dick también parecía nervioso, tal vez fuera porque yo era su “enemigo”, al fin y al cabo yo soy abogado y ellos eran fiscal e investigador (algo así como mis rivales… tanto en los juicios como en la vida real).
- ¡Señor Edgeworth! Estábamos muy preocupados, cuando no enteramos de que tuvo un accidente…yo… ¡Aaaah!- El látigo de Franziska voló por la sala clavándose con furia en la espalda del inspector, que se lanzó al suelo a la desesperada tratando de ocultarse en el estrecho hueco que había entre la camilla en la que yo reposaba y el sucio suelo del hospital. La joven fiscal enarboló su látigo y apuntó a las piernas de Gumshoe, pero se detuvo en el último instante y dirigió su glacial mirada hacia mí.
- Miles Edgeworth.- Tragué saliva. Y mi mente se detuvo unos instantes, ¿había dicho Edgeworth o era mi imaginación?- ¿Se puede saber qué demonios tenías en la cabeza cuando conducías el coche? ¡Has estado a punto de matar a Phoenix Wright!- ¿Quéeeeee? ¿Qué yo había estado a punto de matarme a mí mismo? Ridículo.- Si querías vengarte de él, haberlo hecho como un hombre: ¡en un tribunal! Aunque admito que esa rata no se merece contemplaciones.- Mi mente comenzó a trabajar febrilmente mientras una teoría extraña comenzaba a fraguarse en lo más profundo de mi conciencia.
- Tal vez deberíamos explicarle al señor Edgeworth lo que pasó, a fin de cuentas fue Wright quien se saltó el semáforo, a sabiendas de que había un coche a escasos metros y que las condiciones de frenado eran pésimas…- Gumshoe salió de debajo de la camilla logrando con sus torpes movimientos que ésta estuviera a punto de volcar.
- ¡Protesto! – Franziska y Gumshoe me miraron con asombro.- Yo no me lancé contra el coche de Edgeworth, ¡fue él quien se abalanzó contra mí!
- ¿Q-qué acabas de decir?- Iba a repetir mi “protesta” cuando el doctor entró en la habitación, interrumpiendo la inquietante pregunta de Franziska.
- ¡Vaya, vaya! Así que el conductor también se ha despertado ya, que agradable coincidencia.- ¿El…conductor? Sentí como la cabeza me daba vueltas.- Relájese.- Comenzó a tomarme el pulso.- No se preocupe, no ha sufrido ninguna lesión salvo un pequeño golpe en la frente; en cuanto termine con el papeleo se podrá ir a su casa.- Comenzó a tomar unas notas y me tendió un papel.- Le recomiendo esta pomada, dos veces al día, mañana y noche durante una semana y como nuevo.- Me dio una palmada en la espalda y salió de la habitación, dejándome más confuso de lo que estaba cuando entró y con una receta médica dirigida al señor Miles Edgeworth en mi mano.
- ¿Le ocurre algo señor Edgeworth?- Gumshoe se acercó a la camilla vigilando constantemente el látigo de von Karma.- Le noto algo extraño…
- No…nada.- Era cierto, ¿qué me estaba ocurriendo? Intenté hacer memoria, había tenido un accidente, eso estaba claro, el conductor era Miles Edgeworth un viejo amigo mío que trabaja como fiscal. Y yo era el atropellado.- Inspector Gumshoe.
- ¿Sí, señor?
- ¿Podrías darme más detalles del accidente?- Tal vez eso me ayudaría a refrescar la memoria.
- Por supuesto.- Gumshoe sonrió con aquel aire de suficiencia que le caracterizaba cuando le hacían sentirse útil.- Ocurrió ayer a las 22:34, a unos veinte metros de su casa. El señor Wright ignoró el semáforo en rojo para peatones justo cuando su coche atravesaba cerca del semáforo, por lo que debido a las malas condiciones de la carretera, le fue imposible maniobrar. Por suerte, ambos sobrevivieron. Aunque no se puede decir que su coche tuviera tanta suerte.- Me miró con temor mientras pronunciaba lentamente cada sílaba de su última frase.
No podía ser, que me llamaran una vez, dos, tres veces Edgeworth, pase. Pero que estuvieran continuamente refiriéndose a mí de esa forma, ¿qué demonios estaba ocurriendo? Una lucecita se encendió en mi cabeza, definitivamente, algo no iba bien.
- Entonces…- Franziska y Gumshoe me miraron expectantes.- Decís que yo soy Miles Edgeworth.
- No lo decimos, lo eres. ¿Eres tan patético que ni siquiera te acuerdas de tu nombre?
- No es que no me acuerde de mi nombre.- Los ojos de Franziska lanzaron destellos gélidos, tenía que cuidar muy mucho mis palabras, estaba caminando sobre hielo, y en cualquier momento podía resbalarme.- Sé quién es Miles Edgeworth, por supuesto. A fin de cuentas es mi amigo.- Las caras de ambos mostraron incredulidad.
- Eso quiere decir que tú no…- Murmuró Franziska.
- No soy Miles Edgeworth.- ¡Flash! El látigo de Franziska se estrelló en mi mano haciendo que soltara un grito mientras me la llevaba a la boca.
- ¡No seas ridículo!- Me miró unos instantes con desprecio mientras me sacaba una foto con su moderno móvil.- Mira.- Me ordenó mostrándome el teléfono.
Allí estaba la respuesta a todas mis dudas, en forma de fotografía en un móvil. Pelo castaño, con toques grisáceos; ojos grises, siempre alerta; entrecejo fruncido… Todo aquello tenía un nombre, Miles Edgeworth. Yo, Phoenix Wright, me había convertido de forma inexplicable en Miles Edgeworth. A lo lejos escuché una voz gritando “no” a todo pulmón y supe lo que tenía que hacer. Respiré profundamente, y me uní a aquel terrible grito de protesta…
- ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
Última edición por Kanon el Vie Jun 26, 2009 4:51 pm, editado 1 vez
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
O.O Si que es un experimento XDD
Lo mejor el final con el no XDDDDDDDDDDDDDDD
Lo mejor el final con el no XDDDDDDDDDDDDDDD
Hector- Jefe del equipo de investigación (Administrador del Clan de Investigación)
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
Miles/Phoenix: NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO ((XD))
Bonito experimento, me gusta ;D, además de que está espléndidamente escrito *-*
A ver cuando lo continuas, que por mí, ya me tienes enganchada ^-^
Bonito experimento, me gusta ;D, además de que está espléndidamente escrito *-*
A ver cuando lo continuas, que por mí, ya me tienes enganchada ^-^
Regal Reed- Fiscal en Prácticas
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
Es una genial idea, te felicito ^^ Espero que pronto podamos disfrutar de las continuaciones ;)
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
guay :D me gusta me gusta ... me he enganchado sigue asi qe el argumento promete :D ( el final buenisimo xD)
saluds¡¡
saluds¡¡
Ema Skye- Maestra Kurain (Administradora Clan Kurain)
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
Esta muy bien :D sigue por favor
Phoenix Wright- Pesadilla del Juzgado (Administrador Clan Abogados)
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
Esta muy muy muuuuuy bien hijita!!! Escribes muy bien, cosa que cuesta ver un poco últimamente ^^ Y la historia me está gustando mucho (aunque acabes de empezar :D) Sigue así *hugs* ^^
Krystalwitch- Maestra Kurain (Administradora Clan Kurain)
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
¡Muchas gracias a todos los que habéis comentado (Hector, Regal Reed, Neil Edgeworth, Ema Skye, Phoenix Wright y mami -Krystalwitch-)! Me ha hecho mucha ilusión ver que os ha gustado mi "experimento", así que lo continuaré (poquito a poco, que esto de no saber escribir a máquina es muy malo T_T). Y ya que estamos aquí... ¡vamos con la segunda parte -y final- del primer capítulo!
- Capítulo 1 (2ª parte): El intercambio
Avance 2º Capítulo:
- Capítulo 1 (2ª parte): El intercambio
- Spoiler:
- 25 de Febrero, 11:34
Clínica Hotti
Habitación 202
–Miles Edgeworth-
Más de diez minutos de explicaciones y preguntas sin respuesta aparente fueron suficientes para que Wright y yo comprendiéramos que ninguno de nosotros volvería a ser el mismo nunca más. Y otros tantos fueron necesarios para explicarles la situación –a pesar de que ninguno de los dos teníamos muy claro lo que sucedía- a Franziska, Gumshoe, Maya y Pearl. Todo ello muy bien acompañado del incesante ruido del látigo golpeando a diestro y siniestro.
- Veamos si lo he comprendido todo.- Dijo Franziska.- Por una razón que todavía desconocemos, pero que ha de estar relacionada por lógica, con el accidente de tráfico que ambos habéis sufrido, Wright y Edgeworth han intercambiado sus cuerpos.- Asentimos, y ella lanzó un fuerte suspiro dejándose caer en uno de los sillones del cuarto.- Es ridículo. Solo un estúpido estúpido de un país de estúpidos podría tragarse algo tan estúpidamente estúpido.
- Lo sé, es ridículo.- Asentí.- Pero es lo que ha pasado, y la única explicación “plausible” es que nuestras, hum, cómo decirlo…
- Almas, espíritus, mentes, ¡lo que sea! – Musitó Wright con un hilo de voz, con mi voz.
- En fin, nuestras mentes se han intercambiado. Y el resultado está a la vista. Ahora Wright es Miles Edgeworth, y yo soy Phoenix Wright.- Me llevé la mano a la frente, todo aquello parecía extraído de una historia surrealista. No podía estar pasando, tenía que tratarse de una pesadilla. Cerré los ojos, esperando que al volver a abrirlos ocurriera un milagro y me despertara de vuelta en mi cama, aunque fuera con mi perro durmiendo sobre mi estómago.
- Tal vez…- Me volví sobresaltado, al igual que Wright. Donde estuviera Maya, ahora se encontraba una mujer, vestida con las mismas ropas hippies que Maya, pero a todas luces más adulta.- No sea tan imposible como pensáis.
- ¡Mia!- Gritó Wright.
- ¡U-u-u-un fantasmaaaaaaaaaaaaa!- Gumshoe cayó al suelo y corrió a esconderse detrás de mi cuerpo. Por un momento se quedó tranquilo, pero después, tras recordar que yo ya no era yo, dio media vuelta y se acurrucó detrás de mí (o más bien debería decir del cuerpo de Wright). Le pegué un capón, aunque no pareció inmutarse. Por lo visto los puñetazos de Wright no eran tan potentes como los míos.
La “fantasma” pareció entre asombrada y divertida por la reacción del inspector. Pero su risa no duró demasiado tiempo.
- ¿Tiene alguna idea de lo que les ha pasado?- Inquirió Franziska, apuntándole con su látigo.
- Bueno, es solo una suposición.
- Habla, te escuchamos.- Lanzó una mirada asesina en derredor mientras tensaba el látigo.
- Primero quiero dejar claro un punto primordial para entender mi “hipótesis”. Creo que todos vosotros habéis tenido la oportunidad de oír hablar, o incluso de haber presenciado el gran poder de la técnica de canalización Kurain.
- Una farsa.- Mascullé entre dientes. Años atrás, una médium de la tradición Kurain trató de canalizar a un hombre asesinado, mi padre, en un ascensor para que éste señalara al asesino. El supuesto asesino fue declarado inocente y el caso quedó cerrado; y el asesino siguió suelto, hasta hace tres años. Aquella canalización no sirvió de nada, ¡de nada!
- Independientemente de que creamos o no en la canalización de espíritus.- Prosiguió mientras me lanzaba una de esas miradas que matan.- Cuando un médium canaliza a su espíritu, éste posee su cuerpo. Una vez llegados a éste punto hay dos opciones: la más común es que ambos espíritus, original y canalizado, permanezcan en el cuerpo estando el de médium subyugado al canalizado. En cierto modo, en estado “latente”; es decir, no puede sentir nada, pero está presente.
- ¿Y el segundo caso?- Preguntó Pearl. La miré con sorpresa, ¿qué hacía una niña tan pequeña preguntando esas cosas?
- El segundo caso, no se ha documentado nunca que llegara a ocurrir, si bien se sabe que es probable.- Hizo una pausa.- El cuerpo queda poseído por el espíritu canalizado, y el original “sale” temporalmente de su cuerpo, aunque siga atado al mismo.
- Creo que ya sé por dónde vas.- Dije mientras los demás me miraban sin comprender.
- Es fácil.- Mia sonrió.- Pongamos que al sufrir el accidente, Wright y Edgeworth “mueren” al mismo tiempo y durante el mismo tiempo, haciendo que sus espíritus salgan por un momento de su cuerpo. ¿Qué podría ocurrir?
- Pero el doctor dijo…- Comenzó Franziska.
- No importa lo que dijera el doctor.- Cortó Wright. Franziska alzó el látigo y lo descargó sobre Gumshoe y sobre mí, dejándome atontolinado durante unos segundos.- Agradecería que dejaras mi cuerpo en paz, al menos, hasta que termine de explicarme.- Wright la fulminó con la mirada, y pareció que por una vez, tenía efecto (¿sería porque estaba en mi cuerpo?).- Desde esa perspectiva, hay varias opciones, pero la que nos interesa es, ¿y si los espíritus se equivocaron de cuerpo y acabaron en el cuerpo equivocado?- Mia asintió.
- Ahí quería llegar. Si ambos espíritus se hubieran equivocado, llegaríamos a la situación que tenemos ahora.
- Pero eso no la soluciona, ¡solo nos dice qué pudo pasar!
- La paciencia no es una de tus virtudes, ¿no jovencita?- Segundo corte del día para Franziska Von Karma, si esto seguía así, Gumshoe pronto tendría una seria cita con la funeraria.- Es cierto que no la soluciona, pero si descubrimos qué es lo que impulsó a ambos espíritus a intercambiarse, tal vez podríamos encontrar una manera de invertir el proceso.- Todos asentimos.
- Mia. Antes mencionaste que los espíritus siguen manteniendo una “relación” con su cuerpo original.- Dije lentamente, si eso era cierto, todavía teníamos una oportunidad, ¡una oportunidad de recuperar nuestras vidas!
- Así es, fiscal Edgeworth. Hay una relación, si no la hubiera nunca podríamos solucionar esto.
- Entonces, ¿a qué esperamos? ¡Manos a la obra! Tan solo tenemos que buscar lo que hizo que vuestros espíritus se equivocaran…- Franziska se levantó del sillón.
- No creo que sea tan fácil, mientras tanto, intentaré buscar alguna solución.- Mia cayó al suelo y se volvió a levantar…como Maya.- ¿Uh? ¿Wright?- Me miró expectante.
- No, Edgeworth.- Su cara reflejó cierta desilusión y yo sentí una punzada en el corazón, nunca se me había dado bien consolar a la gente.
- ¿Qué ha pasado? ¿Mia no ha encontrado nada?- Preguntó Maya.
- Sí, nos ha dado una idea.- Franziska resumió la conversación de Mia, omitiendo los corte de Wright y el de Mia, mientras Maya asentía y tomaba algunas notas.
- Parece divertido.- Todos nos volvimos hacia Maya con expresión asesina.- Lo digo en serio. ¡Será como jugar a los científicos! Tendremos que elaborar teorías y probarlas. –Sus ojos brillaron con fuerza. Algo me decía que le hacía ilusión tan solo porque el último rival de cierto samurái metálico era un científico loco.
- Me alegro por ti, Maya.- Dijo Wright con fastidio.- Pero a mí no me hace gracia.
- Ni a mí.- Añadí.
- ¡Claro! Por eso seremos Franzis y yo las que elaboremos las teorías.
- ¡¿Franzis?!- Uh-uh, peligro, Von Karma a punto de explotar.- Está bien. Suena interesante. Si estos torpes colaboraran seguro que no harían más que retrasar nuestro estudio.
-¿QUÉ?- Gritamos horrorizados Wright y yo.
- ¿Y yo?- Preguntó Pearls.
- Tú y Gumshoe los cuidareis.- Maya acarició el pelo a su prima.
- ¡Vale!- Accedieron, ¿qué otra opción tenían?
- Y ahora decidme, genios. El médico vendrá en cinco minutos con el alta de “Wright” (con mi alta). Y en una hora yo también estaré fuera. ¿Qué tenéis pensado al respecto?- Si hubiera intuido la respuesta, jamás se me hubiera ocurrido plantear aquella pregunta.25 de Febrero, 12:05
Clínica Hotti
Aparcamiento
–Phoenix Wright-
La respuesta de Franziska fue clara y concisa: por ahora, nada de esto ha ocurrido, ¿entendido *latigazo a Gumshoe* o tengo que volver a repetir algo *latigazo a Edgeworth-a mi magullado cuerpo-*? Con una contestación así, cualquiera se atrevía a sugerirle que estaba equivocada. Y allí estaba yo, en el aparcamiento de la clínica Hotti, junto con Franziska y el inspector Gumshoe, mientras éste último arrancaba la impresionante limusina de Franziska. ¿De dónde sacan tanto dinero los fiscales?
- Bien, en cuanto lleguemos a la casa de Edgeworth comenzaremos con el entrenamiento. Hasta entonces vete mirando este libro.- Franziska me dio un libro, un tanto grueso para lo que suelen ser mis lecturas, titulado “La fiscalía para estúpidos estúpidos”. Un título muy sugerente que aumentaba mis ganas de leer semejante bodrio.
- ¿De qué entrenamiento estamos hablando?
- ¡De cuál va a ser!- Me miró como si fuera imbécil.- De tu entrenamiento como fiscal, Miles Edgeworth. Y que sepas que no pienso permitirte ni un fallo.- Pronunció cada palabra con gran fuerza, casi gritando, resaltando por encima de todo “Miles Edgeworth”.
Decidí que lo mejor sería cerrar la boca, al menos por el momento, y me metí en la limusina mientras ojeaba el libro y la hoja que minutos antes me diera Edgeworth con algunas anotaciones de sus costumbres, vestimenta, preferencias... Aquella tarde iba a ser la más larga de mi vida. Traté de sonreír, a fin de cuentas estaba vivo. “Hemos tocado fondo, ya nada puede empeorar”, me dije.
Nunca imaginé que me pudiera equivocar tanto…
Avance 2º Capítulo:
- Spoiler:
- Crédito: Sprites sacados de Court Records, modificados por Kanon
Última edición por Kanon el Lun Jun 29, 2009 8:58 pm, editado 2 veces
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
La explicacion del "experimento" es una buena idea, a mi nunca se me habria ocurrido XD
A esperar al cap 2 XD
A esperar al cap 2 XD
Hector- Jefe del equipo de investigación (Administrador del Clan de Investigación)
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
Phoenix entrenado por Franziska... pobrecillo... o mejor dicho, pobre Gumshoe xD
¿Nickgey...? ya no estoy segura de quien va a acabar peor con esto del intercambio de espíritus xDD
ya tengo ganas del segundo capítulo, Kanon, si vivieses verca tú me dictabas y yo escribía, que ya hay ganas del segundo, jaja
¿Nickgey...? ya no estoy segura de quien va a acabar peor con esto del intercambio de espíritus xDD
ya tengo ganas del segundo capítulo, Kanon, si vivieses verca tú me dictabas y yo escribía, que ya hay ganas del segundo, jaja
Regal Reed- Fiscal en Prácticas
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
Me ha gustado mucho lo que llevas escrito, mucho ánimo, con la práctica la escritura irá aumentando en velocidad, te lo dice uno de los que se tiraban media hora para escribir una frase larga hace tiempo XD Gran capítulo, y magnífica idea, como ya dije ^^
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
Me ha gustado mucho tu capitulo ^^ sigue asi
Phoenix Wright- Pesadilla del Juzgado (Administrador Clan Abogados)
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
Muchísimas gracias a todos los que leéis -y comentáis- mi fic. Y gracias por el ofrecimiento Regal XD y por los ánimos Neil (me he puesto a hacer un curso de mecanografía, pero aún no he pasado del asdfghjklñ XD), me vendría bien tener alguien a quien dictarle, pero seguro que lo volvería loco con la cantidad de re-correcciones que me gustan hacer. Siento mucho la tardanza y el hecho de que, a pesar dek tiempo que me he tomado para regresar con el fic, solo traiga la mitad del segundo capítulo -.-. Gomen, para la próxima intentaré traeros la mitad del capítulo que falta y algún extra (y para la siguiente el capi entero de una vez y me dejo de proposiciones que después se que no cumplo ^^U). Por desgracia puede que tarde un tiempo en traeros la segunda parte ya que estoy de vacaciones en el pueblo de mi padre, un pueblo de estos sin Internet, dando tumbos de un lado para otro con mi familia y con pocas oportunidades para conectarme. ¿Lo bueno? Sin Internet tengo -supuestamente- más tiempo para escribir (y como duermo apartada puedo jugar a la DS hasta altas horas de la noche -mentira, no aguanto más sllá de la una XD). Por suerte hoy mi padre ha querido acompañarme a un pub que tiene wifi tras una sesión de convencimiento intensivo:
Kanon: Pa*, ¿vamos a ir al pub del wi-fi?
Padre de Kanon: ...
K: ¿Paaa?
P: (pasando)....
K: Eooooo
P:...
K: ¡Paaaa!
P: ¿Qué quieres?
K: ¿Vamos al pub?
P: Hum...
K:... (y después dicen que yo hablo poco -.-, esto es genético)
*Pa: Apelativo cariñoso para ahorra saliva empleado por Kanon para llamar a su poco hablador padre.
Fin de la monótona vida de Kanon, inicio del fic
- Capítulo 2 (1ª parte): De mal en peor
“De males a bienes dicen que se pasa fácilmente; pero de males a males, digo yo que es más frecuente.”
Pedro Calderón de la Barca
25 de Febrero, 17:32
Mansión Edgeworth
–Phoenix Wright-
Era el fin del mundo tal y como yo lo había conocido siempre. Mi vida y mi mundo se derrumbaban lentamente, pedacito a pedacito como si de cristal se tratasen, y siguiendo a mi maltrecha vida yo también me derrumbaba. No era ya el hecho de que aquel cuerpo no fuera el mío, eso era algo demasiado evidente como para ponerlo en duda: ni rastro de gomina en el pelo, ropas caras de color granate que en mi vida me habría podido permitir junto con un engorroso cuello de camisa blanco que en conjunto me hacían sentir como un completo idiota pijo. No, no era el hecho de que yo “fuera” Miles Edgeworth, sino el hecho de que aquella tampoco era mi casa, ni la gente con la que estaba acostumbrado a convivir. Estaba completamente perdido en un lugar extraño, del que mucho dudaba poder salir con vida.
- ¡En pie, señor Phoenix Wright! Terminó la hora del té.- La firme voz de Franziska interrumpió mi trigésimo cuarto sorbo fingido de aquella amalgama líquida de color granate casi transparente, más conocida como té negro demasiado aguado, receta especial de Gumshoe. Me llevé una servilleta de tela a la boca, tratando de quitarme el sabor que el horrible menjunje había dejado en mis labios sin demasiado efecto. Y es que a pesar de estar muy diluida, la condenada sustancia desprendía un aroma inconfundible cien metros a la redonda, y tenía un sabor fuerte, demasiado fuerte para los gustos de un servidor partidario del café. Por un momento me vi a mi mismo echando de menos el aroma de los combinados explosivos de Godot.
- ¿Te ha gustado el té?- Gumshoe se acercó al sillón en el que estaba sentado, mientras alargaba su mano derecha hacia mí, pidiéndome la taza.- Le he echado más agua de la normal, para que no le supiera demasiado fuerte, al señor Edgeworth le gusta mucho más cargado.- Le miré con expresión de horror y maldije por lo bajo. Confirmado. Edgeworth no tiene paladar.
- Sí… me ha encantado.- Mentí al mismo tiempo que le entregaba la taza con una sonrisa glacial, fingir nunca se me dio bien.
- ¡Genial! Entonces mañana se lo volveré a preparar.- Se alejó con la taza de té y una sonrisa alegre pintada en su rostro en dirección a la cocina, dejando atrás el inmenso salón en e[/spoiler]l que nos encontrábamos. Por suerte para mí no se había fijado en que la taza estaba tan llena –o más- que cuando me la entregó.
- Bien, señor Phoenix Wright. Prosigamos con el entrenamiento.- Me tendió un tocho de papeles metidos cuidadosamente en una carpeta verde mientras nos encaminábamos al vestíbulo.- Léetelos para esta noche. Son los informes del último caso de mi hermanito, te servirán de referencia para tu próximo caso.- Los recogí procurando mantener la cara de póquer característica de Edgeworth.
- Eh, ¿Franziska?- Me aclaré la garganta, no quería que mi tono de voz mostrase la inquietud que dominaba mi mente en aquellos instantes. Mandamiento número tres de “cómo ser Edgeworth”: No flaquearás ni mostrarás tus verdaderos sentimientos en vano, es decir, nunca.- Perdóname si no te entendí bien, pero acabas de decir: “te servirán de referencia para tu próximo caso”.
- Me ha entendido correctamente, señor Phoenix Wright.- Suspiré, ¿por qué no me llamaba simplemente Wright?- Mañana comienza la investigación, el inspector cutre se irá en breves momentos a la escena del crimen para encontrar pruebas, testigos y a una de las piezas fundamentales para todo fiscal: el sospechoso.- Alzó su látigo y lo tensó, mientras sus ojos helados me lanzaban una mirada socarrona.- ¿Comprendido?- Asentí mientras sentía como mi pobre mundo se hundía definitivamente en las tinieblas, estaba totalmente equivocado, lo peor aún no había pasado: ¡solo acababa de comenzar!
- ¡Ya estoy aquí!- Gumshoe llegó a la carrera a la entrada de la vivienda, procurando situarse en un punto equidistante de la salida al exterior, las escaleras que ascendían a la planta superior y el tenso látigo de Franziska.
- Bueno señor Phoenix Wright.- Y dale, incluso preferiría que me llamara Edgeworth, así podría hacer como si la cosa no fuera conmigo.- Antes de poder seguir con tu entrenamiento, quiero comprobar que has aprendido perfectamente todo lo que te he contado hasta ahora.- Hizo especial hincapié en la palabra “perfectamente” y volvió a tensar su látigo, situándolo peligrosamente cerca de mi persona.- Primera pregunta: ¿Cómo te llamas?
- …Miles Edgeworth.
- ¡Mal!- La miré con asombro, ¿cómo que mal? Después de haberme pasado toda la mañana esquivando su endemoniado látigo hasta que fui capaz de responder a esa pregunta sin decir Phoenix Wright.- ¡Tienes que decirlo con más fuerza!
- Franziska, siento defraudarte, pero no creo que el verdadero Edgeworth lo dijera con más fuerza.- Es más, hasta lo diría con menos; pensé. Edgeworth parecía una persona fuerte y dura en los juicios, pero en cuanto salía de los tribunales se encerraba detrás de una coraza de difícil acceso. Las relaciones sociales no eran, definitivamente, su punto fuerte. Aún así me extrañó que su “hermana” no supiera lo herméticamente cerrado que podía llegar a ser su hermanito. O eso, o lo tenía subido en un pedestal. Pero con el látigo cerca no era momento para ponerse a carear a la joven von Karma con su realidad.
- Tienes razón.- Admitió mientras lanzaba un suspiro y refunfuñaba algo por lo bajo en otro idioma, seguramente alemán. Pero sus murmullos se vieron interrumpidos por el sonido del teléfono.- Discúlpeme, señor Phoenix Wright.
- No hay problema. Pero haz el favor de dejar de llamarme por mi nombre completo.- La miré, suplicante.
- No, señor Phoenix Wright. Espéreme aquí, volveré en unos minutos.- Sonrió, sus labios curvados en una socarrona sonrisa glacial, y se marchó a contestar el teléfono.
Me quedé allí, en el amplio vestíbulo de la mansión Edgeworth, plantado como un pasmarote. Un pasmarote que, por cierto, iba vestido a conjunto con las cortinas, las alfombras, el tapizado de los sillones, los manteles, las servilletas, las lámparas… en definitiva, a conjunto con la decoración de la casa. Al cabo de un rato reaccioné y arrastré mi maltrecho ego por el pasillo central de la casa, el que según unos planos que me había dado Miss Látigo, conducía al salón, al comedor, a la cocina y al jardín. Opté por el jardín, un bello paraíso de verde hierba lleno de flores y altos árboles que bordeaban la mansión y la protegían de miradas indiscretas; lo suficientemente grande como para perderse en su laberinto esmeralda, lo suficientemente solitario como para permitir que me perdiera en mis pensamientos, algo a lo que me estaba aficionando últimamente. Me senté en un banco rodeado de tulipanes –granates, como no-, a la sombra de un abedul y cerré los ojos. Sentí como una suave brisa soplaba entre las ramas de los árboles, meciéndolas creando un suave murmullo acompañado de vez en cuando por el alegre trinar de un pájaro.
- ¡Señor Ed… digo Wright!- Me levanté de un golpe del banco, sobresaltado.- Perdona, no era mi intención asustarte.- Gumshoe, como no. Tenía la frente perlada de sudor y vestía su típico abrigo verde raído- Vaya…- Se echó a reír.- ¡Es la primera vez que veo a Edgeworth con una cara así!- Yo también me eché a reír, aunque no podía ver “mi” propia expresión.
- ¿Quería algo, inspector?- Si había venido corriendo, como su frente sudada daba a entender, desde la mansión hasta el banco tendría que tener una buena razón.
- Sí, amigo.- Su expresión se ensombreció unos instantes.- Todavía no logro acostumbrarme a esto del “intercambio”. No logro verle como Phoenix Wright por más que lo intento, amigo. Su voz, su cara, su cuerpo, sus gestos son los del señor Edgeworth… Lo único extraño es su comportamiento.
Lo que el tranquilo jardín había logrado borrar de mi memoria por unos instantes volvió con la fuerza de un huracán, aquel horrible pensamiento que había lanzado al mar del olvido me lo devolvían con furia las olas de los recuerdos: yo ya no era Phoenix Wright. Sacudí la cabeza con fuerza y me dejé caer en el banco llevándome las manos a la cara. Tenía ganas de llorar, ¿para qué negarlo? Me sentía impotente, metido en medio de un bosque del que nunca lograría salir.
- ¿Se encuentra bien, amigo? ¡Amigo!- La voz de Gumshoe me llamaba a lo lejos, abriéndome una vía de escape para huir de mis oscuros pensamientos, pero no tenía ganas de responderle.
- ¿Se puede saber qué hacéis aquí?- Franziska apareció detrás del inspector Gumshoe al mismo tiempo que levantaba su látigo y lo estrellaba contra la espalda del pobre Dick.
- ¡Aaaargh! ¿Por qué yo?
- Ya basta de tonterías, es hora de seguir con lo nuestro, solo tenemos dos días para prepararte para el juicio… ¿Me estás escuchando?- Franziska me agarró de la barbilla y me hizo mirarle a los ojos.- ¡Haz el favor de comportarte como un hombre, señor Phoenix…!
- ¡Ya basta!- Grité, tanto el inspector como Franziska me miraron asombrados, en la cara de Dick se podía apreciar algo parecido al temor.- Desde que he vuelto el hospital no he tenido ni un respiro, ¡ni un momento de descanso! Y eso que aún me estoy recuperando de un accidente.- Señalé las vendas que cubrían mi frente.- Necesito descansar, tiempo para relajarme.- Paré unos instantes y tomé aire, calmándome.
- A diferencia de los abogaduchos, los fiscales no tienen tiempo para descansar.- Franziska alzó su cabeza con un aire autosuficiente.
- Los abogados tampoco tienen mucho tiempo para descansar.- Añadí en voz baja.
- Aún así, tengo que salir un momento, estaré de vuelta en media hora. Mientras tanto puedes descansar.- Increíble, pensé, por una vez me hacía caso. Aunque mucho me temía que fuera por la misma razón por la que Gumshoe me miraba con recelo, la cara de mal humor de Edgeworth impone, aunque una vez que lo conoces bien llega a parecerte graciosa.
- Por cierto, señor Phoenix Wright, si quieres que deje de llamarte por tu nombre completo haz el favor de dejar de llamarme Franziska. Miles Edgeworth siempre me llama por mi nombre completo.- De tal palo tal astilla, sonreí.
- Yo creí que te llamaba Franny o Franzis o hermanita o…- Me callé al mismo tiempo que el látigo acababa con el blanco cuello de fiscal que llevaba puesto.
- Insolente.- Franziska se dio media vuelta tratando de mantener a flote su dignidad y caminando bien erguida se alejó con paso firme del jardín.
-> Continúa en el siguiente post
Kanon: Pa*, ¿vamos a ir al pub del wi-fi?
Padre de Kanon: ...
K: ¿Paaa?
P: (pasando)....
K: Eooooo
P:...
K: ¡Paaaa!
P: ¿Qué quieres?
K: ¿Vamos al pub?
P: Hum...
K:... (y después dicen que yo hablo poco -.-, esto es genético)
*Pa: Apelativo cariñoso para ahorra saliva empleado por Kanon para llamar a su poco hablador padre.
Fin de la monótona vida de Kanon, inicio del fic
- Capítulo 2 (1ª parte): De mal en peor
“De males a bienes dicen que se pasa fácilmente; pero de males a males, digo yo que es más frecuente.”
Pedro Calderón de la Barca
25 de Febrero, 17:32
Mansión Edgeworth
–Phoenix Wright-
Era el fin del mundo tal y como yo lo había conocido siempre. Mi vida y mi mundo se derrumbaban lentamente, pedacito a pedacito como si de cristal se tratasen, y siguiendo a mi maltrecha vida yo también me derrumbaba. No era ya el hecho de que aquel cuerpo no fuera el mío, eso era algo demasiado evidente como para ponerlo en duda: ni rastro de gomina en el pelo, ropas caras de color granate que en mi vida me habría podido permitir junto con un engorroso cuello de camisa blanco que en conjunto me hacían sentir como un completo idiota pijo. No, no era el hecho de que yo “fuera” Miles Edgeworth, sino el hecho de que aquella tampoco era mi casa, ni la gente con la que estaba acostumbrado a convivir. Estaba completamente perdido en un lugar extraño, del que mucho dudaba poder salir con vida.
- ¡En pie, señor Phoenix Wright! Terminó la hora del té.- La firme voz de Franziska interrumpió mi trigésimo cuarto sorbo fingido de aquella amalgama líquida de color granate casi transparente, más conocida como té negro demasiado aguado, receta especial de Gumshoe. Me llevé una servilleta de tela a la boca, tratando de quitarme el sabor que el horrible menjunje había dejado en mis labios sin demasiado efecto. Y es que a pesar de estar muy diluida, la condenada sustancia desprendía un aroma inconfundible cien metros a la redonda, y tenía un sabor fuerte, demasiado fuerte para los gustos de un servidor partidario del café. Por un momento me vi a mi mismo echando de menos el aroma de los combinados explosivos de Godot.
- ¿Te ha gustado el té?- Gumshoe se acercó al sillón en el que estaba sentado, mientras alargaba su mano derecha hacia mí, pidiéndome la taza.- Le he echado más agua de la normal, para que no le supiera demasiado fuerte, al señor Edgeworth le gusta mucho más cargado.- Le miré con expresión de horror y maldije por lo bajo. Confirmado. Edgeworth no tiene paladar.
- Sí… me ha encantado.- Mentí al mismo tiempo que le entregaba la taza con una sonrisa glacial, fingir nunca se me dio bien.
- ¡Genial! Entonces mañana se lo volveré a preparar.- Se alejó con la taza de té y una sonrisa alegre pintada en su rostro en dirección a la cocina, dejando atrás el inmenso salón en e[/spoiler]l que nos encontrábamos. Por suerte para mí no se había fijado en que la taza estaba tan llena –o más- que cuando me la entregó.
- Bien, señor Phoenix Wright. Prosigamos con el entrenamiento.- Me tendió un tocho de papeles metidos cuidadosamente en una carpeta verde mientras nos encaminábamos al vestíbulo.- Léetelos para esta noche. Son los informes del último caso de mi hermanito, te servirán de referencia para tu próximo caso.- Los recogí procurando mantener la cara de póquer característica de Edgeworth.
- Eh, ¿Franziska?- Me aclaré la garganta, no quería que mi tono de voz mostrase la inquietud que dominaba mi mente en aquellos instantes. Mandamiento número tres de “cómo ser Edgeworth”: No flaquearás ni mostrarás tus verdaderos sentimientos en vano, es decir, nunca.- Perdóname si no te entendí bien, pero acabas de decir: “te servirán de referencia para tu próximo caso”.
- Me ha entendido correctamente, señor Phoenix Wright.- Suspiré, ¿por qué no me llamaba simplemente Wright?- Mañana comienza la investigación, el inspector cutre se irá en breves momentos a la escena del crimen para encontrar pruebas, testigos y a una de las piezas fundamentales para todo fiscal: el sospechoso.- Alzó su látigo y lo tensó, mientras sus ojos helados me lanzaban una mirada socarrona.- ¿Comprendido?- Asentí mientras sentía como mi pobre mundo se hundía definitivamente en las tinieblas, estaba totalmente equivocado, lo peor aún no había pasado: ¡solo acababa de comenzar!
- ¡Ya estoy aquí!- Gumshoe llegó a la carrera a la entrada de la vivienda, procurando situarse en un punto equidistante de la salida al exterior, las escaleras que ascendían a la planta superior y el tenso látigo de Franziska.
- Bueno señor Phoenix Wright.- Y dale, incluso preferiría que me llamara Edgeworth, así podría hacer como si la cosa no fuera conmigo.- Antes de poder seguir con tu entrenamiento, quiero comprobar que has aprendido perfectamente todo lo que te he contado hasta ahora.- Hizo especial hincapié en la palabra “perfectamente” y volvió a tensar su látigo, situándolo peligrosamente cerca de mi persona.- Primera pregunta: ¿Cómo te llamas?
- …Miles Edgeworth.
- ¡Mal!- La miré con asombro, ¿cómo que mal? Después de haberme pasado toda la mañana esquivando su endemoniado látigo hasta que fui capaz de responder a esa pregunta sin decir Phoenix Wright.- ¡Tienes que decirlo con más fuerza!
- Franziska, siento defraudarte, pero no creo que el verdadero Edgeworth lo dijera con más fuerza.- Es más, hasta lo diría con menos; pensé. Edgeworth parecía una persona fuerte y dura en los juicios, pero en cuanto salía de los tribunales se encerraba detrás de una coraza de difícil acceso. Las relaciones sociales no eran, definitivamente, su punto fuerte. Aún así me extrañó que su “hermana” no supiera lo herméticamente cerrado que podía llegar a ser su hermanito. O eso, o lo tenía subido en un pedestal. Pero con el látigo cerca no era momento para ponerse a carear a la joven von Karma con su realidad.
- Tienes razón.- Admitió mientras lanzaba un suspiro y refunfuñaba algo por lo bajo en otro idioma, seguramente alemán. Pero sus murmullos se vieron interrumpidos por el sonido del teléfono.- Discúlpeme, señor Phoenix Wright.
- No hay problema. Pero haz el favor de dejar de llamarme por mi nombre completo.- La miré, suplicante.
- No, señor Phoenix Wright. Espéreme aquí, volveré en unos minutos.- Sonrió, sus labios curvados en una socarrona sonrisa glacial, y se marchó a contestar el teléfono.
Me quedé allí, en el amplio vestíbulo de la mansión Edgeworth, plantado como un pasmarote. Un pasmarote que, por cierto, iba vestido a conjunto con las cortinas, las alfombras, el tapizado de los sillones, los manteles, las servilletas, las lámparas… en definitiva, a conjunto con la decoración de la casa. Al cabo de un rato reaccioné y arrastré mi maltrecho ego por el pasillo central de la casa, el que según unos planos que me había dado Miss Látigo, conducía al salón, al comedor, a la cocina y al jardín. Opté por el jardín, un bello paraíso de verde hierba lleno de flores y altos árboles que bordeaban la mansión y la protegían de miradas indiscretas; lo suficientemente grande como para perderse en su laberinto esmeralda, lo suficientemente solitario como para permitir que me perdiera en mis pensamientos, algo a lo que me estaba aficionando últimamente. Me senté en un banco rodeado de tulipanes –granates, como no-, a la sombra de un abedul y cerré los ojos. Sentí como una suave brisa soplaba entre las ramas de los árboles, meciéndolas creando un suave murmullo acompañado de vez en cuando por el alegre trinar de un pájaro.
- ¡Señor Ed… digo Wright!- Me levanté de un golpe del banco, sobresaltado.- Perdona, no era mi intención asustarte.- Gumshoe, como no. Tenía la frente perlada de sudor y vestía su típico abrigo verde raído- Vaya…- Se echó a reír.- ¡Es la primera vez que veo a Edgeworth con una cara así!- Yo también me eché a reír, aunque no podía ver “mi” propia expresión.
- ¿Quería algo, inspector?- Si había venido corriendo, como su frente sudada daba a entender, desde la mansión hasta el banco tendría que tener una buena razón.
- Sí, amigo.- Su expresión se ensombreció unos instantes.- Todavía no logro acostumbrarme a esto del “intercambio”. No logro verle como Phoenix Wright por más que lo intento, amigo. Su voz, su cara, su cuerpo, sus gestos son los del señor Edgeworth… Lo único extraño es su comportamiento.
Lo que el tranquilo jardín había logrado borrar de mi memoria por unos instantes volvió con la fuerza de un huracán, aquel horrible pensamiento que había lanzado al mar del olvido me lo devolvían con furia las olas de los recuerdos: yo ya no era Phoenix Wright. Sacudí la cabeza con fuerza y me dejé caer en el banco llevándome las manos a la cara. Tenía ganas de llorar, ¿para qué negarlo? Me sentía impotente, metido en medio de un bosque del que nunca lograría salir.
- ¿Se encuentra bien, amigo? ¡Amigo!- La voz de Gumshoe me llamaba a lo lejos, abriéndome una vía de escape para huir de mis oscuros pensamientos, pero no tenía ganas de responderle.
- ¿Se puede saber qué hacéis aquí?- Franziska apareció detrás del inspector Gumshoe al mismo tiempo que levantaba su látigo y lo estrellaba contra la espalda del pobre Dick.
- ¡Aaaargh! ¿Por qué yo?
- Ya basta de tonterías, es hora de seguir con lo nuestro, solo tenemos dos días para prepararte para el juicio… ¿Me estás escuchando?- Franziska me agarró de la barbilla y me hizo mirarle a los ojos.- ¡Haz el favor de comportarte como un hombre, señor Phoenix…!
- ¡Ya basta!- Grité, tanto el inspector como Franziska me miraron asombrados, en la cara de Dick se podía apreciar algo parecido al temor.- Desde que he vuelto el hospital no he tenido ni un respiro, ¡ni un momento de descanso! Y eso que aún me estoy recuperando de un accidente.- Señalé las vendas que cubrían mi frente.- Necesito descansar, tiempo para relajarme.- Paré unos instantes y tomé aire, calmándome.
- A diferencia de los abogaduchos, los fiscales no tienen tiempo para descansar.- Franziska alzó su cabeza con un aire autosuficiente.
- Los abogados tampoco tienen mucho tiempo para descansar.- Añadí en voz baja.
- Aún así, tengo que salir un momento, estaré de vuelta en media hora. Mientras tanto puedes descansar.- Increíble, pensé, por una vez me hacía caso. Aunque mucho me temía que fuera por la misma razón por la que Gumshoe me miraba con recelo, la cara de mal humor de Edgeworth impone, aunque una vez que lo conoces bien llega a parecerte graciosa.
- Por cierto, señor Phoenix Wright, si quieres que deje de llamarte por tu nombre completo haz el favor de dejar de llamarme Franziska. Miles Edgeworth siempre me llama por mi nombre completo.- De tal palo tal astilla, sonreí.
- Yo creí que te llamaba Franny o Franzis o hermanita o…- Me callé al mismo tiempo que el látigo acababa con el blanco cuello de fiscal que llevaba puesto.
- Insolente.- Franziska se dio media vuelta tratando de mantener a flote su dignidad y caminando bien erguida se alejó con paso firme del jardín.
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Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
- Bueno amigo, te enseñaré dónde está la habitación del señor Edgeworth. Tu habitación.- Añadió apresuradamente.
Seguí a Gumshoe al interior de la mansión mientras mi mente se alejaba de allí a la misma velocidad a la que el inspector me guiaba por los intrincados pasajes del jardín.
Una habitación, eso me recordaba que la mía no estaba precisamente limpia. Había dejado la limpieza general para un fin de semana que ya nunca llegaría y las camisetas se amontonaban en pila al lado del armario. Entonces caí en la cuenta de que la primera camiseta de la pila era el jersey rosa con el corazón rojo y la P de Phoenix que me regaló Dhalia (¿o tal vez debería decir Iris?), y que debajo de la camiseta estaba mi cuaderno de notas, y que en el cuaderno de notas tenía la clave de mi portátil, algunas anotaciones de carácter personal y las cartas de amor que Iris me mandaba en mi época de estudiante universitario. Perra suerte la mía, ya no era solo el intercambio, sino sus consecuencias: adiós a mi vida privada y por ende, a la de Edgeworth.
- Ale amigo, esta es la habitación.- Gumshoe me sacó de mis pensamientos una vez más y abrió una puerta de madera dando paso a una gran sala cuadrada, de paredes crema y cortinas granates que tapaban un enorme balcón, en cuyo centro se alzaba una enorme cama con bisel –granate, para variar-. – Bueno, yo me voy tengo trabajo que hacer. ¡Ah, se me olvidaba! Esto es para usted.- Me tendió un teléfono móvil de color… ¿a que no lo adivináis? Granate, sí, granate.- Este es el móvil del señor Edgeworth. Me ha dicho que te lo de con una condición.
- ¿Qué condición?- Gumshoe sacó un papel garabateado y arrugado de su bolsillo y lo leyó en voz alta.
- Si el móvil sufre algún desperfecto durante el tiempo que estemos intercambiados, cuando todo vuelva a la normalidad, Phoenix Wright tendrá que trabajar para mí, Miles Edgeworth, como sirviente durante un mes.- Miré a Gumshoe con cara de fastidio.
- Perfecto.- Mascullé mientras cogía el móvil.- ¿Es que no tiene criados suficientes?
- El señor Edgeworth no tiene criados.- Le miré con asombro.
- ¿Entonces quién limpia todo esto?- Intuí la respuesta antes de que abriera la boca.
- Yo.- Ladeó la cabeza.- Aunque él también colabora. ¿Sabía que es un excelente cocinero?- ¿Miles cocinando? Eso sí que no.- Y sus tés y galletas son simplemente deliciosos.- Otro que tenía a cierta persona subida en un pedestal.- Por cierto, amigo, de esos armarios.- Señaló dos grandes armarios que había al fondo de la estancia.- Solo puede usar uno, el de la izquierda. El otro está cerrado con llave.
- ¿Y la llave?- Inquirí.
- Edgeworth me ordenó tajantemente que no te la diera.- Más que perfecto, suspiré.
- ¿Ha venido Edgeworth?
- No, me ha llamado por teléfono y me ha dado instrucciones.- Sonrió con mientras cerraba los ojos.- Hora de irme, tengo mucho trabajo que hacer para que pasado mañana gane ese caso.- Me giñó un ojo y salió de la habitación cerrando la puerta.
Me tumbé en la cama. Un juicio, como fiscal, pasado mañana. Me giré hasta quedar bocabajo, los restos del cuello me molestaban. Me incorporé y los arranqué, lanzándolos al suelo. De repente el móvil comenzó a sonar, la melodía de la nueva versión del samurái de acero inundó la sala. Sonreí para mis adentros, Maya no era la única fan del metálico samurái.
- ¿Sí? Miles Edgeworth al habla.
- Veo que has estado practicando, Wright.- Aquella voz, ¡era la mía!
- Miles.
- Supongo que sí, aunque con tanta gomina en la cabeza estoy empezando a dudar sobre mi identidad, Wright. ¿Sabes que por culpa de los diez quilos de gomina que llevas en el pelo me han tenido que repetir una prueba en el hospital dos veces?- Sonaba preocupado, pero me eché a reír.- Eso, ríete de mí, disfruta mientras puedas pero mis problemas son tus problemas.
- Aguafiestas.
- No es hora de bromear, tengo poco tiempo ahora que he logrado desviar la atención de las jóvenes Fey.- Suspiró.- Wright, tengo que hablar contigo.
- Si es sobre el caso, no hay problema. Pero si es sobre facturas yo no sé nada de nada…- Hora de hacerse el sueco.
- Es algo mucho más serio.- Parecía ansioso, supongo que, como yo, no acababa de llevar del todo bien el intercambio.- Te espero en el Trés Bien, a las nueve y media. Tú solo.- ¿Acaso me iba raptar?- Por cierto, ve a mi despacho y mira en el primer cajón. Hay un sobre verde, cógelo y tráelo al restaurante.- Terminó la frase y colgó el teléfono, dejándome con la palabra en la boca.
____________________________________________________________________________
Por cierto, en esta mitad del capítulo hay una frase que suele decir el protagonista de Hotel Dusk, a quien la encuentre le dejo que me pida un extra (algún oneshoot o lo que sea) XD. Muchas gracias por leer ^^.
Seguí a Gumshoe al interior de la mansión mientras mi mente se alejaba de allí a la misma velocidad a la que el inspector me guiaba por los intrincados pasajes del jardín.
Una habitación, eso me recordaba que la mía no estaba precisamente limpia. Había dejado la limpieza general para un fin de semana que ya nunca llegaría y las camisetas se amontonaban en pila al lado del armario. Entonces caí en la cuenta de que la primera camiseta de la pila era el jersey rosa con el corazón rojo y la P de Phoenix que me regaló Dhalia (¿o tal vez debería decir Iris?), y que debajo de la camiseta estaba mi cuaderno de notas, y que en el cuaderno de notas tenía la clave de mi portátil, algunas anotaciones de carácter personal y las cartas de amor que Iris me mandaba en mi época de estudiante universitario. Perra suerte la mía, ya no era solo el intercambio, sino sus consecuencias: adiós a mi vida privada y por ende, a la de Edgeworth.
- Ale amigo, esta es la habitación.- Gumshoe me sacó de mis pensamientos una vez más y abrió una puerta de madera dando paso a una gran sala cuadrada, de paredes crema y cortinas granates que tapaban un enorme balcón, en cuyo centro se alzaba una enorme cama con bisel –granate, para variar-. – Bueno, yo me voy tengo trabajo que hacer. ¡Ah, se me olvidaba! Esto es para usted.- Me tendió un teléfono móvil de color… ¿a que no lo adivináis? Granate, sí, granate.- Este es el móvil del señor Edgeworth. Me ha dicho que te lo de con una condición.
- ¿Qué condición?- Gumshoe sacó un papel garabateado y arrugado de su bolsillo y lo leyó en voz alta.
- Si el móvil sufre algún desperfecto durante el tiempo que estemos intercambiados, cuando todo vuelva a la normalidad, Phoenix Wright tendrá que trabajar para mí, Miles Edgeworth, como sirviente durante un mes.- Miré a Gumshoe con cara de fastidio.
- Perfecto.- Mascullé mientras cogía el móvil.- ¿Es que no tiene criados suficientes?
- El señor Edgeworth no tiene criados.- Le miré con asombro.
- ¿Entonces quién limpia todo esto?- Intuí la respuesta antes de que abriera la boca.
- Yo.- Ladeó la cabeza.- Aunque él también colabora. ¿Sabía que es un excelente cocinero?- ¿Miles cocinando? Eso sí que no.- Y sus tés y galletas son simplemente deliciosos.- Otro que tenía a cierta persona subida en un pedestal.- Por cierto, amigo, de esos armarios.- Señaló dos grandes armarios que había al fondo de la estancia.- Solo puede usar uno, el de la izquierda. El otro está cerrado con llave.
- ¿Y la llave?- Inquirí.
- Edgeworth me ordenó tajantemente que no te la diera.- Más que perfecto, suspiré.
- ¿Ha venido Edgeworth?
- No, me ha llamado por teléfono y me ha dado instrucciones.- Sonrió con mientras cerraba los ojos.- Hora de irme, tengo mucho trabajo que hacer para que pasado mañana gane ese caso.- Me giñó un ojo y salió de la habitación cerrando la puerta.
Me tumbé en la cama. Un juicio, como fiscal, pasado mañana. Me giré hasta quedar bocabajo, los restos del cuello me molestaban. Me incorporé y los arranqué, lanzándolos al suelo. De repente el móvil comenzó a sonar, la melodía de la nueva versión del samurái de acero inundó la sala. Sonreí para mis adentros, Maya no era la única fan del metálico samurái.
- ¿Sí? Miles Edgeworth al habla.
- Veo que has estado practicando, Wright.- Aquella voz, ¡era la mía!
- Miles.
- Supongo que sí, aunque con tanta gomina en la cabeza estoy empezando a dudar sobre mi identidad, Wright. ¿Sabes que por culpa de los diez quilos de gomina que llevas en el pelo me han tenido que repetir una prueba en el hospital dos veces?- Sonaba preocupado, pero me eché a reír.- Eso, ríete de mí, disfruta mientras puedas pero mis problemas son tus problemas.
- Aguafiestas.
- No es hora de bromear, tengo poco tiempo ahora que he logrado desviar la atención de las jóvenes Fey.- Suspiró.- Wright, tengo que hablar contigo.
- Si es sobre el caso, no hay problema. Pero si es sobre facturas yo no sé nada de nada…- Hora de hacerse el sueco.
- Es algo mucho más serio.- Parecía ansioso, supongo que, como yo, no acababa de llevar del todo bien el intercambio.- Te espero en el Trés Bien, a las nueve y media. Tú solo.- ¿Acaso me iba raptar?- Por cierto, ve a mi despacho y mira en el primer cajón. Hay un sobre verde, cógelo y tráelo al restaurante.- Terminó la frase y colgó el teléfono, dejándome con la palabra en la boca.
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Por cierto, en esta mitad del capítulo hay una frase que suele decir el protagonista de Hotel Dusk, a quien la encuentre le dejo que me pida un extra (algún oneshoot o lo que sea) XD. Muchas gracias por leer ^^.
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
ha estado muy bien el capitulo Kanon, sigue asi =)
Phoenix Wright- Pesadilla del Juzgado (Administrador Clan Abogados)
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
Me ha gustado mucho, además es un capítulo largo con abundante narración y texto, como a mí me gustan XD Ahora mismo no caigo en la frase de Hotel Dusk... Supongo que es porque hace mucho que no juego XD Pero bueno, va muy bien, me ha encantado el toque de suspense final, ¡sigue así! ;)
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
Jugué al Hotel Dusk hace tanto... hoy me pondré a jugar de nuevo para encontrar la frase xDxDxD
Sigue genial después de todo éste tiempo *0* y me gustaría saber que hay dentro de ese sobre verde...jum jum...sospechoso...¿qué se traerá Edgeworth, digo Phoenix Wright, digo... ...entre manos xD? Todo ésto y mucho más en el próximo capítulo
Sigue genial después de todo éste tiempo *0* y me gustaría saber que hay dentro de ese sobre verde...jum jum...sospechoso...¿qué se traerá Edgeworth, digo Phoenix Wright, digo... ...entre manos xD? Todo ésto y mucho más en el próximo capítulo
Regal Reed- Fiscal en Prácticas
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
¡Muchas, muchas, muchas gracias por comentar *.*! Esta vez no diré mucho (que "hablo" demasiado y después no me queda espacio para el fic -.-). Antes de nada...pistas para lo de Hotel Dusk, que es un tanto complicado u.u, sorry (la dice unas dos-tres veces en el primer capítulo, está formada por 4 palabras, dos de ellas artículos, empieza por P y acaba por a...XD). Espero que os guste la segunda parte del segundo capi.
25 de Febrero, 17:34
Bufete Wright & Co.
–Miles Edgeworth-
25 de Febrero, 17:34
Bufete Wright & Co.
–Miles Edgeworth-
Cuatro horas más de las esperadas, junto con la repetición de una prueba médica por culpa de cierto exceso de gomina, habían retrasado la concesión del alta, que finalmente me fue entregada a las cuatro de la tarde. Y otra hora más necesitó Maya para saciar su voraz apetito en un tugurio de mala muerte llamado “hamburguesería el Samurái de Acero”, cuya factura corrió obviamente a cuenta de los vacíos bolsillos de Phoenix –ahora mis bolsillos-. ¿A qué tipo de vida tenía Wright acostumbradas a sus jóvenes ayudantes?
- Bienvenido al bufete Wright & Co., señor Edgeworth. - La alegre voz de la ayudante de Phoenix Wright me sacó de mis ensoñaciones. - ¡Un momento!- Me sobresalté.- Señor Edgeworth es demasiado formal, no me gusta.- Es mi nombre, pensé con fastidio.- ¿Qué tal “Nickgey”? ¡Suena bien! Casi tan bien como “Samurái de Acero”- Si tú lo dices…, suspiré, la alocada personalidad de aquella muchacha no parecía admitir contradicciones.- Bueno, entonces: ¡Bienvenido al bufete Wright & Co., Nickgey!- Gruñí mientras trataba de mantener una sonrisa.
- ¿Maya, la mística y Edgeworth…?- Pearl Fey nos miraba poco disimuladamente, con las manos en su mejillas y sus ojos grises brillando como parpadeantes lucecitas navideñas.- ¡Señor Edgeworth! Ahora que el señor Nick ha abandonado a la pobre Maya, la mística…- Hizo un puchero y yo la miré asombrado, no tenía ni idea de la relación que mantenía Wright con Maya. Aunque bien mirado, su comportamiento en las dos situaciones en que Maya había estado raptada y desaparecida, respectivamente, había sido un tanto excesivo. ¿Y ahora la había dejado de lado? No conocía esa fachada donjuanesca de Wright.- Bueno, espero que usted sea capaz de cuidar de Maya, la mística en su lugar, como un verdadero caballero de brillante armadura.- Lanzó un suspiro.- Y si se le ocurre volver a abandonar a Maya yo…- Alzó una de las mangas de su traje mostrando su mano cerrada en un puño con muy mala pinta. Stop. ¿Estaba sugiriendo lo que yo creía que estaba sugiriendo? Me llevé una mano a mi frente cubierta de vendas mientras trataba de imaginar cómo sobrevivía Wright a semejante infierno. No me extrañaba que hubiese abandonado a la señorita Fey.
- ¡Basta ya Pearly! Deja de molestar a Nickgey, recuerda que aún está enfermo.- Me señaló uno de los sofás que había en la entrada del bufete.- Voy a por algo para beber.
- Pearl, yo…- Lo mejor era dejar las cosas claras desde el principio. Yo no era ningún remplazo de Wright.
- ¿No estará pensando en abandonar a Maya, la mística, verdad? Ni en perseguir a sacerdotisas jóvenes de Hazakura de pelo negro, ¿uh?- Sus ojos llameaban. ¿Sacerdotisas de pelo negro?
- No, en absoluto.- Se calmó. Algo me decía que Wright era demasiado concesivo con las dos Fey, al igual que era demasiado concesivo con sí mismo.- Mira, Pearl. Prometo que cuidaré de Maya, la mística. Pero yo no soy su caballero de la brillante armadura.- Volvió a arremangarse y yo comencé a sudar.- Protegeré a Maya, pero solo hasta el regreso de su verdadero caballero. Sería muy cruel por mi parte traicionar así a Maya cuando ella para mí no es más que una gran amiga. Jamás heriría los sentimientos de una dama.- Acompañe mi discurso de gestos exagerados, para realzar mis palabras.
- Lo siento señor Edgeworth.- Me miró con tristeza.- Estaba equivocada.- Suspiré con alivio, salvado.- Usted no es un caballero, ¡es un príncipe!- Me miró con admiración.
Gemí y oculté mi cara entre las manos de Wright –mis manos-. Había fallado, ¡y de qué manera! Aquello solo tenía una salida: hablar con Wright y que él aclarara las cosas con Maya. Asentí para mis adentros, tenía que hablar con él, fuera como fuese.
- ¿Te ha molestado mucho?- Maya llegó, con la boca llena de chocolate y una bandeja con zumo y bombones.
- N…no.- Mentí mientras agarraba un vaso con líquido de color anaranjado.
- Bueno, os dejo a solas. Maya tiene mucho que hablar con su príncipe.- Escupí el poco zumo que había bebido, asombrado, y Pearl salió de la habitación con una sonrisa.
- ¿Se encuentra bien?
- Sí, no es nada, señorita Fey.- Me limpié la boca con uno de los pañuelos que había en los bolsillos del traje de Wright.
- ¡Vamos Nickgey! Llámame Maya, hay confianza, ¿ok?- Sonrió.- ¡Oh! Casi se me olvidaba.- Rebuscó un rato en la manga izquierda de su ropa y sacó un pequeño móvil, de esos de hace más de diez años que eran en blanco y negro y me lo tendió.- Es el móvil de Nick. ¿Cuídaselo, vale? Seguro que no hay que preocuparse por nada. Nick dice que eres muy limpio y ordenado.- ¿Wright hablaba de mí?- Y muy cuidadoso con lo que haces, lo único que no se te da muy bien son las manualidades, ¿verdad?- Gruñí de nuevo mientras maldecía a Wright.- No importa, al menos podrás organizar un poco su cosas, ¡da miedo entrar en su piso! Y eso que ni siquiera es suyo…
- ¿Eh?
- El piso es de alquiler, y el bufete está hipotecado. ¡Ah! Y tenemos atrasadas varias facturas de luz…- Se quedó pensativa durante unos instantes.- Ya decía yo, ahora todo encaja. Hace unos días nos mandaron una carta diciendo que si no pagábamos la luz en una semana nos la iban a cortar. Eso quiere decir que hoy es el último día que tenemos luz.- Su expresión se ensombreció.- ¡Oh no! Eso quiere decir que no podré volver a ver la tele.- Me miró con horror.- ¡Tienes que ayudarnos Nickgey! Es lo que Nick haría, el siempre nos salva.
Genial, maravilloso. No solo estaba encerrado en un cuerpo sudoroso de cuero cabelludo engominado y vestido con trapos de mala calidad, sino que encima debía una suma de dinero bastante considerable, una muchacha pequeña estaba empeñada en juntarme con su prima mayor y su prima estaba empeñada en que yo las salvara de las malvadas facturas. Mi mundo, tal y como había sido siempre, estaba muerto. Ya solo quedaba el que yo fuera capaz de admitirlo.
- Veré lo que puedo hacer.- Maya sonrió.
- Podrías comenzar por aceptar un caso, ya sabes. Con lo malvado que eres como fiscal seguro que te conoces todos los trucos sucios de la fiscalía.- Sabía que lo decía sin maldad, pero mi ego se resentía.- ¡Seguro que no dejas pasar ni una! La verdad es que dentro de los tribunales eres una persona totalmente diferente a como eres fuera, cuando sales de la sala de juicios se podría decir que casi eres buena persona. Pero dentro das miedo.
No sabía si reír o llorar, cada palabra que había pronunciado era un afilado puñal clavado en mi orgullo. Sonreí con ironía, tratando de mantener la compostura.
- La gente nunca es lo que parece.
- Pero yo estoy segura de que detrás del “fiscal demonio”, se esconde un gran corazón.- ¿Cuánto tiempo hacía que no escuchaba aquel horrible apodo? Por lo menos dos años.- Sino Wright no confiaría tanto en ti, y si algo tiene de bueno Wright es que cala rápido a las personas.- Suspiró mientras miraba a lo lejos.
- Aprecias mucho a Wright, ¿no?- Me miró extrañada.- Bueno, yo, quería decir… No me malinterpretes, es simplemente que…yo…esto, sí…
- Sí, es como si fuera una especie de hermano al que hay que cuidar y vigilar. No esperaba que fueras tan observador, Nickgey.- Sonrió con reprobación, pero mi mente ya estaba muy lejos de ahí, ¿quién había pronunciado unas palabras similares alguna vez? ¡Ah, sí! Franziska. “Edgeworth es como un hermano pequeño para mí”. Parecía que Wright y yo teníamos más cosas en común de las que yo deseaba.
- ¿Un hermano, eh? Deberías preocuparte un poco por su aspecto, como se descuide pronto lo van a confundir con un erizo azul.- Nos echamos a reír.
- Sí, pero el ya es mayor, ¡debería independizarse de una vez por todas!- Nos volvimos a reír.- Y, pensándolo bien, tú también aprecias mucho a Wright, ¿no?
- ¿Yo?...- Para qué mentir, el día en que escuché que estaba en peligro de muerte, hacía ya unas semanas, sentí como mi corazón se paraba. La única persona en quien podía confiar de verdad estaba entre la vida y la muerte; porque él era la única persona en quién podía confiar, ¿o tal vez no?- Wright es mi mejor amigo.- Me sorprendí a mi mismo diciendo aquellas palabras.- Aunque a veces resulta poco pesado y es muy ingenuo, lo aprecio mucho…
- No me equivocaba cuando decía que tenías un gran corazón, jejeje.- Me miró, parecía alegre, aunque no entendía el por qué de su repentina felicidad.
Qué giro más extraño había tomado nuestra conversación, lo que comenzó con unas facturas había acabado en una confesión. Me llevé el vaso de zumo a los labios y lo apuré de un trago. Sabía bien, a naranja, aunque tenía cierto regusto artificial. Donde estuviera un buen té… En fin, no tenía por qué preocuparme, no esperaba que Wright tuviera paladar. Miré a Maya de reojo, estaba muy ocupada limpiando de bombones la bandeja que había traído. “Tengo que hablar con Wright”, aquel pensamiento resonó en mi cabeza de nuevo, acompañado de un pequeño flash: ¡el sobre verde! No podía retrasarlo más, pero tampoco podía permitirme el lujo de que Maya, Pearl o Franziska escucharan lo que tenía que decir. Sobre todo Franziska. Suspiré, tenía que encontrar una forma de quedarme a solas durante unos instantes…
- Maya…ugh…- Me llevé una mano al estómago.
- ¡Nickgey! ¿Te encuentras bien?- Su cara atemorizada, con los labios cubiertos de chocolate formaban un conjunto grotesco.
- Creo que necesito ir al baño…- La miré, apremiante.
- Esta en la otra habitación, en una puerta a mano izquierda, ¿necesitas ayuda?
- ¡NO! Digo….ugh, no es necesario, gracias.- Mal Edgeworth, han estado a punto de pillarte. Bufé un poco mientras hacía que me partía de dolor y me encaminaba hacia el baño con el móvil de Wright en un bolsillo del pantalón.
- Está bien, iré con Pearl a la farmacia, me parece que no tenemos pastillas para el dolor de estómago. Tu espera aquí, y si te encuentras muy mal me llamas al móvil, ¿vale?- Asentí y escuché el ruido de una puerta cerrándose.
Mi estúpido plan había funcionado de puro milagro, no tenían medicinas y eso me había salvado. Ahora quedaba lo más importante, contactar con Wright. Conociendo a Franziska, seguro que ni se le había pasado por la cabeza dejarle mi móvil. Y llamar a mi casa no era una opción si lo que quería era hablar a solas con Wright. “Gumshoe”. Su cara apareció en mis desordenados pensamientos al mismo tiempo que marcaba su número en el prehistórico móvil de Wright.
- ¿Gumshoe? Soy yo, Edgeworth.- Durante cinco minutos escuché los sollozos de Gumshoe pidiéndome que me cuidara y que regresara pronto hasta que terminé por cortarlo a las malas con un gruñido de los míos –ahora con el toque de la voz de Wright-.- Necesito que le prestes a Wright mi móvil… Sí, está en mi despacho, en el segundo cajón. Y también quiero que le digas esto, toma nota: “Si el móvil sufre algún desperfecto durante el tiempo que estemos intercambiados, cuando todo vuelva a la normalidad, Phoenix Wright tendrá que trabajar para mí, Miles Edgeworth, como sirviente durante un mes.” ¿Lo tienes? Perfecto, me pensaré lo de tu aumento de sueldo. ¡Ah! Y no se te ocurra dejarle la llave de mi segundo armario bajo ningún concepto o haré que te despidan, ¿me has entendido?- “Perfectamente, señor” una contestación típica de Gumshoe.- Excelente. Gumshoe, cuida de Wright, pero no te olvides de Franziska ni de Pess. Sí, me cuidaré no te preocupes por eso. Hasta luego.
Colgué, había perdido más de diez minutos hablando con el inspector. Me encerré en el pequeño baño del bufet. Si quería hablar con Wright tenía que darme prisa. ¿A quién pretendía engañar? No me iba a dar tiempo, la única solución era quedar con él en un lugar poco transitado. No tenía por qué ser un bar de mala muerte tal vez…sí. Aquel cutre-restaurante francés de dudosa calidad era perfecto. Marqué el número de teléfono de mi móvil confiando en que Gumshoe hubiera cumplido diligentemente el encargo. Mi voz sonó, alta y clara desde el otro lado de la línea.
- Veo que has estado practicando, Wright…- Musité.
Franziska regresó con más fuerza de las que yo esperaba, enarbolando su látigo y con un fuego helado iluminando sus ojos. Las pocas fuerzas que yo había conseguido reunir tumbado en la mullida cama de Edgeworth se desvanecieron alimentando el fuego de Franziska con cada pregunta relativa a la fiscalía que me hacía. Las horas pasaron lentamente, entre lecciones de etiqueta y comportamiento y clases sobre fiscalía e investigación policial. Y aún no se me había ocurrido como explicarle a Franziska que había quedado con Miles sin decirle que había quedado con Miles. Y menos como colarme a hurtadillas en el despacho del fiscal. Miré el reloj, desesperado, las nueve. Media hora para la “cita”.
- ¿Me estás escuchando maldito ignorante?- Desde su regreso, sus insultos habían ido ganando en furia y perdiendo en ingenio. Supongo que la mención de su hermanito en conjunto con sus “apelativos cariñosos” había despertado en demasía el instinto asesino de la fiscal.
- Sí, pero estaba pensando…
- Si no tiene nada que ver con nuestras lecciones será mejor que lo olvides.- Acarició suavemente mi cara con su látigo, regodeándose con mi expresión de terror mientras se acomodaba en uno de los dos sillones que había en la entrada de la mansión.- Sigamos, situación número 234, estás en un tribunal y…
- Franziska von Karma.- Se paró en seco y posó su látigo en mi cuello, que había quedado al descubierto al arrancar el blanco cuello de fiscal. Tragué saliva.
- Y pensar que tener a un hombre bajo control es tan sencillo como darle un poquito con el látigo.- Me abstuve de discrepar sobre su concepto de “un poquito” y me centré en lo que verdaderamente importaba, la cita a las nueve y media.
- Acostumbro a salir todas las noches a tomar algo por ahí.- Mentira, por supuesto, al menos esperaba que no se me notara demasiado y colara.- Sé que a partir de ahora no podré permitirme esos lujos, pero me gustaría poder despedirme…ya sabes. Solo una noche.
- ¡Ya! Y después otra y otra, no sabía que le gustara el alcohol, señor Phoenix Wright.- Su látigo ascendió de mi cuello hasta mi boca.
- No bebo alcohol.- Aclaré.- Tomo un café.
- ¿Y pretendes que me lo crea?
- No. Digo….sí...- Se echó a reír y yo me eché a temblar. Y no era para menos, estaba encerrado con un demonio armado con un látigo que me fustigaría a la primera de cambio.
- Bienvenido al bufete Wright & Co., señor Edgeworth. - La alegre voz de la ayudante de Phoenix Wright me sacó de mis ensoñaciones. - ¡Un momento!- Me sobresalté.- Señor Edgeworth es demasiado formal, no me gusta.- Es mi nombre, pensé con fastidio.- ¿Qué tal “Nickgey”? ¡Suena bien! Casi tan bien como “Samurái de Acero”- Si tú lo dices…, suspiré, la alocada personalidad de aquella muchacha no parecía admitir contradicciones.- Bueno, entonces: ¡Bienvenido al bufete Wright & Co., Nickgey!- Gruñí mientras trataba de mantener una sonrisa.
- ¿Maya, la mística y Edgeworth…?- Pearl Fey nos miraba poco disimuladamente, con las manos en su mejillas y sus ojos grises brillando como parpadeantes lucecitas navideñas.- ¡Señor Edgeworth! Ahora que el señor Nick ha abandonado a la pobre Maya, la mística…- Hizo un puchero y yo la miré asombrado, no tenía ni idea de la relación que mantenía Wright con Maya. Aunque bien mirado, su comportamiento en las dos situaciones en que Maya había estado raptada y desaparecida, respectivamente, había sido un tanto excesivo. ¿Y ahora la había dejado de lado? No conocía esa fachada donjuanesca de Wright.- Bueno, espero que usted sea capaz de cuidar de Maya, la mística en su lugar, como un verdadero caballero de brillante armadura.- Lanzó un suspiro.- Y si se le ocurre volver a abandonar a Maya yo…- Alzó una de las mangas de su traje mostrando su mano cerrada en un puño con muy mala pinta. Stop. ¿Estaba sugiriendo lo que yo creía que estaba sugiriendo? Me llevé una mano a mi frente cubierta de vendas mientras trataba de imaginar cómo sobrevivía Wright a semejante infierno. No me extrañaba que hubiese abandonado a la señorita Fey.
- ¡Basta ya Pearly! Deja de molestar a Nickgey, recuerda que aún está enfermo.- Me señaló uno de los sofás que había en la entrada del bufete.- Voy a por algo para beber.
- Pearl, yo…- Lo mejor era dejar las cosas claras desde el principio. Yo no era ningún remplazo de Wright.
- ¿No estará pensando en abandonar a Maya, la mística, verdad? Ni en perseguir a sacerdotisas jóvenes de Hazakura de pelo negro, ¿uh?- Sus ojos llameaban. ¿Sacerdotisas de pelo negro?
- No, en absoluto.- Se calmó. Algo me decía que Wright era demasiado concesivo con las dos Fey, al igual que era demasiado concesivo con sí mismo.- Mira, Pearl. Prometo que cuidaré de Maya, la mística. Pero yo no soy su caballero de la brillante armadura.- Volvió a arremangarse y yo comencé a sudar.- Protegeré a Maya, pero solo hasta el regreso de su verdadero caballero. Sería muy cruel por mi parte traicionar así a Maya cuando ella para mí no es más que una gran amiga. Jamás heriría los sentimientos de una dama.- Acompañe mi discurso de gestos exagerados, para realzar mis palabras.
- Lo siento señor Edgeworth.- Me miró con tristeza.- Estaba equivocada.- Suspiré con alivio, salvado.- Usted no es un caballero, ¡es un príncipe!- Me miró con admiración.
Gemí y oculté mi cara entre las manos de Wright –mis manos-. Había fallado, ¡y de qué manera! Aquello solo tenía una salida: hablar con Wright y que él aclarara las cosas con Maya. Asentí para mis adentros, tenía que hablar con él, fuera como fuese.
- ¿Te ha molestado mucho?- Maya llegó, con la boca llena de chocolate y una bandeja con zumo y bombones.
- N…no.- Mentí mientras agarraba un vaso con líquido de color anaranjado.
- Bueno, os dejo a solas. Maya tiene mucho que hablar con su príncipe.- Escupí el poco zumo que había bebido, asombrado, y Pearl salió de la habitación con una sonrisa.
- ¿Se encuentra bien?
- Sí, no es nada, señorita Fey.- Me limpié la boca con uno de los pañuelos que había en los bolsillos del traje de Wright.
- ¡Vamos Nickgey! Llámame Maya, hay confianza, ¿ok?- Sonrió.- ¡Oh! Casi se me olvidaba.- Rebuscó un rato en la manga izquierda de su ropa y sacó un pequeño móvil, de esos de hace más de diez años que eran en blanco y negro y me lo tendió.- Es el móvil de Nick. ¿Cuídaselo, vale? Seguro que no hay que preocuparse por nada. Nick dice que eres muy limpio y ordenado.- ¿Wright hablaba de mí?- Y muy cuidadoso con lo que haces, lo único que no se te da muy bien son las manualidades, ¿verdad?- Gruñí de nuevo mientras maldecía a Wright.- No importa, al menos podrás organizar un poco su cosas, ¡da miedo entrar en su piso! Y eso que ni siquiera es suyo…
- ¿Eh?
- El piso es de alquiler, y el bufete está hipotecado. ¡Ah! Y tenemos atrasadas varias facturas de luz…- Se quedó pensativa durante unos instantes.- Ya decía yo, ahora todo encaja. Hace unos días nos mandaron una carta diciendo que si no pagábamos la luz en una semana nos la iban a cortar. Eso quiere decir que hoy es el último día que tenemos luz.- Su expresión se ensombreció.- ¡Oh no! Eso quiere decir que no podré volver a ver la tele.- Me miró con horror.- ¡Tienes que ayudarnos Nickgey! Es lo que Nick haría, el siempre nos salva.
Genial, maravilloso. No solo estaba encerrado en un cuerpo sudoroso de cuero cabelludo engominado y vestido con trapos de mala calidad, sino que encima debía una suma de dinero bastante considerable, una muchacha pequeña estaba empeñada en juntarme con su prima mayor y su prima estaba empeñada en que yo las salvara de las malvadas facturas. Mi mundo, tal y como había sido siempre, estaba muerto. Ya solo quedaba el que yo fuera capaz de admitirlo.
- Veré lo que puedo hacer.- Maya sonrió.
- Podrías comenzar por aceptar un caso, ya sabes. Con lo malvado que eres como fiscal seguro que te conoces todos los trucos sucios de la fiscalía.- Sabía que lo decía sin maldad, pero mi ego se resentía.- ¡Seguro que no dejas pasar ni una! La verdad es que dentro de los tribunales eres una persona totalmente diferente a como eres fuera, cuando sales de la sala de juicios se podría decir que casi eres buena persona. Pero dentro das miedo.
No sabía si reír o llorar, cada palabra que había pronunciado era un afilado puñal clavado en mi orgullo. Sonreí con ironía, tratando de mantener la compostura.
- La gente nunca es lo que parece.
- Pero yo estoy segura de que detrás del “fiscal demonio”, se esconde un gran corazón.- ¿Cuánto tiempo hacía que no escuchaba aquel horrible apodo? Por lo menos dos años.- Sino Wright no confiaría tanto en ti, y si algo tiene de bueno Wright es que cala rápido a las personas.- Suspiró mientras miraba a lo lejos.
- Aprecias mucho a Wright, ¿no?- Me miró extrañada.- Bueno, yo, quería decir… No me malinterpretes, es simplemente que…yo…esto, sí…
- Sí, es como si fuera una especie de hermano al que hay que cuidar y vigilar. No esperaba que fueras tan observador, Nickgey.- Sonrió con reprobación, pero mi mente ya estaba muy lejos de ahí, ¿quién había pronunciado unas palabras similares alguna vez? ¡Ah, sí! Franziska. “Edgeworth es como un hermano pequeño para mí”. Parecía que Wright y yo teníamos más cosas en común de las que yo deseaba.
- ¿Un hermano, eh? Deberías preocuparte un poco por su aspecto, como se descuide pronto lo van a confundir con un erizo azul.- Nos echamos a reír.
- Sí, pero el ya es mayor, ¡debería independizarse de una vez por todas!- Nos volvimos a reír.- Y, pensándolo bien, tú también aprecias mucho a Wright, ¿no?
- ¿Yo?...- Para qué mentir, el día en que escuché que estaba en peligro de muerte, hacía ya unas semanas, sentí como mi corazón se paraba. La única persona en quien podía confiar de verdad estaba entre la vida y la muerte; porque él era la única persona en quién podía confiar, ¿o tal vez no?- Wright es mi mejor amigo.- Me sorprendí a mi mismo diciendo aquellas palabras.- Aunque a veces resulta poco pesado y es muy ingenuo, lo aprecio mucho…
- No me equivocaba cuando decía que tenías un gran corazón, jejeje.- Me miró, parecía alegre, aunque no entendía el por qué de su repentina felicidad.
Qué giro más extraño había tomado nuestra conversación, lo que comenzó con unas facturas había acabado en una confesión. Me llevé el vaso de zumo a los labios y lo apuré de un trago. Sabía bien, a naranja, aunque tenía cierto regusto artificial. Donde estuviera un buen té… En fin, no tenía por qué preocuparme, no esperaba que Wright tuviera paladar. Miré a Maya de reojo, estaba muy ocupada limpiando de bombones la bandeja que había traído. “Tengo que hablar con Wright”, aquel pensamiento resonó en mi cabeza de nuevo, acompañado de un pequeño flash: ¡el sobre verde! No podía retrasarlo más, pero tampoco podía permitirme el lujo de que Maya, Pearl o Franziska escucharan lo que tenía que decir. Sobre todo Franziska. Suspiré, tenía que encontrar una forma de quedarme a solas durante unos instantes…
- Maya…ugh…- Me llevé una mano al estómago.
- ¡Nickgey! ¿Te encuentras bien?- Su cara atemorizada, con los labios cubiertos de chocolate formaban un conjunto grotesco.
- Creo que necesito ir al baño…- La miré, apremiante.
- Esta en la otra habitación, en una puerta a mano izquierda, ¿necesitas ayuda?
- ¡NO! Digo….ugh, no es necesario, gracias.- Mal Edgeworth, han estado a punto de pillarte. Bufé un poco mientras hacía que me partía de dolor y me encaminaba hacia el baño con el móvil de Wright en un bolsillo del pantalón.
- Está bien, iré con Pearl a la farmacia, me parece que no tenemos pastillas para el dolor de estómago. Tu espera aquí, y si te encuentras muy mal me llamas al móvil, ¿vale?- Asentí y escuché el ruido de una puerta cerrándose.
Mi estúpido plan había funcionado de puro milagro, no tenían medicinas y eso me había salvado. Ahora quedaba lo más importante, contactar con Wright. Conociendo a Franziska, seguro que ni se le había pasado por la cabeza dejarle mi móvil. Y llamar a mi casa no era una opción si lo que quería era hablar a solas con Wright. “Gumshoe”. Su cara apareció en mis desordenados pensamientos al mismo tiempo que marcaba su número en el prehistórico móvil de Wright.
- ¿Gumshoe? Soy yo, Edgeworth.- Durante cinco minutos escuché los sollozos de Gumshoe pidiéndome que me cuidara y que regresara pronto hasta que terminé por cortarlo a las malas con un gruñido de los míos –ahora con el toque de la voz de Wright-.- Necesito que le prestes a Wright mi móvil… Sí, está en mi despacho, en el segundo cajón. Y también quiero que le digas esto, toma nota: “Si el móvil sufre algún desperfecto durante el tiempo que estemos intercambiados, cuando todo vuelva a la normalidad, Phoenix Wright tendrá que trabajar para mí, Miles Edgeworth, como sirviente durante un mes.” ¿Lo tienes? Perfecto, me pensaré lo de tu aumento de sueldo. ¡Ah! Y no se te ocurra dejarle la llave de mi segundo armario bajo ningún concepto o haré que te despidan, ¿me has entendido?- “Perfectamente, señor” una contestación típica de Gumshoe.- Excelente. Gumshoe, cuida de Wright, pero no te olvides de Franziska ni de Pess. Sí, me cuidaré no te preocupes por eso. Hasta luego.
Colgué, había perdido más de diez minutos hablando con el inspector. Me encerré en el pequeño baño del bufet. Si quería hablar con Wright tenía que darme prisa. ¿A quién pretendía engañar? No me iba a dar tiempo, la única solución era quedar con él en un lugar poco transitado. No tenía por qué ser un bar de mala muerte tal vez…sí. Aquel cutre-restaurante francés de dudosa calidad era perfecto. Marqué el número de teléfono de mi móvil confiando en que Gumshoe hubiera cumplido diligentemente el encargo. Mi voz sonó, alta y clara desde el otro lado de la línea.
- Veo que has estado practicando, Wright…- Musité.
25 de Febrero, 21:02
Mansión Edgeworth, entrada
–Phoenix Wright-
Mansión Edgeworth, entrada
–Phoenix Wright-
Franziska regresó con más fuerza de las que yo esperaba, enarbolando su látigo y con un fuego helado iluminando sus ojos. Las pocas fuerzas que yo había conseguido reunir tumbado en la mullida cama de Edgeworth se desvanecieron alimentando el fuego de Franziska con cada pregunta relativa a la fiscalía que me hacía. Las horas pasaron lentamente, entre lecciones de etiqueta y comportamiento y clases sobre fiscalía e investigación policial. Y aún no se me había ocurrido como explicarle a Franziska que había quedado con Miles sin decirle que había quedado con Miles. Y menos como colarme a hurtadillas en el despacho del fiscal. Miré el reloj, desesperado, las nueve. Media hora para la “cita”.
- ¿Me estás escuchando maldito ignorante?- Desde su regreso, sus insultos habían ido ganando en furia y perdiendo en ingenio. Supongo que la mención de su hermanito en conjunto con sus “apelativos cariñosos” había despertado en demasía el instinto asesino de la fiscal.
- Sí, pero estaba pensando…
- Si no tiene nada que ver con nuestras lecciones será mejor que lo olvides.- Acarició suavemente mi cara con su látigo, regodeándose con mi expresión de terror mientras se acomodaba en uno de los dos sillones que había en la entrada de la mansión.- Sigamos, situación número 234, estás en un tribunal y…
- Franziska von Karma.- Se paró en seco y posó su látigo en mi cuello, que había quedado al descubierto al arrancar el blanco cuello de fiscal. Tragué saliva.
- Y pensar que tener a un hombre bajo control es tan sencillo como darle un poquito con el látigo.- Me abstuve de discrepar sobre su concepto de “un poquito” y me centré en lo que verdaderamente importaba, la cita a las nueve y media.
- Acostumbro a salir todas las noches a tomar algo por ahí.- Mentira, por supuesto, al menos esperaba que no se me notara demasiado y colara.- Sé que a partir de ahora no podré permitirme esos lujos, pero me gustaría poder despedirme…ya sabes. Solo una noche.
- ¡Ya! Y después otra y otra, no sabía que le gustara el alcohol, señor Phoenix Wright.- Su látigo ascendió de mi cuello hasta mi boca.
- No bebo alcohol.- Aclaré.- Tomo un café.
- ¿Y pretendes que me lo crea?
- No. Digo….sí...- Se echó a reír y yo me eché a temblar. Y no era para menos, estaba encerrado con un demonio armado con un látigo que me fustigaría a la primera de cambio.
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
La puerta de la mansión se abrió de repente y llegó Gumshoe, jadeando, cargado con unas bolsas llenas de papales.
- ¡Ya está! Claramente culpable.- No sé por qué, pero algo me dijo que los claramente de Gumshoe tenían poca base.
- Más te vale, cutre. Ni siquiera llegas a inspector.- Franziska bufó mientras le indicaba que dejara los papales a un lado y se acercara.- Nuestro amigo.- Enfatizó la palabra amigo con ironía.- Dice que quiere irse de copas esta noche, ¿le dejamos?
- ¿A solas?- Gumshoe me miró como si fuera un criminal.
- No es lo que pensáis. Yo solo…
- Está bien, solo me divertía un rato, Wright.- Franziska sonrió.- Además te la debía. Puedes irte, pero tienes que estar aquí antes de las once, ¿me has entendido? Hoy cenaremos tarde, pero solo por esta vez.- Sonreí, aliviado. ¡Me había llamado Wright por primera vez en la historia!- Y no te creas que te llamaré por tu apellido eternamente. Si haces algo mal…- Su látigo se acercó peligrosamente a mi cuello.- Cuando vuelvas a tu cuerpo te dejaré irreconocible.- Sonrió de nuevo.
- V-vale. Gracias.- Y un carajo gracias, más me valía huir del país si algo salía mal.
- Cutre, llévalo a su cuarto y ponle un nuevo cuello, el viejo se le ha roto. Después regresa aquí y prepara el coche, tú lo llevarás y después lo irás a buscar, ya que es tan patético que no sabe conducir un coche. Y ojo con entretenerte demasiado.
Con un nuevo cuello y el pelo perfectamente peinado, salí del cuarto de Edgeworth en dirección al despacho. Cinco minutos más tarde estaba en la entrada de la mansión, con el sobre verde que me indicó Edgeworth en el bolsillo de su granate chaqueta sentado en frente de una sonriente Franziska.
- Y bien.- ¿Y bien qué? Estuve a punto de preguntar.- ¿Qué hacen los hombres de éste país por las noches?
- Pues… salir por ahí. Como tu hermanito, supongo.
- Miles Edgeworth no sale de fiesta, no le gustan demasiado. – Dijo cansinamente.- Hablando de fiesta, mañana me acompañarás a una pequeña fiesta en mi casa por la noche. Así que raciona bien el tiempo que le dedicarás a la investigación y la preparación del caso, porque yo no podré ayudarte y antes de las ocho y media tienes que haber terminado.
- Has dicho que a Miles no le gustan las…
- Esta es especial, no se la perdería porque está obligado a asistir.- Se calló, dando por terminada la conversación.
- ¡Ya está todo listo!- Gumshoe llegó a la carrera, para variar.- ¿A dónde te llevo?- Le di una dirección falsa, claramente. Una calle que estaba a unos quince minutos del Trés Bien en la que había algún que otro café de categoría a los que yo nunca hubiera podido aspirar.
- Wright, antes de que te marches quiero que respondas a esto: nada más ver al acusado, ¿qué es lo primero que se te pasa por la cabeza?-
- Que es inocente y debo confiar en él… ¡oh!, yo no… - Contesté sin pensar, y aquel fue mi terrible error.
- ¿Cuántas veces voy a tener que repetirlo? ¡Ahora eres un FISCAL, Phoenix Wright!- Sus ojos destellaban peligrosamente y sus manos enguantadas apretaban con furia su látigo.- Tal vez pienses que por estar en el cuerpo de mi hermanito no vas a probar mi látigo…- Exacto, esa era la única razón posible por la que no hubiera muerto a latigazos aún.- Estás en lo cierto, tú no lo vas a probar.- Sonrió y la miré asombrado, ¿qué tramaba? – Pero él sí. – El ruido del látigo de Franziska estallando contra el inspector Gumshoe resonó en la sala como el atronador trueno mientras yo miraba el terrible espectáculo anonadado y encogido en el sillón.
- ¡Basta ya!- Me aventuré a gritar.
- ¿Con que basta, eh? ¡Jamás! Estúpido estúpido procedente de un estúpidamente estúpido país lleno de estúpidos estúpidos.
En un acto cas suicida agarré a Gumshoe de la chaqueta y lo saqué a rastras, como pude, hasta la calle, perseguido siempre por el restallar del látigo. Cuando el coche arrancó pasaban ya de y veinte. Suspiré, no iba a llegar a tiempo, pero había logrado salvar el pellejo de Gumshoe, por ahora. Me llevé la mano al bolsillo, ¿qué habría dentro de aquel sobre?
25 de Febrero, 21:05
Bufete Wright & Co., exterior
–Miles Edgeworth-
- Así que te vas a dar una vuelta para despejarte, no sabía que te gustara el deporte.- Maya me miraba desde la entrada al bloque de pisos en el que se encontraba el bufete.- Aunque después del incidente de tu estómago no sé si deberías salir.
- No te preocupes, el ejercicio es lo mejor para recuperarse.- Eso lo decía alguien que llevaba meses sin practicar ningún tipo de ejercicio.- Además a la vuelta os traeré algo rico, ¿os gusta la comida china?
- ¡Sí!- Maya y Pearl me miraron con ilusión contenida.
- Entonces trato hecho, no os preocupéis, puede que llegue un poquito tarde.- Asintieron y se metieron de vuelta al piso gritando entusiasmadas.
Acabábamos de ver uno de los episodios más emocionantes del samurái de acero. Una auténtica obra de arte. Miré lo que tenía entre las manos, el manillar de una vieja bicicleta que me había dejado Maya afirmando que Wright la usaba como medio de transporte. “Te será más cómodo” había dicho y yo no repliqué. Pero lo cierto es que llevaba sin montar en bici desde que tenía nueve años. Desde aquel día. Sacudí la cabeza tratando de alejar los malos pensamientos y monté con cierta torpeza en aquel cacharro. Por suerte las carreteras ya no tenían tanta nieve como ayer, se podía circular sin demasiados problemas, salvo que no tuvieras ni idea de cómo manejar tu medio de transporte. Coloqué un pie en un pedal e, inconscientemente, mi otro pie se desplazó al otro pedal. Cuando me quise dar cuenta bajaba por la calle del bufete a toda velocidad. Sonreí, el aire golpeaba mi cara con fuerza y con suavidad a la vez, como si quisiera borrar de mi cabeza todos los malos recuerdos. Retomé el control de la bici, me metí por un parque y pedaleé a toda velocidad, sintiéndome libre de una vez por todas.
25 de Febrero, 21:39
Très Bien
–Miles Edgeworth-
Llegué al Trés Bien mucho antes de lo que esperaba. Aún así Wright no había llegado, la puntualidad nunca fue su fuerte. Había tenido que espantar al ser amorfo (el cocinero/a) en repetidas ocasiones diciéndole que estaba esperando a alguien, a lo que él contestó ofreciéndome unos aceites con efectos únicamente comparables a los del bálsamo de fierabrás. La última vez que se acercó tuve que pedirle un capuchino con sabor a ruina para que me dejara en paz durante el suficiente rato como para que pudiera contactar con Wright. Mientras marcaba el número de mi móvil se abrió la puerta y entré, digo, entró Wright, jadeando y con la frente sudada. Le hice señas hasta que me vio.
- Vaya, pego que tenemos aquí.- El ser amorfo regresó de su rosáceo escondite. Había que admitir que el restaurante era mono, tal vez muy rococó para mis gustos. Pero la comida era horrible.- Que jovencito tan adogable y con tan buen gusto, ¿cómo te llamas, guapetón?- Hizo un movimiento extraño con sus caderas y se acercó peligrosamente a la espalda de Wright mientras yo le lanzaba una mirada de advertencia.- No impogta, te llamaré Rouge, va a juego con tu gopa, non?
- Tráiganos dos capuchinos y unas pastas, por favor.- Dije con frialdad.
- ¡Pego qué fgio señog Wgiht! No tenía por qué ser tan dugo con una tiegna niña como yo.- ¿Tierna niña? Por favor, ser amorfo te pega más.
- Perdone, no pretendía ser grosero, señor…señorita…- ¿Cuál era el nombre de la cosa amorfa, si es que tenía nombre?
- ¿No te acuegdas de mi nombge?- Hizo un puchero.
- Señor… ita Amstrong.- Su nombre estaba escrito en la carta. Salvado por la campana.
- Eso está mejog, acepto tus disculpas. Pero solo pogque eges tan guapo como tu amiguito, oui! Tu es très beau mon ami!- Se marchó moviendo su despampanante trasero a la cocina y yo aproveché para hablar con Wright.
- ¿No me raptas?- Wright me miró con la ironía dibujada en mis –sus- ojos grises formando una mueca burlona en mi, digo, su cara.
- Deja de poner esa cara, yo no soy así. Y, ¿qué demonios es eso del rapto?
- Sigues sin tener sentido del humor, ¿eh?- Se echó a reír.
- Y tú sigues teniendo un incomprensible sentido del humor.- Nos reímos junto mientras le pegaba una colleja y él me tiraba de una oreja como revancha, perecíamos críos.
- ¿Me has llamado porque has encontrado una solución al intercambio?- Cerré los ojos con dolor y recogí el sobre verde que Wright me tendía.
- Ojalá fuera eso, pero mucho me temo que tengo las mismas soluciones que tú.
- Ninguna, vamos.- Añadió.
- Ninguna.- Asentí.- Wright, cuando te llamé dijiste algo de un caso, ¿a qué te referías?
- Tengo un caso, para pasado mañana. Como fiscal, ¡ay! Y todavía no sé de qué va. ¿Me ayudarás, verdad?- Negué con la cabeza.
- No puedo, voy a intentar trabajar como abogado del caso y, si te consuela, yo tampoco sé muy bien de que va el caso.- Ni siquiera sabía que había uno, aunque no es de extrañar, Los Ángeles CA es una ciudad muy grande en la que abundan los conflictos.- Necesitas dinero, Wright. Urgentemente.- Esa –y el hecho de que si no pagaba la factura de la luz me iba a quedar sin Samurái de Acero- era la única razón por la que me pondría a “sustituirle” como abogado.
- Dije que no quería hablar de facturas.- Desvió la mirada a un lado.
- Sé que no me corresponde a mí entrometerme en tu vida, pero ahora tus problemas son los míos, lo quiera o no. Y ya sabes que yo no lo quiero. No soy nada generoso…
- Lo que eres es un mentiroso y un insincero, tú fuiste quien le dijo a Franziska que pagara con tu dinero todo lo del hospital, ¿verdad? Tanto lo tuyo, como lo mío. Y lo hiciste porque escuchaste a Maya hablar de mis deudas.
-Qué remedio, sino sería una deuda más para “mí”.- Me sacó la lengua y se tapó las orejas en un gesto claramente pueril, dando a entender que no quería escucharme.- Cuando todo vuelva a la normalidad, te pienso dar unas lecciones de administración económica.
- No eres generoso, ¿eh? ¡Mentiroso y corrupto, además!- Nos reímos de nuevo, tranquilamente. Como se ríen dos amigos que charlan tranquilamente sobre los inciertos destinos de sus vidas.
- Aquí tienen su café.- El ser amorfo Armstrong interrumpió nuestras risas colocando en la mesa dos tazas de humeante café y un plato de pastas al lado de la taza que me había bebido hacía unos minutos.- Disfguten.- Nos giñó un ojo con aire pícaro, dio media vuelta y se marchó de nuevo a la cocina.
- Wright, tengo que hablar contigo de ciertos asuntos y no me refiero a tus deudas.- Me miro con curiosidad mientras tomaba un poco de café.
- Adelante. Soy todo oídos.
Le conté lo que Pearl me había dicho, omitiendo claro está, mi nuevo nombramiento como “príncipe”.
- Así que persigues sacerdotisas.- Le lancé una mirada socarrona mientras Wright terminaba de asimilar la información.
- Iris.- Respondió. Iris, la sacerdotisa del templo Hazakura, gemela de aquel monstruo llamado Dhalia y acusada del último caso en el que había participado…como abogado.- No, no persigo sacerdotisas. Pero Pearl tiene una imaginación desbordante, supongo que ya te habrás dado cuenta.
- ¿Y qué me dices del abandono de Maya? ¿Has hablado con Iris y has dejado de lado a la joven Fey?
- ¿Detecto cierto aire cotilla o es mi imaginación?- Wright me miró, divertido.
- Es tu imaginación.- Claramente, a mi no me gusta entrometerme en la vida ajena salvo que la mía esté de por medio. Y en este caso mi vida peligraba por culpa de una muchacha pequeña que se había empeñado en convertirme en el príncipe azul de su prima.
- Está bien, no he hablado con Iris todavía.- Masculló algo ininteligible.- He estado muy ocupado haciendo entrenamientos espirituales bajo una cascada helada seguidos por unos días en el hospital recuperándome de una pulmonía y después esto… Y no, no he abandonado a Maya, jamás abandonaría a mi ayudante y hermana de mi mentora.- Sonrió con tristeza.
- Te creo, pero solo porque nunca se te dio bien mentir.- Sonreí también.
- Parece mentira que me esté hablando de mujeres alguien a quien no se le conoce novia…ni novio.
- Muy gracioso, ¿es otro de tus chistes baratos?- Le lancé una mirada fulminante y aproveché un momento de distracción para espolvorear su café con sal y pimienta.
Wright se llevó el café a los labios y esbozó una mueca de asco mientras apartaba la taza de su campo visual.
- O soy yo, o esta cosa sabe pero con cada sorbo que das.- Hice un esfuerzo por aguantarme la risa mientras terminaba mi segundo capuchino.
- Por cierto, ¿qué tal con Franziska?
- ¿De verdad que es mi imaginación?- Bufé.- Era broma. Ha destrozado uno de tus cuellos de fiscal y me ha amenazado con fustigarme vivo cuando vuelva a mi cuerpo. Por lo demás, nada importante. Ya deberías saber lo insensible que es tu hermana mayor.
- Te equivocas.- Wright me ignoró mientras añadía azúcar a su salpimentado café.
- Ahora es mi turno para cotillear. ¿Por qué éste lugar?- Inquirió Wright.- No es que sea mal sitio, pero los cafés y la comida son horribles.
- Mira.- Hice una seña con las manos, abarcando todo el restaurante.- Vacío, ni un alma. Un lugar perfecto para hablar de lo que no queremos que sea escuchado.- Bajé la voz y coloqué el sobre verde encima de la mesa.- Como esto.
- El sobre…- Susurró y yo asentí.- ¿Qué hay dentro?
...
Y cómo no quiero hacer triple post, en cuanto vuelva a tener acceso a Internet, postearé lo que queda de capítulo, el extra y el avance... Y de nuevo, muchas gracias por comentar ^^.
- ¡Ya está! Claramente culpable.- No sé por qué, pero algo me dijo que los claramente de Gumshoe tenían poca base.
- Más te vale, cutre. Ni siquiera llegas a inspector.- Franziska bufó mientras le indicaba que dejara los papales a un lado y se acercara.- Nuestro amigo.- Enfatizó la palabra amigo con ironía.- Dice que quiere irse de copas esta noche, ¿le dejamos?
- ¿A solas?- Gumshoe me miró como si fuera un criminal.
- No es lo que pensáis. Yo solo…
- Está bien, solo me divertía un rato, Wright.- Franziska sonrió.- Además te la debía. Puedes irte, pero tienes que estar aquí antes de las once, ¿me has entendido? Hoy cenaremos tarde, pero solo por esta vez.- Sonreí, aliviado. ¡Me había llamado Wright por primera vez en la historia!- Y no te creas que te llamaré por tu apellido eternamente. Si haces algo mal…- Su látigo se acercó peligrosamente a mi cuello.- Cuando vuelvas a tu cuerpo te dejaré irreconocible.- Sonrió de nuevo.
- V-vale. Gracias.- Y un carajo gracias, más me valía huir del país si algo salía mal.
- Cutre, llévalo a su cuarto y ponle un nuevo cuello, el viejo se le ha roto. Después regresa aquí y prepara el coche, tú lo llevarás y después lo irás a buscar, ya que es tan patético que no sabe conducir un coche. Y ojo con entretenerte demasiado.
Con un nuevo cuello y el pelo perfectamente peinado, salí del cuarto de Edgeworth en dirección al despacho. Cinco minutos más tarde estaba en la entrada de la mansión, con el sobre verde que me indicó Edgeworth en el bolsillo de su granate chaqueta sentado en frente de una sonriente Franziska.
- Y bien.- ¿Y bien qué? Estuve a punto de preguntar.- ¿Qué hacen los hombres de éste país por las noches?
- Pues… salir por ahí. Como tu hermanito, supongo.
- Miles Edgeworth no sale de fiesta, no le gustan demasiado. – Dijo cansinamente.- Hablando de fiesta, mañana me acompañarás a una pequeña fiesta en mi casa por la noche. Así que raciona bien el tiempo que le dedicarás a la investigación y la preparación del caso, porque yo no podré ayudarte y antes de las ocho y media tienes que haber terminado.
- Has dicho que a Miles no le gustan las…
- Esta es especial, no se la perdería porque está obligado a asistir.- Se calló, dando por terminada la conversación.
- ¡Ya está todo listo!- Gumshoe llegó a la carrera, para variar.- ¿A dónde te llevo?- Le di una dirección falsa, claramente. Una calle que estaba a unos quince minutos del Trés Bien en la que había algún que otro café de categoría a los que yo nunca hubiera podido aspirar.
- Wright, antes de que te marches quiero que respondas a esto: nada más ver al acusado, ¿qué es lo primero que se te pasa por la cabeza?-
- Que es inocente y debo confiar en él… ¡oh!, yo no… - Contesté sin pensar, y aquel fue mi terrible error.
- ¿Cuántas veces voy a tener que repetirlo? ¡Ahora eres un FISCAL, Phoenix Wright!- Sus ojos destellaban peligrosamente y sus manos enguantadas apretaban con furia su látigo.- Tal vez pienses que por estar en el cuerpo de mi hermanito no vas a probar mi látigo…- Exacto, esa era la única razón posible por la que no hubiera muerto a latigazos aún.- Estás en lo cierto, tú no lo vas a probar.- Sonrió y la miré asombrado, ¿qué tramaba? – Pero él sí. – El ruido del látigo de Franziska estallando contra el inspector Gumshoe resonó en la sala como el atronador trueno mientras yo miraba el terrible espectáculo anonadado y encogido en el sillón.
- ¡Basta ya!- Me aventuré a gritar.
- ¿Con que basta, eh? ¡Jamás! Estúpido estúpido procedente de un estúpidamente estúpido país lleno de estúpidos estúpidos.
En un acto cas suicida agarré a Gumshoe de la chaqueta y lo saqué a rastras, como pude, hasta la calle, perseguido siempre por el restallar del látigo. Cuando el coche arrancó pasaban ya de y veinte. Suspiré, no iba a llegar a tiempo, pero había logrado salvar el pellejo de Gumshoe, por ahora. Me llevé la mano al bolsillo, ¿qué habría dentro de aquel sobre?
25 de Febrero, 21:05
Bufete Wright & Co., exterior
–Miles Edgeworth-
- Así que te vas a dar una vuelta para despejarte, no sabía que te gustara el deporte.- Maya me miraba desde la entrada al bloque de pisos en el que se encontraba el bufete.- Aunque después del incidente de tu estómago no sé si deberías salir.
- No te preocupes, el ejercicio es lo mejor para recuperarse.- Eso lo decía alguien que llevaba meses sin practicar ningún tipo de ejercicio.- Además a la vuelta os traeré algo rico, ¿os gusta la comida china?
- ¡Sí!- Maya y Pearl me miraron con ilusión contenida.
- Entonces trato hecho, no os preocupéis, puede que llegue un poquito tarde.- Asintieron y se metieron de vuelta al piso gritando entusiasmadas.
Acabábamos de ver uno de los episodios más emocionantes del samurái de acero. Una auténtica obra de arte. Miré lo que tenía entre las manos, el manillar de una vieja bicicleta que me había dejado Maya afirmando que Wright la usaba como medio de transporte. “Te será más cómodo” había dicho y yo no repliqué. Pero lo cierto es que llevaba sin montar en bici desde que tenía nueve años. Desde aquel día. Sacudí la cabeza tratando de alejar los malos pensamientos y monté con cierta torpeza en aquel cacharro. Por suerte las carreteras ya no tenían tanta nieve como ayer, se podía circular sin demasiados problemas, salvo que no tuvieras ni idea de cómo manejar tu medio de transporte. Coloqué un pie en un pedal e, inconscientemente, mi otro pie se desplazó al otro pedal. Cuando me quise dar cuenta bajaba por la calle del bufete a toda velocidad. Sonreí, el aire golpeaba mi cara con fuerza y con suavidad a la vez, como si quisiera borrar de mi cabeza todos los malos recuerdos. Retomé el control de la bici, me metí por un parque y pedaleé a toda velocidad, sintiéndome libre de una vez por todas.
25 de Febrero, 21:39
Très Bien
–Miles Edgeworth-
Llegué al Trés Bien mucho antes de lo que esperaba. Aún así Wright no había llegado, la puntualidad nunca fue su fuerte. Había tenido que espantar al ser amorfo (el cocinero/a) en repetidas ocasiones diciéndole que estaba esperando a alguien, a lo que él contestó ofreciéndome unos aceites con efectos únicamente comparables a los del bálsamo de fierabrás. La última vez que se acercó tuve que pedirle un capuchino con sabor a ruina para que me dejara en paz durante el suficiente rato como para que pudiera contactar con Wright. Mientras marcaba el número de mi móvil se abrió la puerta y entré, digo, entró Wright, jadeando y con la frente sudada. Le hice señas hasta que me vio.
- Vaya, pego que tenemos aquí.- El ser amorfo regresó de su rosáceo escondite. Había que admitir que el restaurante era mono, tal vez muy rococó para mis gustos. Pero la comida era horrible.- Que jovencito tan adogable y con tan buen gusto, ¿cómo te llamas, guapetón?- Hizo un movimiento extraño con sus caderas y se acercó peligrosamente a la espalda de Wright mientras yo le lanzaba una mirada de advertencia.- No impogta, te llamaré Rouge, va a juego con tu gopa, non?
- Tráiganos dos capuchinos y unas pastas, por favor.- Dije con frialdad.
- ¡Pego qué fgio señog Wgiht! No tenía por qué ser tan dugo con una tiegna niña como yo.- ¿Tierna niña? Por favor, ser amorfo te pega más.
- Perdone, no pretendía ser grosero, señor…señorita…- ¿Cuál era el nombre de la cosa amorfa, si es que tenía nombre?
- ¿No te acuegdas de mi nombge?- Hizo un puchero.
- Señor… ita Amstrong.- Su nombre estaba escrito en la carta. Salvado por la campana.
- Eso está mejog, acepto tus disculpas. Pero solo pogque eges tan guapo como tu amiguito, oui! Tu es très beau mon ami!- Se marchó moviendo su despampanante trasero a la cocina y yo aproveché para hablar con Wright.
- ¿No me raptas?- Wright me miró con la ironía dibujada en mis –sus- ojos grises formando una mueca burlona en mi, digo, su cara.
- Deja de poner esa cara, yo no soy así. Y, ¿qué demonios es eso del rapto?
- Sigues sin tener sentido del humor, ¿eh?- Se echó a reír.
- Y tú sigues teniendo un incomprensible sentido del humor.- Nos reímos junto mientras le pegaba una colleja y él me tiraba de una oreja como revancha, perecíamos críos.
- ¿Me has llamado porque has encontrado una solución al intercambio?- Cerré los ojos con dolor y recogí el sobre verde que Wright me tendía.
- Ojalá fuera eso, pero mucho me temo que tengo las mismas soluciones que tú.
- Ninguna, vamos.- Añadió.
- Ninguna.- Asentí.- Wright, cuando te llamé dijiste algo de un caso, ¿a qué te referías?
- Tengo un caso, para pasado mañana. Como fiscal, ¡ay! Y todavía no sé de qué va. ¿Me ayudarás, verdad?- Negué con la cabeza.
- No puedo, voy a intentar trabajar como abogado del caso y, si te consuela, yo tampoco sé muy bien de que va el caso.- Ni siquiera sabía que había uno, aunque no es de extrañar, Los Ángeles CA es una ciudad muy grande en la que abundan los conflictos.- Necesitas dinero, Wright. Urgentemente.- Esa –y el hecho de que si no pagaba la factura de la luz me iba a quedar sin Samurái de Acero- era la única razón por la que me pondría a “sustituirle” como abogado.
- Dije que no quería hablar de facturas.- Desvió la mirada a un lado.
- Sé que no me corresponde a mí entrometerme en tu vida, pero ahora tus problemas son los míos, lo quiera o no. Y ya sabes que yo no lo quiero. No soy nada generoso…
- Lo que eres es un mentiroso y un insincero, tú fuiste quien le dijo a Franziska que pagara con tu dinero todo lo del hospital, ¿verdad? Tanto lo tuyo, como lo mío. Y lo hiciste porque escuchaste a Maya hablar de mis deudas.
-Qué remedio, sino sería una deuda más para “mí”.- Me sacó la lengua y se tapó las orejas en un gesto claramente pueril, dando a entender que no quería escucharme.- Cuando todo vuelva a la normalidad, te pienso dar unas lecciones de administración económica.
- No eres generoso, ¿eh? ¡Mentiroso y corrupto, además!- Nos reímos de nuevo, tranquilamente. Como se ríen dos amigos que charlan tranquilamente sobre los inciertos destinos de sus vidas.
- Aquí tienen su café.- El ser amorfo Armstrong interrumpió nuestras risas colocando en la mesa dos tazas de humeante café y un plato de pastas al lado de la taza que me había bebido hacía unos minutos.- Disfguten.- Nos giñó un ojo con aire pícaro, dio media vuelta y se marchó de nuevo a la cocina.
- Wright, tengo que hablar contigo de ciertos asuntos y no me refiero a tus deudas.- Me miro con curiosidad mientras tomaba un poco de café.
- Adelante. Soy todo oídos.
Le conté lo que Pearl me había dicho, omitiendo claro está, mi nuevo nombramiento como “príncipe”.
- Así que persigues sacerdotisas.- Le lancé una mirada socarrona mientras Wright terminaba de asimilar la información.
- Iris.- Respondió. Iris, la sacerdotisa del templo Hazakura, gemela de aquel monstruo llamado Dhalia y acusada del último caso en el que había participado…como abogado.- No, no persigo sacerdotisas. Pero Pearl tiene una imaginación desbordante, supongo que ya te habrás dado cuenta.
- ¿Y qué me dices del abandono de Maya? ¿Has hablado con Iris y has dejado de lado a la joven Fey?
- ¿Detecto cierto aire cotilla o es mi imaginación?- Wright me miró, divertido.
- Es tu imaginación.- Claramente, a mi no me gusta entrometerme en la vida ajena salvo que la mía esté de por medio. Y en este caso mi vida peligraba por culpa de una muchacha pequeña que se había empeñado en convertirme en el príncipe azul de su prima.
- Está bien, no he hablado con Iris todavía.- Masculló algo ininteligible.- He estado muy ocupado haciendo entrenamientos espirituales bajo una cascada helada seguidos por unos días en el hospital recuperándome de una pulmonía y después esto… Y no, no he abandonado a Maya, jamás abandonaría a mi ayudante y hermana de mi mentora.- Sonrió con tristeza.
- Te creo, pero solo porque nunca se te dio bien mentir.- Sonreí también.
- Parece mentira que me esté hablando de mujeres alguien a quien no se le conoce novia…ni novio.
- Muy gracioso, ¿es otro de tus chistes baratos?- Le lancé una mirada fulminante y aproveché un momento de distracción para espolvorear su café con sal y pimienta.
Wright se llevó el café a los labios y esbozó una mueca de asco mientras apartaba la taza de su campo visual.
- O soy yo, o esta cosa sabe pero con cada sorbo que das.- Hice un esfuerzo por aguantarme la risa mientras terminaba mi segundo capuchino.
- Por cierto, ¿qué tal con Franziska?
- ¿De verdad que es mi imaginación?- Bufé.- Era broma. Ha destrozado uno de tus cuellos de fiscal y me ha amenazado con fustigarme vivo cuando vuelva a mi cuerpo. Por lo demás, nada importante. Ya deberías saber lo insensible que es tu hermana mayor.
- Te equivocas.- Wright me ignoró mientras añadía azúcar a su salpimentado café.
- Ahora es mi turno para cotillear. ¿Por qué éste lugar?- Inquirió Wright.- No es que sea mal sitio, pero los cafés y la comida son horribles.
- Mira.- Hice una seña con las manos, abarcando todo el restaurante.- Vacío, ni un alma. Un lugar perfecto para hablar de lo que no queremos que sea escuchado.- Bajé la voz y coloqué el sobre verde encima de la mesa.- Como esto.
- El sobre…- Susurró y yo asentí.- ¿Qué hay dentro?
...
Y cómo no quiero hacer triple post, en cuanto vuelva a tener acceso a Internet, postearé lo que queda de capítulo, el extra y el avance... Y de nuevo, muchas gracias por comentar ^^.
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
el sobre....!!!! Regal quiere saber lo que hay en el sobre!!! *patalea xD*
La frase puede ser... ¿"Perra suerte la mía"?
A ver si tienes acceso a Internet, porque hay ganas de que siga Nickey y Edgewright xD
La frase puede ser... ¿"Perra suerte la mía"?
A ver si tienes acceso a Internet, porque hay ganas de que siga Nickey y Edgewright xD
Regal Reed- Fiscal en Prácticas
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
QUE HAY EN EL SOBREEEEEEEEEEEEEEE¡¡¡¡¡?!?!?!?!?!?!?!?!?!?!? XDDD
[modo histerico/off] sigue porfa ^^
saluds¡¡
[modo histerico/off] sigue porfa ^^
saluds¡¡
Ema Skye- Maestra Kurain (Administradora Clan Kurain)
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
Han estado genial los capitulos :D
Eres una gran escritora Kanon ^^
Eres una gran escritora Kanon ^^
Phoenix Wright- Pesadilla del Juzgado (Administrador Clan Abogados)
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
¿Qué hay en el sobre verde? Ya va siendo hora de saberlo, ¿no? ¡Vamos con el fin del segundo capítulo!
________________________________________________________________________________________________________
- No te contaría esto si no tuviera más remedio que hacerlo, ya sabes que no soy muy amigo de compartir mis problemas. Pero no hay otra opción.
Vacié el contenido del sobre en la mesa. Un montón de papeles salieron disparados cubriendo la mesa como la nieve había cubierto las calles un día antes. Pero estos papeles no eran blancos y puros como la nieve reciente, ni grises como la nieve pisada. Eran papeles amarillentos, envejecidos, cubiertos de letras recortadas de periódicos y revistas con una cosa en común: un conjunto de misteriosos símbolos escritos con tinta roja en su reverso.
- ¿Q-Qué?- Wright miró asombrado los papeles mientras leía uno.- “Pagarás por cada una de tus victorias”.- Dejo el papel a un lado y cogió otro.- “Nuestro mundo es imperfecto, por ello la perfección ha de ser castigada”.- Sus manos viajaban de un papel a otro, pero el fondo de los mensajes no variaban y lo que es más, iba “in crescendo”.- “Aún estás a tiempo de rectificar, abandona tu camino y evitarás lo inevitable”. Edgeworth, ¿qué demonios es esto?
- Son lo que parece.
- Cartas de amenaza.- Silencio, ninguno de los dos habló durante unos minutos, cada uno perdido en sus propios pensamientos.- Aunque teniendo en cuenta tu pasado en la fiscalía lo extraño es que te mandaran cartas de amor…
- Estas, -dije cogiendo unos cuantos papeles de la mesa.- Son las viejas, de hace más de seis años.- Y si eso era lo que más te preocupaba no iban dirigidas a mí pero sí a mi despacho. Ese despacho lo ocupé hace seis años, Wright. Antes pertenecía a otro fiscal, no hace falta pensar mucho para adivinar su nombre: Manfred von Karma.- Señalé la esquina inferior izquierda de una de las notas, en ella se veían las letras “to MVK” hechas con recortes de algún periódico.
- Pero ahora es “tuyo”.
- Sí.- Tomé aire y continué.- Manfred murió hace tres años. Y, desde el día de su muerte, hasta la aparición de Franziska, los mensajes se interrumpieron.
- Ya veo… ¿Manfred sabía lo de las amenazas?
- Sí, encontré estos mensajes acumulados en mi taquilla de correos el año pasado, cuando “reviví”. Los viejos estaban en el archivo de casos de Von Karma, junto con algunas anotaciones referentes a los mensajes.
- ¿A qué te refieres?
- Algunos de los mensajes no son simples frases atemorizantes, algunas son amenazas que se cumplieron.- Los ojos de Wright se dilataron.- Alrededor de Manfred ocurrían accidentes con cierta frecuencia: ruedas de coche pinchadas, cerraduras forzadas, desaparición de archivos de casos…todos ellos predichos y precedidos por estas notas. Manfred tomo constancia de la correspondencia entre las amenazas y los accidentes que le rodeaban.
- Pero siendo así, habrá alguna pista de quién es el autor o autora de…
-Nada.- Le corté.- Ni una huella que lo delate, ni rastro de sudor, pelos o cualquier otra cosa que puede delatar a una persona, es como si nos enfrentáramos a un fantasma lo suficientemente inteligente para no dejar más pistas que el tipo de revistas y periódicos que lee o el pegamento que usa para pegar los recortes.
- Pero dependiendo de las revistas y periódicos que use…
- Usa revistas y periódicos de todo calibre y país, imposible seguirle el rastro.- Le corté.- En una misma nota se mezclan letras de un periódico de Londres con otro de Tokyo y uno de París. Lo único que comparten todas las notas y que no varía es la marca de su reverso.
- ¿Estos garabatos en rojo?
- No son garabatos, son runas empleadas para transcribir la palabra “death”, muerte.
El silencio nos volvió a rodear, sumiéndome en una profunda desesperación, sabía de la existencia de aquellas notas desde hacía más de un año, y gracias a Gumshoe había logrado mantener a Franziska alejada del peligro (a costa de que Gumshoe se convirtiera en la cabeza de turco de mi hermana), pero las cosas se habían complicado con el intercambio y con la última nota que había aparecido hacía tres días en mi despacho. Me llevé las manos a las sienes y las froté, tratando de aliviar la marea de pensamientos que bullían en mi cabeza.
- Haber si he comprendido bien.- Alcé la mirada.- Franziska está siendo amenazada por alguien que no tienen ninguna simpatía para con los von Karma y tú se lo estás ocultando.
- Sí, a grandes rasgos, así es.- Lancé un fuerte suspiro.- Wright, necesito que me hagas un favor.
- Antes de eso, ¿hay algo más que deba saber sobre notas de amenaza? Bien dijiste que tus problemas son mis problemas.
- Algo malo le va a ocurrir a Franziska, mañana. Y yo no... ¡No voy a poder impedirlo!-Agarré una nota de la mesa y se la tendía a Wright.- Es la última, apareció hace tres días en mi taquilla de correos.
- “El día 26 del segundo mes descenderás por las escaleras hacia el Infierno”. Muy halagüeño, ¿Franziska cayendo por las escaleras…?
- Te necesito, Wright. Coge el sobre y enséñaselo a Gumshoe, él ya está al corriente de todo y te dará más detalles. Si no fuera por él, Franziska se habría metido en más de un lío. Pero él solo no puede con el genio de von Karma.
- Vamos, que quieres que proteja a un demonio de regresar a su tierra natal. Está bien, pero no me raptes.
- Otra vez. ¿Para qué me serviría raptar a alguien como tú?
- Pues, para muchas cosas, defenderte de acusaciones sobre pruebas falsificadas y esas cosas.- Me giñó un ojo.
- Recuérdame que busque tu gracia, la pobre debió sentirse ofendida con los chistes tan malos que cuentas.
- Muy gracioso, Edgeworth. ¿Esa frase te la has inventado tú? No me lo creo.- Esta vez fui yo quién le sacó la lengua.- No hagas eso con mi lengua.
- “Eso” no es lo peor que puedo hacer…- Puse una sonrisa sugerente.
- Maldición, si tuviera tiempo te haría comerte esa frase con…con algo, pero no te preocupes, yo también puedo hacer cosas malas con este cuerpo tan orondo lirondo.- Se levantó y recogió los papeles, guardándolos de nuevo en el sobre verde.- Son casi las diez y media, he de irme si no quiero ir al infierno en lugar de miss látigo.
- Como se te ocurra usar mi cuerpo para malos fines te pasarás el resto de tus días sin tu preciado distintivo, limpiando mi casa y mi jardín.
- Gracias por darme ánimos para mi futura misión como protector de miss látigo.
- Era broma.- Sorprendentemente, Wright se echó a reír. Todavía no he conocido a nadie que sea capaz de entender su sentido del humor.
Le di las gracias y vi como se marchaba mientras yo abandonaba el café tras dejar en la mesa un billete de 20 dólares. Me acerqué a la bicicleta de Wright, que había dejado “aparcada” al lado de una farola, entonces lo vi: el candado con que la había atado al palo de la farola estaba roto y tirado en el suelo, y a su lado había un papel. Lo recogí mientras examinaba la bicicleta, ni un rasguño salvo la pérdida del candado. Sentí una presencia en mi espalda y me volví, nadie, la calle estaba más desierta de lo normal. Miré el papel que había recogido y lo leí, ojalá nunca lo hubiera hecho. En mis manos se encontraba un recorte de periódico que conocía bien, era la edición que se publicó después de que se emitiera el veredicto de mi juicio por el asesinato de Robert Hammond, pero tenía una ligera diferencia respecto del original en el titular…
“Miles Edgeworth CULPABLE. La pésima defensa del farsante abogado Phoenix Wright termina desvelando la verdadera cara del fiscal”
Un escalofrío recorrió mi espalda mientras me daba cuenta de lo que había hecho. Acababa de meter a Wright en un juego peligroso, muy peligroso del que no había vuelta atrás…
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Y en el siguiente post los extras, las contestaciones a los coments y el avance del capítulo 3...
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- No te contaría esto si no tuviera más remedio que hacerlo, ya sabes que no soy muy amigo de compartir mis problemas. Pero no hay otra opción.
Vacié el contenido del sobre en la mesa. Un montón de papeles salieron disparados cubriendo la mesa como la nieve había cubierto las calles un día antes. Pero estos papeles no eran blancos y puros como la nieve reciente, ni grises como la nieve pisada. Eran papeles amarillentos, envejecidos, cubiertos de letras recortadas de periódicos y revistas con una cosa en común: un conjunto de misteriosos símbolos escritos con tinta roja en su reverso.
- ¿Q-Qué?- Wright miró asombrado los papeles mientras leía uno.- “Pagarás por cada una de tus victorias”.- Dejo el papel a un lado y cogió otro.- “Nuestro mundo es imperfecto, por ello la perfección ha de ser castigada”.- Sus manos viajaban de un papel a otro, pero el fondo de los mensajes no variaban y lo que es más, iba “in crescendo”.- “Aún estás a tiempo de rectificar, abandona tu camino y evitarás lo inevitable”. Edgeworth, ¿qué demonios es esto?
- Son lo que parece.
- Cartas de amenaza.- Silencio, ninguno de los dos habló durante unos minutos, cada uno perdido en sus propios pensamientos.- Aunque teniendo en cuenta tu pasado en la fiscalía lo extraño es que te mandaran cartas de amor…
- Estas, -dije cogiendo unos cuantos papeles de la mesa.- Son las viejas, de hace más de seis años.- Y si eso era lo que más te preocupaba no iban dirigidas a mí pero sí a mi despacho. Ese despacho lo ocupé hace seis años, Wright. Antes pertenecía a otro fiscal, no hace falta pensar mucho para adivinar su nombre: Manfred von Karma.- Señalé la esquina inferior izquierda de una de las notas, en ella se veían las letras “to MVK” hechas con recortes de algún periódico.
- Pero ahora es “tuyo”.
- Sí.- Tomé aire y continué.- Manfred murió hace tres años. Y, desde el día de su muerte, hasta la aparición de Franziska, los mensajes se interrumpieron.
- Ya veo… ¿Manfred sabía lo de las amenazas?
- Sí, encontré estos mensajes acumulados en mi taquilla de correos el año pasado, cuando “reviví”. Los viejos estaban en el archivo de casos de Von Karma, junto con algunas anotaciones referentes a los mensajes.
- ¿A qué te refieres?
- Algunos de los mensajes no son simples frases atemorizantes, algunas son amenazas que se cumplieron.- Los ojos de Wright se dilataron.- Alrededor de Manfred ocurrían accidentes con cierta frecuencia: ruedas de coche pinchadas, cerraduras forzadas, desaparición de archivos de casos…todos ellos predichos y precedidos por estas notas. Manfred tomo constancia de la correspondencia entre las amenazas y los accidentes que le rodeaban.
- Pero siendo así, habrá alguna pista de quién es el autor o autora de…
-Nada.- Le corté.- Ni una huella que lo delate, ni rastro de sudor, pelos o cualquier otra cosa que puede delatar a una persona, es como si nos enfrentáramos a un fantasma lo suficientemente inteligente para no dejar más pistas que el tipo de revistas y periódicos que lee o el pegamento que usa para pegar los recortes.
- Pero dependiendo de las revistas y periódicos que use…
- Usa revistas y periódicos de todo calibre y país, imposible seguirle el rastro.- Le corté.- En una misma nota se mezclan letras de un periódico de Londres con otro de Tokyo y uno de París. Lo único que comparten todas las notas y que no varía es la marca de su reverso.
- ¿Estos garabatos en rojo?
- No son garabatos, son runas empleadas para transcribir la palabra “death”, muerte.
El silencio nos volvió a rodear, sumiéndome en una profunda desesperación, sabía de la existencia de aquellas notas desde hacía más de un año, y gracias a Gumshoe había logrado mantener a Franziska alejada del peligro (a costa de que Gumshoe se convirtiera en la cabeza de turco de mi hermana), pero las cosas se habían complicado con el intercambio y con la última nota que había aparecido hacía tres días en mi despacho. Me llevé las manos a las sienes y las froté, tratando de aliviar la marea de pensamientos que bullían en mi cabeza.
- Haber si he comprendido bien.- Alcé la mirada.- Franziska está siendo amenazada por alguien que no tienen ninguna simpatía para con los von Karma y tú se lo estás ocultando.
- Sí, a grandes rasgos, así es.- Lancé un fuerte suspiro.- Wright, necesito que me hagas un favor.
- Antes de eso, ¿hay algo más que deba saber sobre notas de amenaza? Bien dijiste que tus problemas son mis problemas.
- Algo malo le va a ocurrir a Franziska, mañana. Y yo no... ¡No voy a poder impedirlo!-Agarré una nota de la mesa y se la tendía a Wright.- Es la última, apareció hace tres días en mi taquilla de correos.
- “El día 26 del segundo mes descenderás por las escaleras hacia el Infierno”. Muy halagüeño, ¿Franziska cayendo por las escaleras…?
- Te necesito, Wright. Coge el sobre y enséñaselo a Gumshoe, él ya está al corriente de todo y te dará más detalles. Si no fuera por él, Franziska se habría metido en más de un lío. Pero él solo no puede con el genio de von Karma.
- Vamos, que quieres que proteja a un demonio de regresar a su tierra natal. Está bien, pero no me raptes.
- Otra vez. ¿Para qué me serviría raptar a alguien como tú?
- Pues, para muchas cosas, defenderte de acusaciones sobre pruebas falsificadas y esas cosas.- Me giñó un ojo.
- Recuérdame que busque tu gracia, la pobre debió sentirse ofendida con los chistes tan malos que cuentas.
- Muy gracioso, Edgeworth. ¿Esa frase te la has inventado tú? No me lo creo.- Esta vez fui yo quién le sacó la lengua.- No hagas eso con mi lengua.
- “Eso” no es lo peor que puedo hacer…- Puse una sonrisa sugerente.
- Maldición, si tuviera tiempo te haría comerte esa frase con…con algo, pero no te preocupes, yo también puedo hacer cosas malas con este cuerpo tan orondo lirondo.- Se levantó y recogió los papeles, guardándolos de nuevo en el sobre verde.- Son casi las diez y media, he de irme si no quiero ir al infierno en lugar de miss látigo.
- Como se te ocurra usar mi cuerpo para malos fines te pasarás el resto de tus días sin tu preciado distintivo, limpiando mi casa y mi jardín.
- Gracias por darme ánimos para mi futura misión como protector de miss látigo.
- Era broma.- Sorprendentemente, Wright se echó a reír. Todavía no he conocido a nadie que sea capaz de entender su sentido del humor.
Le di las gracias y vi como se marchaba mientras yo abandonaba el café tras dejar en la mesa un billete de 20 dólares. Me acerqué a la bicicleta de Wright, que había dejado “aparcada” al lado de una farola, entonces lo vi: el candado con que la había atado al palo de la farola estaba roto y tirado en el suelo, y a su lado había un papel. Lo recogí mientras examinaba la bicicleta, ni un rasguño salvo la pérdida del candado. Sentí una presencia en mi espalda y me volví, nadie, la calle estaba más desierta de lo normal. Miré el papel que había recogido y lo leí, ojalá nunca lo hubiera hecho. En mis manos se encontraba un recorte de periódico que conocía bien, era la edición que se publicó después de que se emitiera el veredicto de mi juicio por el asesinato de Robert Hammond, pero tenía una ligera diferencia respecto del original en el titular…
“Miles Edgeworth CULPABLE. La pésima defensa del farsante abogado Phoenix Wright termina desvelando la verdadera cara del fiscal”
Un escalofrío recorrió mi espalda mientras me daba cuenta de lo que había hecho. Acababa de meter a Wright en un juego peligroso, muy peligroso del que no había vuelta atrás…
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Y en el siguiente post los extras, las contestaciones a los coments y el avance del capítulo 3...
Re: Fic: Ace Attorney ~El intercambio~ (posibles spoilers)
Respuesta a los comments (muchas gracias por comentar *.*):
el sobre....!!!! Regal quiere saber lo que hay en el sobre!!! *patalea xD*
La frase puede ser... ¿"Perra suerte la mía"?
A ver si tienes acceso a Internet, porque hay ganas de que siga Nickey y Edgewright xD
"Perra suerte la mía", ¡Acertaste, Regal n_n! Elige premio, (a parte de que actualice pronto, XD)
"Edgewright" XDDD, mola, lo anoto *Kanon toma nota en una libreta"..
QUE HAY EN EL SOBREEEEEEEEEEEEEEE¡¡¡¡¡?!?!?!?!?!?!?!?!?!?!? XDDD
[modo histerico/off] sigue porfa ^^
saluds¡¡
XD, Lo que ha dado que hablar el sobre verde. Y ahora que ya sabemos su contenido va a dar todavía muuucho, pero que muuucho más que hablar.
Han estado genial los capitulos :D
Eres una gran escritora Kanon ^^
Ne~, se hace lo que se puede ^^. Aún me queda mucho que aprender, la última parte de este capítulo (la del sobre) la reescribí como unas cinco veces porque no me acababa de convencer... Al final no sé si me ha quedado bien o mal xD. Y es que el sobre verde viene de otro fic que tenía en mente y que "fusioné" con el Intercambio.
Extras
Extra: La venganza de Edgeworth
(Atención: este extra fue escrito y convertido en mini-comic en un arranque de locura XD, no me hago responsable de las neuronas que pueda matar -.-)
- Spoiler:
Si os gustó este "extra" haré una continuación en el capítulo 4... Si no, hacer como si no lo hubiérais visto (si es que eso es posible XD)
Extra: Sprites relacionados con el fic
(Fruto de mis ratos de ocio con el photoshop)
- Spoiler:
Fondos empleados en los comics:
Ne~
Entrada de la Mansión Edgeworth
Très Bien abierto de noche
Bufete Wright & Co. (mañana)
Sprites de los personajes OC:
???
Avance del capítulo 3:
- Spoiler:
Introducción Caso 1:
- Spoiler:
Espero que os gusten estos "extras", y de nuevo (me repito -.-), ¡muchas gracias por comentar!
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