I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
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Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
mola un monton karuma, la verdad quese te da muy bien contar historias :D
Phoenix Wright- Pesadilla del Juzgado (Administrador Clan Abogados)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
gracias ^^ por los coments XD
no no voy a poner mayus, a mi tampoco me gusta...lo que pasa esque cuando paso la novela de word a el foro se pone el (size 12) el solo ¬¬ y no lo puedo cambiar XD lo decia por si molstaba pero si no molesta da igual jaja
Muchisimas gracias por leer ^^!!!!!!!!!!!!!!!! me alegrais los dias
no no voy a poner mayus, a mi tampoco me gusta...lo que pasa esque cuando paso la novela de word a el foro se pone el (size 12) el solo ¬¬ y no lo puedo cambiar XD lo decia por si molstaba pero si no molesta da igual jaja
Muchisimas gracias por leer ^^!!!!!!!!!!!!!!!! me alegrais los dias
Karuma mei- Médium Novata (Clan Kurain)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Mola mucho xDD, aunque la tia es mu feminista xD, no todos los tios somos así xDD, esta muy bien la novela^^
Diego Armando- Abogado de confianza (Clan Abogados)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Pero qué bien que se le da a mi hijita escribir!!!!!!!!!!!!*.*
Muy bien,me encanta ^^
Muy bien,me encanta ^^
Tamy- Abogado de renombre (Clan de Abogados)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Diso me esta encantando, has tenido una buena idea usandola para criticar los males, esperando el siguiente capi ^^
PD: No todos somos asi, como ha dicho diego...xD
PD: No todos somos asi, como ha dicho diego...xD
Danark- Aficionado/a a la investigación (Clan de Investigación)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Siguela!!!!! para que veas que te meto prisa xDDDd esta muy bien karu ^^
Apollo Justice- Fiscal en Prácticas
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
- ¿Qué queréis?- pregunté algo retraída
- Hablar contigo, ¿qué va a ser mema? –contestó haciéndome una mueca tan extraña que no supe cómo interpretarla.
- No le hagas caso a Carlos, necesitas un diccionario Carlos-mundo, Mundo- Carlos para entenderle – saltó la otra apartando a Carlos de un manotazo.
- ¡Ay! Cerda
- Ah, bueno, ¿queréis hablar de algo en particular? – pregunté con miedo a que se refirieran a algo de mi pasado.
- No, simplemente creímos que serias una chica bastante divertida.- respondió ella quitándome un peso enorme de encima con su respuesta. – me llamo Coral.
- Yo me llamo Amanda. – dije tendiéndole la mano. – encantada de conocerte, Coral.
- ¿estás de coña? – dijo apartando la mano que le ofrecía y abrazándome con tanta fuerza que pude notar sus pechos blanditos sobre mí. Oh dios, ¡¡no debía pensar en esas cosas!! – tengo la sensación de que nos llevaremos de maravilla.
- ¿Y yo qué? ¿no te alegras de conocerme? – bufó Carlos.
- Si, tranquilo -dije acercándome para abrazarle.
- Eh, a mi no me toques, yo solo quiero abrazar a chicos guapos, tu quita “desgraciá”.
Me quedé a cuadros, esa gente era rara de cojones, bueno…yo no puedo hablar; bueno, el hecho es que me encantaban y seguro que ellos serían buenos amigos que me ayudarían en todo, era un presentimiento.
- ¿Qué tal si nos vamos a dar una vuelta? – dijo Coral, apartando de la cara un mechón pelirrojo.
- No nos van a dejar salir – comenté yo.
- Ya, porque con esa cara de bicho que tienes cualquiera te deja escaparte. No sé cómo no te llevan al zoo – se burló Carlos, sonriente como si me hubiese dicho un cumplido.
- ¿Gracias?
- Bah, no le hagas caso, es un mongol.
Coral le dio un capón que no sé cómo no le arrancó la cabeza del sitio. Impresionante. Pronto empezaron a contarme todos los cotilleos del instituto, Carlos parecía Mariñas, ese colaborador de la tele que despotricaba contra todos menos contra los chicos guapos y Coral se emocionaba al escuchar los nombres de los jovencitos que se suponían “estaban cañón”. Desconecté y dejé volar mi imaginación hacia otro lado, pasaba de todas esas memeces que no me importaban lo más mínimo.
“Tranquila, no pasa nada…” – susurró una voz en mi cabeza.
El recuerdo de esa voz me erizó la piel, y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Sacudí la cabeza para que desapareciera pero no lo conseguí, esa voz retumbaba en mi cabeza continuamente, sin parar, provocando todo tipo de sensaciones que no sabría describir con palabras, pero que todas ellas eran más placenteras que los besos de Aida. ¿QUÉ? ¿Cómo…?¿cómo era posible?
- Eh, ¿nos escuchas? –preguntó Carlos.
Pero no podía reaccionar, mi mente volaba y se negaba a aterrizar, ¿qué tenia de especial esa voz? No lo sabía, pero era como un puto imán que no me dejaba en paz.
- ¡EH! – gritó Coral, ya harta.
- ¿Qué ocurre?
- Nada, que estás “atontá”, eso pasa.
- Ah, lo siento.
Al final me acabé enterando de todos los cotilleos del instituto aunque a mi me diesen igual, Coral y Carlos parecían emocionados y desesperados por contarle a alguien qué pasaba entre esas paredes que se caían a trozos y así, tener otra opinión sobre esos hechos. Pero es que encima los chismes no eran buenos, simplemente cuernos, cuernos y más cuernos seguidos de alguna borrachera. Nada de interesante.
El sonido chirriante y molesto volvió a sonar…ahora tocaba clase de Tutoría. Entré en el edificio junto con Coral y Carlos y al llegar al llegar a las escaleras nos separamos, ellos iban a gimnasia. Subí de mala gana esas empinadas y sucias escaleras, pensando en si podría irme a casa una hora antes, en mi antiguo instituto nos dejaban pirárnosla. Llegué al primer piso y crucé el pasillo, pronto pude comprobar que mis deseos se hicieron realidad, no había nadie de mi clase en la puerta, y por el cristalillo del exterior podía verse que se habían llevado las mochilas, por tanto no iban a venir. Sonreí para mis adentros y me apresuré a marcharme antes de que los conserjes de la familia Monster no me dejaran salir. Para mi sorpresa, no saltaron encima de mí para evitar mi fuga, sino que me abrieron la puerta sonrientes…eso debía ser porque mañana era Halloween y su gran día estaba cerca. Me obligué a dejar de pensar en esas estupideces y corrí a coger el tren que me llevaría a casa, hogar, dulce hogar. El tren llegó veinte minutos después de que yo llegara a la estación, me subí como cada día y encendí el Ipod, buscando alguna canción que me hiciese sentir bien en ese momento. Mi maquinita celestial, ya que el aparatejo en cuestión era de un color celeste muy bonito, seleccionó aleatoriamente la canción My world, del grupo SR-71, una canción preciosa sin duda, pero nunca me sentía identificada con la letra, jamás había experimentado esos sentimientos que la canción ponía de manifiesto, así que la cambié esperando encontrar una más afín a mi estado de ánimo, pero el Ipod estaba decidido a atormentarme con canciones de amor, ahora le tocaba el turno a Slow, de kyoharu…después pasó a una canción de la oreja de van Gogh; decidí apagarlo.
Al fin llegué a casa, después de haber pasado todo el trayecto en tren sin escuchar música y aburriéndome como una ostra, saqué las llaves de mi mochila y abrí la puerta.
- Mamá, ya estoy en casa. – dije dando un sonoro portazo que hizo temblar todo el piso.
Mamá no respondió, y papá tampoco. Al principio pensé que tal vez no hubiesen llegado aún a casa, pero escuchaba voces que provenían del comedor, así que di dos grandes zancadas y me asomé, a lo mejor había venido a visitarnos la tía Teresa y me había traído bombones. Pero, aunque sí había bombones, no era la tía teresa la que estaba sentada allí, sino un imbécil con cara de palo.
- Oh, Amanda. – exclamó mi padre al verme, se volvió hacia ese imbécil que estaba sentado en MI silla bebiendo de MI vaso – no es necesario que os la presente, ¿verdad?
El imbécil esbozó una media sonrisa encantadora, sin dejar de mirar MI vaso, dio un sorbo de lo que parecía ser café y al fin, me miró. Sus ojos grisáceos se posaron en los míos y sentí algo parecido a un calambre que me hizo apartar la mirada al instante, eran los ojos más hermosos y enigmáticos que había visto jamás, por no hablar de que a primera vista parecía la viva imagen de la estatua de augusto prima porta, pero más bello obviamente. Ahora mismo mi cerebro era incapaz de funcionar correctamente y de enlazar más de dos palabras con sentido para formar una frase, y no digamos pronunciarla para preguntar quién coño era ese Apolo imbécil que estaba sentado allí, delante mío, como si todo el mundo le perteneciera.
- Amanda, cariño – dijo mi madre sacándome de ese estado de shock en el que esos ojos me habían sumido. - ¿ no vas a saludar al señor Fuentes?
- ¿quién? – pregunté extrañada.
Ese imbécil dejó ir una pequeña carcajada y sacudió la cabeza, como si se estuviese divirtiendo.
- Fui tu fiscal, en el juicio de ayer. – me aclaró al fin, mirándome con tanta intensidad que tuve que mirar hacia otro lado, el jarrón “ming” de mi madre – solo vine a ver qué tal estabas, me asustaste.
¿Desde cuándo los fiscales van a visitar a las personas que defienden? ¡Menuda estupidez!, entonces jamás trabajarían,¡ estarían todos los días de casa en casa visitando a la gente!
- Pues estoy bien, tranquilo – respondí algo tosca.
Él ni se inmutó, acercó Mi vaso a sus labios con parsimonia y sorbió el último traguito de café que quedaba en el. Le sonrió a mi madre y se levantó, haciendo chirriar las patas de la silla.
- Bueno, en tal caso me quedo más tranquilo. – musitó tranquilamente – gracias por el café, señora.
- De nada, a usted por la visita.
- Oh, por favor, tutéenme. – rogó.
- Cuando quiera, nuestra casa está abierta. Gracias por todo, se ha esforzado mucho y se lo agradecemos de corazón, y mi hija también.
Estiré el cuello al oír mi nombre, no había estado escuchando así que me alarmé y afiné mi oído.
- Lamento que no saliera tan bien como yo hubiese querido, pero a veces los jueces son los hijos de [Censored XD] más grandes que hay. – escupió, sin dejar de parecer elegante. – Bueno, no os robo más tiempo, Adiós.
Mi padre le acompañó hasta la puerta, tuve que apartarme para dejarle pasar, era bastante alto, debía medir un metro ochenta tirando por lo bajo, y al pasar por mi lado esbozó una especie de mueca que parecía una sonrisa. Le seguí con la mirada, sin saber qué decir o hacer, hasta que mi cerebro volvió a despertar. El pañuelo.
- ¡Eh, espere señor Fiscal! – vociferé para que me oyese – tengo algo que es suyo.
Él se volvió al instante, sin duda perplejo por mis palabras, seguramente no sabía que podía tener que le perteneciese. Me acerqué a él, mirándome mis Vans y procurando no toparme con esos ojos tan espeluznantes. Metí la mano en mi bolsillo, cogiendo el pañuelo y a continuación se lo alargué.
- Es suyo, me lo prestó cuando…
- Ah…- dijo mirando el pañuelo todo lleno de vómito seco, la verdad daba asco y no es de extrañar que lo mirase como si fuese un gremlin malo de esos que salen a medianoche, o como si fuese uno de mis conserjes –quédatelo si quieres. – propuso encogiéndose de hombros y apartándose con educación de esa cosa viscosa y asquerosa.
Papá cerró la puerta, oí los pasos del fiscal dirigiéndose a las escaleras y, por el ruido, deduje que las bajaba a saltos, como yo. Vaya, un imbécil tan imbécil e infantil como todos los imbéciles. Suspiré y me fui a mi habitación, dejé mi mochila en el suelo y encendí el Ipod para escuchar alguna canción mientras mi madre preparaba la comida.
Volvió a sonar una canción de amor, Mañana, pero esta vez, no la pasé, la escuché muy cerré los ojos, dejando volar mi imaginación y relajando todos los músculos de mi cuerpo. Después llamaría a Aida.
- Hablar contigo, ¿qué va a ser mema? –contestó haciéndome una mueca tan extraña que no supe cómo interpretarla.
- No le hagas caso a Carlos, necesitas un diccionario Carlos-mundo, Mundo- Carlos para entenderle – saltó la otra apartando a Carlos de un manotazo.
- ¡Ay! Cerda
- Ah, bueno, ¿queréis hablar de algo en particular? – pregunté con miedo a que se refirieran a algo de mi pasado.
- No, simplemente creímos que serias una chica bastante divertida.- respondió ella quitándome un peso enorme de encima con su respuesta. – me llamo Coral.
- Yo me llamo Amanda. – dije tendiéndole la mano. – encantada de conocerte, Coral.
- ¿estás de coña? – dijo apartando la mano que le ofrecía y abrazándome con tanta fuerza que pude notar sus pechos blanditos sobre mí. Oh dios, ¡¡no debía pensar en esas cosas!! – tengo la sensación de que nos llevaremos de maravilla.
- ¿Y yo qué? ¿no te alegras de conocerme? – bufó Carlos.
- Si, tranquilo -dije acercándome para abrazarle.
- Eh, a mi no me toques, yo solo quiero abrazar a chicos guapos, tu quita “desgraciá”.
Me quedé a cuadros, esa gente era rara de cojones, bueno…yo no puedo hablar; bueno, el hecho es que me encantaban y seguro que ellos serían buenos amigos que me ayudarían en todo, era un presentimiento.
- ¿Qué tal si nos vamos a dar una vuelta? – dijo Coral, apartando de la cara un mechón pelirrojo.
- No nos van a dejar salir – comenté yo.
- Ya, porque con esa cara de bicho que tienes cualquiera te deja escaparte. No sé cómo no te llevan al zoo – se burló Carlos, sonriente como si me hubiese dicho un cumplido.
- ¿Gracias?
- Bah, no le hagas caso, es un mongol.
Coral le dio un capón que no sé cómo no le arrancó la cabeza del sitio. Impresionante. Pronto empezaron a contarme todos los cotilleos del instituto, Carlos parecía Mariñas, ese colaborador de la tele que despotricaba contra todos menos contra los chicos guapos y Coral se emocionaba al escuchar los nombres de los jovencitos que se suponían “estaban cañón”. Desconecté y dejé volar mi imaginación hacia otro lado, pasaba de todas esas memeces que no me importaban lo más mínimo.
“Tranquila, no pasa nada…” – susurró una voz en mi cabeza.
El recuerdo de esa voz me erizó la piel, y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Sacudí la cabeza para que desapareciera pero no lo conseguí, esa voz retumbaba en mi cabeza continuamente, sin parar, provocando todo tipo de sensaciones que no sabría describir con palabras, pero que todas ellas eran más placenteras que los besos de Aida. ¿QUÉ? ¿Cómo…?¿cómo era posible?
- Eh, ¿nos escuchas? –preguntó Carlos.
Pero no podía reaccionar, mi mente volaba y se negaba a aterrizar, ¿qué tenia de especial esa voz? No lo sabía, pero era como un puto imán que no me dejaba en paz.
- ¡EH! – gritó Coral, ya harta.
- ¿Qué ocurre?
- Nada, que estás “atontá”, eso pasa.
- Ah, lo siento.
Al final me acabé enterando de todos los cotilleos del instituto aunque a mi me diesen igual, Coral y Carlos parecían emocionados y desesperados por contarle a alguien qué pasaba entre esas paredes que se caían a trozos y así, tener otra opinión sobre esos hechos. Pero es que encima los chismes no eran buenos, simplemente cuernos, cuernos y más cuernos seguidos de alguna borrachera. Nada de interesante.
El sonido chirriante y molesto volvió a sonar…ahora tocaba clase de Tutoría. Entré en el edificio junto con Coral y Carlos y al llegar al llegar a las escaleras nos separamos, ellos iban a gimnasia. Subí de mala gana esas empinadas y sucias escaleras, pensando en si podría irme a casa una hora antes, en mi antiguo instituto nos dejaban pirárnosla. Llegué al primer piso y crucé el pasillo, pronto pude comprobar que mis deseos se hicieron realidad, no había nadie de mi clase en la puerta, y por el cristalillo del exterior podía verse que se habían llevado las mochilas, por tanto no iban a venir. Sonreí para mis adentros y me apresuré a marcharme antes de que los conserjes de la familia Monster no me dejaran salir. Para mi sorpresa, no saltaron encima de mí para evitar mi fuga, sino que me abrieron la puerta sonrientes…eso debía ser porque mañana era Halloween y su gran día estaba cerca. Me obligué a dejar de pensar en esas estupideces y corrí a coger el tren que me llevaría a casa, hogar, dulce hogar. El tren llegó veinte minutos después de que yo llegara a la estación, me subí como cada día y encendí el Ipod, buscando alguna canción que me hiciese sentir bien en ese momento. Mi maquinita celestial, ya que el aparatejo en cuestión era de un color celeste muy bonito, seleccionó aleatoriamente la canción My world, del grupo SR-71, una canción preciosa sin duda, pero nunca me sentía identificada con la letra, jamás había experimentado esos sentimientos que la canción ponía de manifiesto, así que la cambié esperando encontrar una más afín a mi estado de ánimo, pero el Ipod estaba decidido a atormentarme con canciones de amor, ahora le tocaba el turno a Slow, de kyoharu…después pasó a una canción de la oreja de van Gogh; decidí apagarlo.
Al fin llegué a casa, después de haber pasado todo el trayecto en tren sin escuchar música y aburriéndome como una ostra, saqué las llaves de mi mochila y abrí la puerta.
- Mamá, ya estoy en casa. – dije dando un sonoro portazo que hizo temblar todo el piso.
Mamá no respondió, y papá tampoco. Al principio pensé que tal vez no hubiesen llegado aún a casa, pero escuchaba voces que provenían del comedor, así que di dos grandes zancadas y me asomé, a lo mejor había venido a visitarnos la tía Teresa y me había traído bombones. Pero, aunque sí había bombones, no era la tía teresa la que estaba sentada allí, sino un imbécil con cara de palo.
- Oh, Amanda. – exclamó mi padre al verme, se volvió hacia ese imbécil que estaba sentado en MI silla bebiendo de MI vaso – no es necesario que os la presente, ¿verdad?
El imbécil esbozó una media sonrisa encantadora, sin dejar de mirar MI vaso, dio un sorbo de lo que parecía ser café y al fin, me miró. Sus ojos grisáceos se posaron en los míos y sentí algo parecido a un calambre que me hizo apartar la mirada al instante, eran los ojos más hermosos y enigmáticos que había visto jamás, por no hablar de que a primera vista parecía la viva imagen de la estatua de augusto prima porta, pero más bello obviamente. Ahora mismo mi cerebro era incapaz de funcionar correctamente y de enlazar más de dos palabras con sentido para formar una frase, y no digamos pronunciarla para preguntar quién coño era ese Apolo imbécil que estaba sentado allí, delante mío, como si todo el mundo le perteneciera.
- Amanda, cariño – dijo mi madre sacándome de ese estado de shock en el que esos ojos me habían sumido. - ¿ no vas a saludar al señor Fuentes?
- ¿quién? – pregunté extrañada.
Ese imbécil dejó ir una pequeña carcajada y sacudió la cabeza, como si se estuviese divirtiendo.
- Fui tu fiscal, en el juicio de ayer. – me aclaró al fin, mirándome con tanta intensidad que tuve que mirar hacia otro lado, el jarrón “ming” de mi madre – solo vine a ver qué tal estabas, me asustaste.
¿Desde cuándo los fiscales van a visitar a las personas que defienden? ¡Menuda estupidez!, entonces jamás trabajarían,¡ estarían todos los días de casa en casa visitando a la gente!
- Pues estoy bien, tranquilo – respondí algo tosca.
Él ni se inmutó, acercó Mi vaso a sus labios con parsimonia y sorbió el último traguito de café que quedaba en el. Le sonrió a mi madre y se levantó, haciendo chirriar las patas de la silla.
- Bueno, en tal caso me quedo más tranquilo. – musitó tranquilamente – gracias por el café, señora.
- De nada, a usted por la visita.
- Oh, por favor, tutéenme. – rogó.
- Cuando quiera, nuestra casa está abierta. Gracias por todo, se ha esforzado mucho y se lo agradecemos de corazón, y mi hija también.
Estiré el cuello al oír mi nombre, no había estado escuchando así que me alarmé y afiné mi oído.
- Lamento que no saliera tan bien como yo hubiese querido, pero a veces los jueces son los hijos de [Censored XD] más grandes que hay. – escupió, sin dejar de parecer elegante. – Bueno, no os robo más tiempo, Adiós.
Mi padre le acompañó hasta la puerta, tuve que apartarme para dejarle pasar, era bastante alto, debía medir un metro ochenta tirando por lo bajo, y al pasar por mi lado esbozó una especie de mueca que parecía una sonrisa. Le seguí con la mirada, sin saber qué decir o hacer, hasta que mi cerebro volvió a despertar. El pañuelo.
- ¡Eh, espere señor Fiscal! – vociferé para que me oyese – tengo algo que es suyo.
Él se volvió al instante, sin duda perplejo por mis palabras, seguramente no sabía que podía tener que le perteneciese. Me acerqué a él, mirándome mis Vans y procurando no toparme con esos ojos tan espeluznantes. Metí la mano en mi bolsillo, cogiendo el pañuelo y a continuación se lo alargué.
- Es suyo, me lo prestó cuando…
- Ah…- dijo mirando el pañuelo todo lleno de vómito seco, la verdad daba asco y no es de extrañar que lo mirase como si fuese un gremlin malo de esos que salen a medianoche, o como si fuese uno de mis conserjes –quédatelo si quieres. – propuso encogiéndose de hombros y apartándose con educación de esa cosa viscosa y asquerosa.
Papá cerró la puerta, oí los pasos del fiscal dirigiéndose a las escaleras y, por el ruido, deduje que las bajaba a saltos, como yo. Vaya, un imbécil tan imbécil e infantil como todos los imbéciles. Suspiré y me fui a mi habitación, dejé mi mochila en el suelo y encendí el Ipod para escuchar alguna canción mientras mi madre preparaba la comida.
Volvió a sonar una canción de amor, Mañana, pero esta vez, no la pasé, la escuché muy cerré los ojos, dejando volar mi imaginación y relajando todos los músculos de mi cuerpo. Después llamaría a Aida.
Karuma mei- Médium Novata (Clan Kurain)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
gracias por lso comentarios ^^ espero que os guste ;)
Karuma mei- Médium Novata (Clan Kurain)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Gracias,nunca te había escrito ningún comentario,pero está muy bien.
Espero que sigas
Espero que sigas
Invitado- Invitado
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Cóm mola hijita!!!*.*
se te da genial escribir enserio weeeeee
Sigue la historia por fa!!^^
se te da genial escribir enserio weeeeee
Sigue la historia por fa!!^^
Tamy- Abogado de renombre (Clan de Abogados)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Esta estupenda la historia, sigue asi ^^
Phoenix Wright- Pesadilla del Juzgado (Administrador Clan Abogados)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Bueno que decirte que no te haya dicho ya, me encanta tu historia estoy super viciada ^^
luzika- Médium Común (Clan Kurain)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Bueno, no he comentado nada hasta ahora, pero he de decir que la historia está muy, muy bien, además me gusta la forma de tratar las injusticias que tiene la historia, el punto de vista, y siempre con los oportunos ''[Censored XD]'' Me encanta que las normas se sigan bien , supongo XD Bueno, pues espero que continúes publicando, es una historia con mucho gancho, quizás deberías pensar en publicarla en un libro, o algo así ^^
Un saludo!
Un saludo!
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Capitulo 5
Mi día no podía empezar mejor, para empezar, el tren llegó tarde por “problemas técnicos”, a continuación empezó a llover a cántaros y no me acordé de coger un paraguas por lo que me mojé de pies a cabeza, y para postres llegué tarde a clase. El maestro de castellano retorció su bigote y me dejó entrar en el aula a regañadientes, odiaba a las personas que llegaban tarde. Pero la sorpresa y lo que más me molesto de todo lo que me había ocurrido es que en mi sitio estaba la tal Laura, la amiga de verónica que estaba enferma. ¿Dónde iba a sentarme ahora? Eché un vistazo a mí alrededor en busca de un asiento libre que no estuviese al lado de un imbécil, y encontré uno, al lado de una chica bastante más rara que yo – y eso ya es decir- que me sonrió al ver que me dirigía hacia ella.
- Hola Amanda – me saludó.- soy Bella.
- Oh, que nombre tan bonito –respondí intentando parecer amable.
- Si, ¡igual que la protagonista de crepúsculo! –exclamó.
El profesor la fulminó con la mirada, y por hablar, la hizo salir a la pizarra para resolver el primer ejercicio.
- Isabel, vamos – la invitó sonriendo, o al menos eso parecía, porque ese bigote no dejaba ver nada. – salga al encerado y no me diga que no lo tiene hecho porque no me vale.
Cuando Isabela acabó de hacer el ejercicio, empezó a contarme sus aficiones, libros favoritos, amoríos, problemas que tenia, etc…y me estaba empezando a doler la cabeza, pero la tía no paraba de hablar, era como el ruido de un taladro, que se te mete en la cabeza y llevas todo el día ese sonido persiguiéndote.
- ¡Callad! – exclamó el profesor, aunque ella no le hacia caso. –vamos, que no estamos en primero de la eso. ¡callad!
El sonido chirriante del cambio de clase me salvó de volverme loca, cogí mis bártulos y me levanté como un rayo para huir de semejante pelmazo, pero la tía asquerosa me siguió y no me dejaba en paz. ¿Y a mi que coño me importaba el puto Harry Potter? Por mí como si se la pegaba con la escoba esa y se tragaba el snitch dorado, o como coño se diga esa bolita con alas.
Tocaba latín, fuimos a buscar al profesor de guardia directamente para que nos pasaran lista e ir a la cafetería, todo el mundo estaba hablando animadamente de lo que iban a hacer en Halloween, y entonces caí en la cuenta de que yo hacia años que no lo celebraba. No pude evitar que me invadiese la tristeza al recordar el último Halloween que celebré con mis antiguas amigas, nos lo pasábamos tan bien antes de que ocurriese…eso. Tuve que cerrar los ojos unos instantes y tranquilizarme para evitar que las lágrimas acudiesen, no quería montar un numerito.
- Perdone, ¿nos pasan lista? – preguntó Laura a un señor que había allí.
- ¿de qué clase sois?- preguntó este colocándose las gafas con cuidado.
- De segundo de bachiller, nos toca Latín con…
- Ah, volved a clase – dijo sin mirar la lista de profesores – hoy mismo ha llegado el sustituto, os estará esperando.
La cara que se nos quedó a todos al recibir la noticia fue de foto. Fastidiados, volvimos pasillo abajo hacia la clase de latín, arrastrando los pies y bufando de pura frustración.
Al fin, llegamos al aula de desdoble, la puerta estaba abierta y la luz encendida, por lo tanto debía ser cierto que había alguien allí, esperando. Entramos lentamente para perder el máximo tiempo posible y nos sentamos; un hombre – mierda, joder, puto Adán – estaba mirando por la ventana, como si esperara ver un mensaje en el cielo, totalmente encapotado. Saqué los libros de la mochila, y abrí la carpeta para sacar las hojas e intentar atender a la clase, aunque ese imbécil no tuviera prisa por empezar. Así que mientras esperaba a que el señor diera clase, intenté echar una cabezadita sobre la mesa, cubriéndome la cabeza con los brazos para no escuchar a la taladradora que se había vuelto a sentar a mi lado.
- Bueno, ¿ya estáis todos? – preguntó, finalmente.
Eh, yo conocía perfectamente esa voz, si. Era la misma que me defendió a capa y espada en el juicio, la misma de ayer en mi casa, tan dulce y familiar y que ahora sonaba tan masculina como en el juicio. ¿Qué coño hacia aquí el fiscal? Me iba a salir hasta en la sopa a este paso, joder, ¿no puede quedarse en casa quietecito? Decidí levantarme y mirar hacia él, aunque no tuviese ganas de ver a ese imbécil. El nuevo profesor estaba de pie en mitad de la clase, apoyado en la pared y sin mostrar emoción alguna en su rostro. Para mi sorpresa todo el mundo estaba callado, cuando normalmente charlamos tanto que la clase parece un nido de cotorras y loros, incluso la taladradora se había callado, atendiendo con un brillo en los ojos que daba miedo.
- Bueno supongo que si. – dijo acompañándose de un suspiro – me llamo Aro, y lamento haberos jodido la hora libre que hasta ahora teníais.
- ¡¿Aro?! – chilló la taladradora al oír su nombre, provocando que todos los presentes diéramos un brinco. – ¿ARO?- repitió emocionadísima.
- Si, ¿ocurre algo con mi nombre? – inquirió extrañado y confuso por la reacción de Bella.
- Oh, ¿sabe usted que se llama igual que el personaje de un libro muy chulo?
- ¿de cual? – quiso saber.
- Crepúsculo, por supuesto.
- Amm…ya. Bueno, ¿que tal si perdemos un poco el tiempo y nos presentamos?, así me aprendo vuestros nombres. – propuso sonriente pasando olímpicamente de Bella.
Toda la clase asintió complacida de no tener que empezar la lección, guardaron los libros y empezaron a presentarse, uno por uno, bromeando sobre lo que les gustaba a unos y a otros.
- Shhh…Amanda –me susurró bella al oído - ¿piensas lo mismo que yo?
- ¿El qué?
- Ese tío es un vulturi…nos va a chupar la sangre a todos. – dijo atemorizada –no me fio un pelo.
Joder, esta tía era una petarda. Conocía un montón de gente encantadora que leía crepúsculo, es más, yo misma estaba enganchada a esa saga de libros, pero, lo de esta tía era demasiado; no he conocido jamás alguien como ella. Menuda colgada.
- Su nombre, por favor.
Su voz sonó cerca de mi, levanté la cabeza y me topé de pleno con esos ojos, que ayer eran grises, observándome divertidos. ¿Por qué hoy los tenía de un azul eléctrico? ¿Llevaba lentillas? Que cutre por dios, los prefería grises.
- Emm…me llamo Amanda – me atreví a decir, al fin – me gusta leer y ver películas.
- ¿qué películas ves, ¿¿eh?? ¡cochina!- bromeó Joaquín.
Aro sonrió, sus ojos relucieron como si hubiese una pequeña estrella en su interior, chispeante y misteriosa. Me miró de reojo y tuve que volver la vista hacia otro lado, no soportaba mirarle directamente, me era imposible. La sangre de todo mi cuerpo empezó a agolparse en mi cara, debía estar roja como un tomate así que me tapé el rostro con ambas manos, hasta que me pasara. Odiaba esta clase, odiaba el profesor, odiaba lo que me estaba pasando….¡Puto Adán!
- Eh, Aro – lo llamó Verónica cuando acabó la ronda de “reconocimiento”.
- Dime Vero.
- ¿de donde viene tu nombre? Es raro…- dijo dibujando una mueca.
- No es tan raro, solo es el diminutivo de Aurelio. – aclaró él soltando una risita.
- Ah, que mono. – exclamó Laura, un poco más de babas y seguro que la clase se inundaba. ¿qué diablos le veían a ese tío con cara de palo, serio e imperturbable?
- Es la primera vez que oigo que Aurelio es un nombre “mono” –dijo enarcando una ceja.
- ¿es romano? –preguntó Andrés, uno de los imbéciles de la ultima fila.
Agh, ¿por qué todo el mundo estaba empeñado en hacerle hablar? No podía soportar su voz, me hacia estremecer cada vez que la oía y luego sus palabras resonaban en mi cabeza, como una melodía pegadiza de esas canciones veraniegas tan exasperantes.
- Significa brillante, Luz- dijo pensativo rascándose la barbilla- si no recuerdo mal.
Pasaron toda la clase parloteando de tonterías, contentos como unas pascuas con su nuevo profesor de latín. Y mientras ellos lo pasaban tan bien, esa clase a mi me había parecido una tortura peor que las de la inquisición. Al sonar el timbre, me levanté como un rayo de la silla y me largué, sin darle tiempo a Aro de despedirse de nosotros y darnos permiso para salir. No miré atrás ni escuché nada, encendí el Ipod y busqué la canción más rallante que encontré para que su voz se desvaneciese y dejara de atormentar mi mente. Llegué a la cafetería, decidí que iba a saltarme la clase de valenciano, pasaba del puto profesor ese, no estaba yo para que empezasen a calentarme la cabeza con cuestiones políticas, llamé al timbre que habían dispuesto las señoras de la cafetería para avisar de que había clientes cuando ellas estaban preparando bocadillos dentro, y pronto salió la misma mujer del otro día, con la misma cara de perro y que se acentuó cuando me reconoció.
- Hola, ¿me pone una cerveza? – pedí con educación.
- Enséñame tu DNI. –ladró la mujer.
Saqué de mi mochila la cartera y dejé la tarjetita encima del mostrador, la mujer lo miró y me lo devolvió.
- Lo siento, aunque eres mayor de edad, no te puedo vender alcohol porque está prohibido.
Dicho esto, la tía se volvió de espaldas a mí haciendo caso omiso de mis quejas, me cansé de gritarle cosas y me fui a sentarme a un rinconcito de la cafetería. Aprovecharía la hora que me había tomado de libertad y haría los deberes de Castellano que iban para mañana, así podría pasar la tarde entera con Aida. Un ruido sordo me hizo despegar los ojos de la libreta de castellano, miré hacia delante y, para mi sorpresa, un botellín de Heineken fresquito me esperaba.
Mi día no podía empezar mejor, para empezar, el tren llegó tarde por “problemas técnicos”, a continuación empezó a llover a cántaros y no me acordé de coger un paraguas por lo que me mojé de pies a cabeza, y para postres llegué tarde a clase. El maestro de castellano retorció su bigote y me dejó entrar en el aula a regañadientes, odiaba a las personas que llegaban tarde. Pero la sorpresa y lo que más me molesto de todo lo que me había ocurrido es que en mi sitio estaba la tal Laura, la amiga de verónica que estaba enferma. ¿Dónde iba a sentarme ahora? Eché un vistazo a mí alrededor en busca de un asiento libre que no estuviese al lado de un imbécil, y encontré uno, al lado de una chica bastante más rara que yo – y eso ya es decir- que me sonrió al ver que me dirigía hacia ella.
- Hola Amanda – me saludó.- soy Bella.
- Oh, que nombre tan bonito –respondí intentando parecer amable.
- Si, ¡igual que la protagonista de crepúsculo! –exclamó.
El profesor la fulminó con la mirada, y por hablar, la hizo salir a la pizarra para resolver el primer ejercicio.
- Isabel, vamos – la invitó sonriendo, o al menos eso parecía, porque ese bigote no dejaba ver nada. – salga al encerado y no me diga que no lo tiene hecho porque no me vale.
Cuando Isabela acabó de hacer el ejercicio, empezó a contarme sus aficiones, libros favoritos, amoríos, problemas que tenia, etc…y me estaba empezando a doler la cabeza, pero la tía no paraba de hablar, era como el ruido de un taladro, que se te mete en la cabeza y llevas todo el día ese sonido persiguiéndote.
- ¡Callad! – exclamó el profesor, aunque ella no le hacia caso. –vamos, que no estamos en primero de la eso. ¡callad!
El sonido chirriante del cambio de clase me salvó de volverme loca, cogí mis bártulos y me levanté como un rayo para huir de semejante pelmazo, pero la tía asquerosa me siguió y no me dejaba en paz. ¿Y a mi que coño me importaba el puto Harry Potter? Por mí como si se la pegaba con la escoba esa y se tragaba el snitch dorado, o como coño se diga esa bolita con alas.
Tocaba latín, fuimos a buscar al profesor de guardia directamente para que nos pasaran lista e ir a la cafetería, todo el mundo estaba hablando animadamente de lo que iban a hacer en Halloween, y entonces caí en la cuenta de que yo hacia años que no lo celebraba. No pude evitar que me invadiese la tristeza al recordar el último Halloween que celebré con mis antiguas amigas, nos lo pasábamos tan bien antes de que ocurriese…eso. Tuve que cerrar los ojos unos instantes y tranquilizarme para evitar que las lágrimas acudiesen, no quería montar un numerito.
- Perdone, ¿nos pasan lista? – preguntó Laura a un señor que había allí.
- ¿de qué clase sois?- preguntó este colocándose las gafas con cuidado.
- De segundo de bachiller, nos toca Latín con…
- Ah, volved a clase – dijo sin mirar la lista de profesores – hoy mismo ha llegado el sustituto, os estará esperando.
La cara que se nos quedó a todos al recibir la noticia fue de foto. Fastidiados, volvimos pasillo abajo hacia la clase de latín, arrastrando los pies y bufando de pura frustración.
Al fin, llegamos al aula de desdoble, la puerta estaba abierta y la luz encendida, por lo tanto debía ser cierto que había alguien allí, esperando. Entramos lentamente para perder el máximo tiempo posible y nos sentamos; un hombre – mierda, joder, puto Adán – estaba mirando por la ventana, como si esperara ver un mensaje en el cielo, totalmente encapotado. Saqué los libros de la mochila, y abrí la carpeta para sacar las hojas e intentar atender a la clase, aunque ese imbécil no tuviera prisa por empezar. Así que mientras esperaba a que el señor diera clase, intenté echar una cabezadita sobre la mesa, cubriéndome la cabeza con los brazos para no escuchar a la taladradora que se había vuelto a sentar a mi lado.
- Bueno, ¿ya estáis todos? – preguntó, finalmente.
Eh, yo conocía perfectamente esa voz, si. Era la misma que me defendió a capa y espada en el juicio, la misma de ayer en mi casa, tan dulce y familiar y que ahora sonaba tan masculina como en el juicio. ¿Qué coño hacia aquí el fiscal? Me iba a salir hasta en la sopa a este paso, joder, ¿no puede quedarse en casa quietecito? Decidí levantarme y mirar hacia él, aunque no tuviese ganas de ver a ese imbécil. El nuevo profesor estaba de pie en mitad de la clase, apoyado en la pared y sin mostrar emoción alguna en su rostro. Para mi sorpresa todo el mundo estaba callado, cuando normalmente charlamos tanto que la clase parece un nido de cotorras y loros, incluso la taladradora se había callado, atendiendo con un brillo en los ojos que daba miedo.
- Bueno supongo que si. – dijo acompañándose de un suspiro – me llamo Aro, y lamento haberos jodido la hora libre que hasta ahora teníais.
- ¡¿Aro?! – chilló la taladradora al oír su nombre, provocando que todos los presentes diéramos un brinco. – ¿ARO?- repitió emocionadísima.
- Si, ¿ocurre algo con mi nombre? – inquirió extrañado y confuso por la reacción de Bella.
- Oh, ¿sabe usted que se llama igual que el personaje de un libro muy chulo?
- ¿de cual? – quiso saber.
- Crepúsculo, por supuesto.
- Amm…ya. Bueno, ¿que tal si perdemos un poco el tiempo y nos presentamos?, así me aprendo vuestros nombres. – propuso sonriente pasando olímpicamente de Bella.
Toda la clase asintió complacida de no tener que empezar la lección, guardaron los libros y empezaron a presentarse, uno por uno, bromeando sobre lo que les gustaba a unos y a otros.
- Shhh…Amanda –me susurró bella al oído - ¿piensas lo mismo que yo?
- ¿El qué?
- Ese tío es un vulturi…nos va a chupar la sangre a todos. – dijo atemorizada –no me fio un pelo.
Joder, esta tía era una petarda. Conocía un montón de gente encantadora que leía crepúsculo, es más, yo misma estaba enganchada a esa saga de libros, pero, lo de esta tía era demasiado; no he conocido jamás alguien como ella. Menuda colgada.
- Su nombre, por favor.
Su voz sonó cerca de mi, levanté la cabeza y me topé de pleno con esos ojos, que ayer eran grises, observándome divertidos. ¿Por qué hoy los tenía de un azul eléctrico? ¿Llevaba lentillas? Que cutre por dios, los prefería grises.
- Emm…me llamo Amanda – me atreví a decir, al fin – me gusta leer y ver películas.
- ¿qué películas ves, ¿¿eh?? ¡cochina!- bromeó Joaquín.
Aro sonrió, sus ojos relucieron como si hubiese una pequeña estrella en su interior, chispeante y misteriosa. Me miró de reojo y tuve que volver la vista hacia otro lado, no soportaba mirarle directamente, me era imposible. La sangre de todo mi cuerpo empezó a agolparse en mi cara, debía estar roja como un tomate así que me tapé el rostro con ambas manos, hasta que me pasara. Odiaba esta clase, odiaba el profesor, odiaba lo que me estaba pasando….¡Puto Adán!
- Eh, Aro – lo llamó Verónica cuando acabó la ronda de “reconocimiento”.
- Dime Vero.
- ¿de donde viene tu nombre? Es raro…- dijo dibujando una mueca.
- No es tan raro, solo es el diminutivo de Aurelio. – aclaró él soltando una risita.
- Ah, que mono. – exclamó Laura, un poco más de babas y seguro que la clase se inundaba. ¿qué diablos le veían a ese tío con cara de palo, serio e imperturbable?
- Es la primera vez que oigo que Aurelio es un nombre “mono” –dijo enarcando una ceja.
- ¿es romano? –preguntó Andrés, uno de los imbéciles de la ultima fila.
Agh, ¿por qué todo el mundo estaba empeñado en hacerle hablar? No podía soportar su voz, me hacia estremecer cada vez que la oía y luego sus palabras resonaban en mi cabeza, como una melodía pegadiza de esas canciones veraniegas tan exasperantes.
- Significa brillante, Luz- dijo pensativo rascándose la barbilla- si no recuerdo mal.
Pasaron toda la clase parloteando de tonterías, contentos como unas pascuas con su nuevo profesor de latín. Y mientras ellos lo pasaban tan bien, esa clase a mi me había parecido una tortura peor que las de la inquisición. Al sonar el timbre, me levanté como un rayo de la silla y me largué, sin darle tiempo a Aro de despedirse de nosotros y darnos permiso para salir. No miré atrás ni escuché nada, encendí el Ipod y busqué la canción más rallante que encontré para que su voz se desvaneciese y dejara de atormentar mi mente. Llegué a la cafetería, decidí que iba a saltarme la clase de valenciano, pasaba del puto profesor ese, no estaba yo para que empezasen a calentarme la cabeza con cuestiones políticas, llamé al timbre que habían dispuesto las señoras de la cafetería para avisar de que había clientes cuando ellas estaban preparando bocadillos dentro, y pronto salió la misma mujer del otro día, con la misma cara de perro y que se acentuó cuando me reconoció.
- Hola, ¿me pone una cerveza? – pedí con educación.
- Enséñame tu DNI. –ladró la mujer.
Saqué de mi mochila la cartera y dejé la tarjetita encima del mostrador, la mujer lo miró y me lo devolvió.
- Lo siento, aunque eres mayor de edad, no te puedo vender alcohol porque está prohibido.
Dicho esto, la tía se volvió de espaldas a mí haciendo caso omiso de mis quejas, me cansé de gritarle cosas y me fui a sentarme a un rinconcito de la cafetería. Aprovecharía la hora que me había tomado de libertad y haría los deberes de Castellano que iban para mañana, así podría pasar la tarde entera con Aida. Un ruido sordo me hizo despegar los ojos de la libreta de castellano, miré hacia delante y, para mi sorpresa, un botellín de Heineken fresquito me esperaba.
Karuma mei- Médium Novata (Clan Kurain)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
- ¿qué, picándote clases? – adivinó la voz de Aro.
Me volví lentamente hacia él y vi como se sentaba a mi lado, sosteniendo una taza de café que supuse que sería para él.
- ¿por qué…?- pregunté.
- No sé, lo considero una putada que no te dejen beberte una cerveza fresquita teniendo dieciocho años, solo por ser una alumna. – me cortó, respondiendo a mi pregunta.
- Podrías meterte en un lio.
- Me da igual. – dijo encogiéndose de hombros, con tanta indiferencia que me quedé helada.
- ¿no vas a regañarme por saltarme una clase?
- Aunque te regañase, no irías a clase, así que seria perder el tiempo tontamente – respondió haciendo rodar la cucharilla – ¿molesto?
Negué, mirando a la libreta de nuevo, una solución a esa incomodidad seria arrancarle los ojos, pero me parecía demasiado gore. ¿O no? Tal vez me cambiara de instituto…ah, diablos, que complicado era todo. ¿Por qué su voz insistía en ocupar toda mi mente? ¿Por qué sus ojos me hacían sentir tan mal? Era como si me vigilara constantemente una fuerza que yo no podía controlar, un imán que me conducía hacia un lugar extraño para mí y del cual no podía escapar, y yo lo sabía. Ese era el problema, no iba a dejar que me arrastrase. No iba a perder ante él. Mientas hacía mis cavilaciones, Aro bebió el último sorbo de café, observó la taza y se levantó. Una sensación de tranquilidad me calmó los nervios que tenía a flor de piel, tal vez eran solo alucinaciones mías…
- Hasta mañana, Amanda. – murmuró dándome dos golpecitos en la espalda.
No pude responder, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, mis nervios se habían vuelto locos, mi mente se inundó de recuerdos e imágenes desagradables, del juicio, de ayer, de la clase… y su voz resonaba por todas partes. Me estaba volviendo loca. Intenté volver al estudio, intentando no pensar en nada de eso pero, al rato me di cuenta de que lo único que estaba escribiendo era su nombre. Aro. Por todas partes, Aro. Arrojé la libreta al suelo y rompí a llorar. ¿Por qué era tan estúpida? ¿No podían desaparecer todos los imbéciles de este mundo? Bueno, lo mataría, entes de que él me volviese loca, si es que no lo había conseguido ya.
( gracias a todos por leer ^^ feliz dia de reyes ^^!!!))
Diccionario : Vulturi es una clase de Vampiro que sale en el libro de crepusculo, segun el libro, son los vampiros más viejos que controlan que nadie se pase las normas por el forro y el secreto de que los vampiros existen salgan a a la luz. Son bastante crueles xD
Me volví lentamente hacia él y vi como se sentaba a mi lado, sosteniendo una taza de café que supuse que sería para él.
- ¿por qué…?- pregunté.
- No sé, lo considero una putada que no te dejen beberte una cerveza fresquita teniendo dieciocho años, solo por ser una alumna. – me cortó, respondiendo a mi pregunta.
- Podrías meterte en un lio.
- Me da igual. – dijo encogiéndose de hombros, con tanta indiferencia que me quedé helada.
- ¿no vas a regañarme por saltarme una clase?
- Aunque te regañase, no irías a clase, así que seria perder el tiempo tontamente – respondió haciendo rodar la cucharilla – ¿molesto?
Negué, mirando a la libreta de nuevo, una solución a esa incomodidad seria arrancarle los ojos, pero me parecía demasiado gore. ¿O no? Tal vez me cambiara de instituto…ah, diablos, que complicado era todo. ¿Por qué su voz insistía en ocupar toda mi mente? ¿Por qué sus ojos me hacían sentir tan mal? Era como si me vigilara constantemente una fuerza que yo no podía controlar, un imán que me conducía hacia un lugar extraño para mí y del cual no podía escapar, y yo lo sabía. Ese era el problema, no iba a dejar que me arrastrase. No iba a perder ante él. Mientas hacía mis cavilaciones, Aro bebió el último sorbo de café, observó la taza y se levantó. Una sensación de tranquilidad me calmó los nervios que tenía a flor de piel, tal vez eran solo alucinaciones mías…
- Hasta mañana, Amanda. – murmuró dándome dos golpecitos en la espalda.
No pude responder, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, mis nervios se habían vuelto locos, mi mente se inundó de recuerdos e imágenes desagradables, del juicio, de ayer, de la clase… y su voz resonaba por todas partes. Me estaba volviendo loca. Intenté volver al estudio, intentando no pensar en nada de eso pero, al rato me di cuenta de que lo único que estaba escribiendo era su nombre. Aro. Por todas partes, Aro. Arrojé la libreta al suelo y rompí a llorar. ¿Por qué era tan estúpida? ¿No podían desaparecer todos los imbéciles de este mundo? Bueno, lo mataría, entes de que él me volviese loca, si es que no lo había conseguido ya.
( gracias a todos por leer ^^ feliz dia de reyes ^^!!!))
Diccionario : Vulturi es una clase de Vampiro que sale en el libro de crepusculo, segun el libro, son los vampiros más viejos que controlan que nadie se pase las normas por el forro y el secreto de que los vampiros existen salgan a a la luz. Son bastante crueles xD
Última edición por Karuma mei el Mar Ene 06, 2009 6:06 pm, editado 1 vez
Karuma mei- Médium Novata (Clan Kurain)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Jeje pobrecilla amanda, tiene Aro para aburrir ahora xD (aunque yo creia que la "a" del pañuelo seria un nombre mas normal xD)
En fin te esta quedando muy bien, me encanta como escribes
En fin te esta quedando muy bien, me encanta como escribes
Danark- Aficionado/a a la investigación (Clan de Investigación)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Cómo mola!!! *.*
Sigue así hijita weeeee
Se ha enamorado Amanda ~~~ xDD o eso parece jaja
Sigue así hijita weeeee
Se ha enamorado Amanda ~~~ xDD o eso parece jaja
Tamy- Abogado de renombre (Clan de Abogados)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
una palabra: "Increible" pedazo de narraciones te haces, son increibles, se nota que tienes mucho vocabulario gramatical^^
Diego Armando- Abogado de confianza (Clan Abogados)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Waaa mola mucho, joe si yo escribiera la mitad de bien que tu xD Bueno al menos con mi "relatito" practico. Felicidades ^^
luzika- Médium Común (Clan Kurain)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
uno tiene que ponerse a escribir de tal manera y que sea coherente
muy buena la historia (con definicion y todo xD)
muy buena la historia (con definicion y todo xD)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
El móvil me sonó. Era Aida.
- ¿Si?
- ¡Ey! ¿qué pasa preciosa? – saludó la voz de mi querida Aida distorsionada por el teléfono.- ¿hay una fiesta y no me avisas?
- ¿fiesta? ¿de qué estás hablando?- dije extrañada.
- Oh, vamos. Hay carteles por todas partes, en tu instituto organizan una fiesta de halloween esta noche.
- Vaya, pues no tenía ni idea. – me disculpé – ¿y quieres que vayamos?
- Claro, una fiesta es una fiesta, y así me enseñas ese instituto, ¿qué te parece?
- De acuerdo, tu ganas, iremos. – accedí con mala gana.
- ¡genial! Averigua a qué hora es y si tenemos que ir disfrazadas, ¿vale? Tengo una idea genial. Un beso amor.
Aida colgó el teléfono tan rápido que no me dio tiempo a despedirme de ella. Guardé mi móvil antes de que algún profesor me llamase la atención y continué haciendo los deberes de castellano, no sin antes borrar con una tonelada de tippex todos los “Aros” que había garabateado en un ataque de locura y desesperación. ¿Seria cierto que había una fiesta? No me apetecía nada ir, pero por Aida, sería capaz de hacer un viaje al infierno y robarle el tridente a Satán. Así que, una vez terminé de analizar las frases compuestas, me levanté y busqué algún papel que anunciara la fiesta de esta noche. Lo más lógico es que la información se hallara en el “cartel de anuncios” pero allí no había ni rastro, solo habían un montón de compresas con alas pegadas en el corcho y cubiertas de tinta roja para gastarles una broma a las limpiadoras, una broma que no tendría ni pizca de gracia para ellas. Al fin me cansé de dar vueltas como una idiota y volví a la cafetería, cogí mi mochila y subí al aula de historia del arte, por fin una clase que me gustaba. La sirena sonó- tan chirriante y molesta como siempre- y al mismo tiempo las puertas de las aulas se abrieron dejando escapar a un montón de personas que se golpeaban y empujaban por salir antes de la clase. Eran auténticas muchedumbres enfurecidas que más bien parecían animales salvajes, una auténtica selva. Me aparté a un lado para que esas bestias no me arrollasen y esperé, paciente hasta que el profesor llegara.
- Joder, no sé que les dan a esos malditos críos para desayunar. – se quejó Laura.
- Tal vez sean mini Vulturis, que quieren chuparnos la sangre a todos por culpa de Aro.- dijo bella, completamente convencida.
Laura, verónica y Sandra se apartaron de Bella, como si fuese un bicho raro, y lo cierto es que no me extraña porque a esa chica tarde o temprano se la llevaría el FBI para investigarla, y mejor no estar a su lado por si les da por pensar que pertenecemos a su mundo.
- Oye, ¿vosotras sabéis algo sobre la fiesta de esta noche?- les pregunté reuniendo todo el valor que fui capaz.
- ¡Oh! Claro, es a las diez, y tienes que venir disfrazada o no te dejaran entrar o te arrojaran huevos podridos. Habrá karaoke, bailes, concurse de preguntas…- contó emocionada.
- ¿vas a venir? –inquirió Sandra, una víbora de cuidado.
- Si, con…mi novia.- murmuré.
La cara que se les quedó la recordaré siempre. Era la misma cara que se les quedó a mis antiguas amigas, que me echaron del grupo por ser lo que soy. Dieron un paso hacia atrás, como si yo no lo notara y sonrieron incómodas.
- Ah, qué bien.
Me cabreaba mucho esa reacción, levanté la cabeza bien alto, orgullosa de mi sexualidad y me giré dándoles la espalda.
- Tranquilas, no voy a comeros ni mucho menos. – dije airada.
- Ya te gustaría – respondió Sandra riendo.
- Al contrario, antes preferiría tirarme por un tobogán de cuchillas completamente desnuda, zambullirme en una piscina llena de alcohol y secarme con una toalla de lija. – escupí mirándolas de reojo.
No respondieron, empezaron a cuchichear y a criticar, que era lo que mejor sabían hacer. Pasé de ellas, estaba muy orgullosa de lo que había confesado, después de todo, yo amaba a Aida y esta noche todo el mundo me vería con ella. El profesor llegó, mirando su reloj de bolsillo con ansiedad, como si hubiese sido un crimen llegar cinco minutos tarde. Abrió la puerta y todos entramos. Me senté al lado de Bella y preparé el libro y la carpeta, la clase iba a empezar.
- Oye, me acaban de decir que eres bollera –me susurró Bella.
Genial, ahora la loca iba a estar dándome la lata toda la clase, tenia un nuevo tema de conversación y eso era lo peor que podía haberme pasado.
- Quiero que sepas, que a mi también me gustan los bollitos y las pastas, sobretodo los que llevan chocolate, y no creo que sea nada malo. Cuenta conmigo. – concluyó levantando el dedo pulgar y sonriendo inocentemente.
Oh dios, no podía ser cierto. De todas formas, seria mejor así. La clase trataba sobre la arquitectura romana esta vez, y la verdad, resultaba complicado atender al profesor cuando tienes a una taladradora humana hablando de bollería y pasteles a tu lado todo el santo rato.
- antes de iros, apuntad. Para mañana quiero que hagáis un comentario sobre el coliseo o anfiteatro Flavio. – dijo el profesor anotando las tareas en su libretita, para que no se le olvidara preguntarlo y ponernos el negativo correspondiente al que no lo hubiera hecho- ala, ya podéis iros. Mariquita el último. – bromeó.
Faltó tiempo para que todo el mundo saliese pitando de allí, entre ellos el profesor que parecía que tuviese más prisa que nadie por irse.
La mañana transcurrió tranquila, las estúpidas de mi clase no volvieron a cuchichear, al menos delante de mí y las clases se me hicieron bastante amenas. Así que a las dos y diez, como la mayoría de los días de la semana, salí del instituto y me dirigí a la estación de trenes. Allí, sentada en un banco mientras esperaba al tren, mandé un mensaje al móvil de Aida para informarla de la fiesta y preguntándole si esta tarde íbamos a vernos. A penas hacía unos momentos que había pulsado el botón de “enviar”, el móvil me avisó de que había recibido un mensaje, larguísimo, de Aida. Suspiré y abrí el sms, ella me contestaba que sí que íbamos a vernos, pues teníamos que coser nuestros vestidos y comprar lo necesario para ir tan bien disfrazadas que pareceríamos monstruos de verdad.se la notaba realmente encantada y no iba a ser yo la que destrozara esa ilusión, asi que decidí colaborar en todo cuanto ella me dijese. El tren al fin llegó y subí, busqué un sitio libre en el cual no hubiese nadie sentado alrededor y me dejé caer, agotada y con los pies doloridos. Arrojé la mochila a mis pies, como si fuese un saco de patatas, y encendí el Ipod. Esta vez empezó a sonar una canción que me hacia bastante gracia, llamada Il grande baboomba, de Zucchero. El tren cerró sus puertas acompañado del ruidito repetitivo que avisaba de que a nadie podía subir ni bajar del tren. Y empezó a moverse. Con el ánimo por las nubes por culpa de la canción y por la alegría que me provocaba la idea de que iba a pasar toda la tarde junto a Aida, acompañé el ritmo de la música meneando la cabeza, como el típico perro cabezón que ponen en la mayoría de los coches, y tarareando la canción como si yo fuese la cantante. Miré por el cristal, sonriente y radiante de felicidad y me entretuve contando coches. El tren iba paralelo a la autopista así que era sencillo ver algún deportivo chulísimo, o alguna harley davidson. Y hablando de la reina de roma, una harley a toda velocidad se puso a la misma altura que el tren, adelantando a un montón de coches por el lado izquierdo, como si fuese la reina de la calzada, tan libre como un mustang corriendo a través de las llanuras. La moto era preciosa, brillante como una estrella y llamativa como un cartel de neón. Estaba pintada totalmente de negro con algunos adornos amarillos en forma de relámpago y un letrero Azul eléctrico que no se podía leer bien desde el tren. Tal vez era yo que necesitaba gafas. Después de un buen rato siguiendo a esa moto con la mirada, ésta se desvió y la perdí de vista, jodiendome la diversión. Maldije al conductor de la cazadora negra y seguí a un coche rojo, seguramente un audi TT que intentaba imitar lo que hacia antes mi preciosa harley, sin tener tanta gracia, por supuesto. En ese momento decidí, que antes de morir quería subirme a una moto de esas y sentir la sensación de velocidad que me haría olvidar todos mis problemas por unos momentos.
“próxima parada…”
Dijo la monótona voz femenina de todos los días. Me levanté de mi asiento y me acerqué a la puerta, esperando a que el tren se detuviera del todo para pulsar el botón verde. Al fin, de un salto bajé de mi medio de transporte favorito y no sé por qué, me dio por ir corriendo a casa. Quizá quería intentar emular la velocidad de aquella harley, o el viento acariciando mi cara, no lo sé, pero corrí como si me fuera la vida en ello, sonriendo como si la libertad corriese junto a mi y la estuviese dejando a tras, superándola. Pero pronto salí de ese estado eufórico, pues un coche casi me embiste, dio un frenazo que debió dejarse media rueda en el asfalto, la mujer que conducía me empezó a insultar, y emprendió la marcha de nuevo. ¿Por qué cuando me sentía bien, algo o alguien tenían que estropearme el momento? Parecía que todo el mundo estuviese esperando a que una burbuja de felicidad empezase a envolverme para explotarla y reírse en mi cara, ¿era eso tan divertido? Cuando me pasó el susto y mi corazón latía regular y pausado, proseguí mi marcha hacia casa, sin detenerme, sin pensar en nada, mirando a cada esquina y en cada cruce por si las moscas, y al fin, llegué. Saqué las llaves de mi bolsillo y abrí la pesada puerta de hierro, empujando con fuerza. La puerta se cerró sola y subí las escaleras, no tenia ganas de meterme en el ascensor porque sobre esta hora, el vecino que fumaba puros solía bajar y el ascensor apestaba, así que, de dos en dos, fui subiendo peldaños. Al llegar, mamá y papá se marchaban, por lo que mamá tuvo abalanzarse sobre la puerta para evitar que se cerrara.
- Hola cariño, ¿qué tal el cole? – preguntó dándome un cálido beso maternal en la frente.
- Mamá, voy al instituto, no al colegio. – apunté, molesta por su obsesión por considerarme su niñita.
- Oh, ha venido el Señor fuentes – se acordó de repente – el señor fiscal – me aclaró como si no me acordase de él…
- ¿Y? – inquirí, molesta.
- Nos estuvo informando sobre la sentencia, las novedades, ya sabes. – aclaró mirándome con temor, como si fuese una leona y no yo la que estaba delante suyo.
- Es un joven realmente amable. – añadió mamá, sonrojándose como una quinceañera.- no nos dijiste que era tu profesor.
- Ha venido como sustituto, no es mi profesor de nada. – respondí arisca.
- Bueno, sea como sea…- papá calló, y no me gustó nada, cuando daba rodeos para decir algo era muy mala señal. Seguro que iba a contarme algo que no me iba a gustar nada.- emm...no te enfades, ¿vale?
- ¡Papá!¡Suéltalo!
- Entró en tu habitación para dejarte un trabajo, dijo que te fuiste tan rápido de clase que no le dio tiempo a dártelo. Intenté que no lo hiciera, pero es un cabezón.
No dije nada, agaché la cabeza y entré en casa arrojando mi mochila al suelo, con tanta rabia, que creí que iba a abrir un boquete. Mamá cerró la puerta, suplicando perdón con al mirada pero me era indiferente, ya podían disculparse cuanto quisieran. En MI habitación no se entraba, era MI zona, Mi mundo, mi…refugio. Y había sido mancillado por Él. Abrí la puerta de la habitación, con tanta violencia que rebotó en la pared y tuve que detenerla con mi mano para evitar que me diese en la cara. ¿por qué había entrado? Cualquier persona mínimamente normal le hubiese dado lo que fuese que tenía que darme a mis padres y punto, pero él no; él tenia que ser el imbécil que invadiese mi espacio. Cerré la puerta, y casi al instante noté un olor que no pertenecía al lugar, no era mío, ni de mi perfume, ni de mi estimado air wick, era su aroma. Flotaba por la habitación adueñándose de todas las del lugar, cubriendo incluso la fragancia del air wick. Mis sentidos al oler tan agradable esencia se dispararon, como si hubiesen estado esperando ese momento. Mi respiración se aceleró sin poder controlarlo, mis pulmones se hinchaban casi hasta reventar ansiosos por inhalar y disfrutar ese anhelado aroma. Esto provocaba que mi mente desvariara, mostrándome imágenes y recuerdos recientes que la verdad, no tenía ganas de ver. Me cubrí la cabeza con las manos, apretando con fuerza como si eso fuese a espantar esos pensamientos de mí. No podía más, solo él ocupaba mi mente, él y mi violador. Los dos, luchando por apoderarse de mi cabeza, por robarme lo que era mío, mi intimidad, mi vida. La sombra de aquel pozo negro que hacía tiempo me había llevado consigo negándose a dejarme ir asomaba ahora en un rincón de mí, amenazador, siniestro y más peligroso que nunca. Me dejé caer en el suelo, casi sin fuerzas. La oscuridad estaba arrastrándome de nuevo, podía sentir como me llevaba con ella, cómo agarraba cada parte de mi, apresándolas sin piedad con sus tentáculos y rodeándome como aquella vez. Haciéndome sentir sucia, mal. Ya nada importaba, familia, amigos…¿amigos? No tenía. Quizá por Aida, pero ya era tarde, mis sentimientos se estaban congelando de nuevo, eran incapaces de luchar por aquello que más querían, y que por lo visto, estos no eran suficientes para despertarlos. Todo estaba acabado, mi vida volvería a ser negra y no gris como hasta ahora, todo había terminado, al fin, ya no más sufrimiento…
“papá, mamá, Aida…lo siento...no puedo más”
“Hasta mañana, Amanda”
Su voz retumbó en mi ser, casi vacío, arrastrándolo todo a su paso como un torrente de aguas salvajes, incontroladas. ¿Qué significaba esto? Él, que me había arrastrado a este agujero de nuevo, ¿iba a sacarme? No, me negaba, me iba a quedar aquí para siempre, me daba igual lo que mi mente intentase. Aquí todo era más sencillo, huir era más sencillo, esperaría la muerte aquí.
“tranquila, no pasa nada”
- ¡¡¡CÁLLATE!!! –grité con todas mis fuerzas, intentando sacarle de mí, no soportaba esta sensación, quería permanecer en la oscuridad…para siempre.
“¿vas a rendirte sin más?¿sin luchar? No esperaba esto de ti.”
- ¿Si?
- ¡Ey! ¿qué pasa preciosa? – saludó la voz de mi querida Aida distorsionada por el teléfono.- ¿hay una fiesta y no me avisas?
- ¿fiesta? ¿de qué estás hablando?- dije extrañada.
- Oh, vamos. Hay carteles por todas partes, en tu instituto organizan una fiesta de halloween esta noche.
- Vaya, pues no tenía ni idea. – me disculpé – ¿y quieres que vayamos?
- Claro, una fiesta es una fiesta, y así me enseñas ese instituto, ¿qué te parece?
- De acuerdo, tu ganas, iremos. – accedí con mala gana.
- ¡genial! Averigua a qué hora es y si tenemos que ir disfrazadas, ¿vale? Tengo una idea genial. Un beso amor.
Aida colgó el teléfono tan rápido que no me dio tiempo a despedirme de ella. Guardé mi móvil antes de que algún profesor me llamase la atención y continué haciendo los deberes de castellano, no sin antes borrar con una tonelada de tippex todos los “Aros” que había garabateado en un ataque de locura y desesperación. ¿Seria cierto que había una fiesta? No me apetecía nada ir, pero por Aida, sería capaz de hacer un viaje al infierno y robarle el tridente a Satán. Así que, una vez terminé de analizar las frases compuestas, me levanté y busqué algún papel que anunciara la fiesta de esta noche. Lo más lógico es que la información se hallara en el “cartel de anuncios” pero allí no había ni rastro, solo habían un montón de compresas con alas pegadas en el corcho y cubiertas de tinta roja para gastarles una broma a las limpiadoras, una broma que no tendría ni pizca de gracia para ellas. Al fin me cansé de dar vueltas como una idiota y volví a la cafetería, cogí mi mochila y subí al aula de historia del arte, por fin una clase que me gustaba. La sirena sonó- tan chirriante y molesta como siempre- y al mismo tiempo las puertas de las aulas se abrieron dejando escapar a un montón de personas que se golpeaban y empujaban por salir antes de la clase. Eran auténticas muchedumbres enfurecidas que más bien parecían animales salvajes, una auténtica selva. Me aparté a un lado para que esas bestias no me arrollasen y esperé, paciente hasta que el profesor llegara.
- Joder, no sé que les dan a esos malditos críos para desayunar. – se quejó Laura.
- Tal vez sean mini Vulturis, que quieren chuparnos la sangre a todos por culpa de Aro.- dijo bella, completamente convencida.
Laura, verónica y Sandra se apartaron de Bella, como si fuese un bicho raro, y lo cierto es que no me extraña porque a esa chica tarde o temprano se la llevaría el FBI para investigarla, y mejor no estar a su lado por si les da por pensar que pertenecemos a su mundo.
- Oye, ¿vosotras sabéis algo sobre la fiesta de esta noche?- les pregunté reuniendo todo el valor que fui capaz.
- ¡Oh! Claro, es a las diez, y tienes que venir disfrazada o no te dejaran entrar o te arrojaran huevos podridos. Habrá karaoke, bailes, concurse de preguntas…- contó emocionada.
- ¿vas a venir? –inquirió Sandra, una víbora de cuidado.
- Si, con…mi novia.- murmuré.
La cara que se les quedó la recordaré siempre. Era la misma cara que se les quedó a mis antiguas amigas, que me echaron del grupo por ser lo que soy. Dieron un paso hacia atrás, como si yo no lo notara y sonrieron incómodas.
- Ah, qué bien.
Me cabreaba mucho esa reacción, levanté la cabeza bien alto, orgullosa de mi sexualidad y me giré dándoles la espalda.
- Tranquilas, no voy a comeros ni mucho menos. – dije airada.
- Ya te gustaría – respondió Sandra riendo.
- Al contrario, antes preferiría tirarme por un tobogán de cuchillas completamente desnuda, zambullirme en una piscina llena de alcohol y secarme con una toalla de lija. – escupí mirándolas de reojo.
No respondieron, empezaron a cuchichear y a criticar, que era lo que mejor sabían hacer. Pasé de ellas, estaba muy orgullosa de lo que había confesado, después de todo, yo amaba a Aida y esta noche todo el mundo me vería con ella. El profesor llegó, mirando su reloj de bolsillo con ansiedad, como si hubiese sido un crimen llegar cinco minutos tarde. Abrió la puerta y todos entramos. Me senté al lado de Bella y preparé el libro y la carpeta, la clase iba a empezar.
- Oye, me acaban de decir que eres bollera –me susurró Bella.
Genial, ahora la loca iba a estar dándome la lata toda la clase, tenia un nuevo tema de conversación y eso era lo peor que podía haberme pasado.
- Quiero que sepas, que a mi también me gustan los bollitos y las pastas, sobretodo los que llevan chocolate, y no creo que sea nada malo. Cuenta conmigo. – concluyó levantando el dedo pulgar y sonriendo inocentemente.
Oh dios, no podía ser cierto. De todas formas, seria mejor así. La clase trataba sobre la arquitectura romana esta vez, y la verdad, resultaba complicado atender al profesor cuando tienes a una taladradora humana hablando de bollería y pasteles a tu lado todo el santo rato.
- antes de iros, apuntad. Para mañana quiero que hagáis un comentario sobre el coliseo o anfiteatro Flavio. – dijo el profesor anotando las tareas en su libretita, para que no se le olvidara preguntarlo y ponernos el negativo correspondiente al que no lo hubiera hecho- ala, ya podéis iros. Mariquita el último. – bromeó.
Faltó tiempo para que todo el mundo saliese pitando de allí, entre ellos el profesor que parecía que tuviese más prisa que nadie por irse.
La mañana transcurrió tranquila, las estúpidas de mi clase no volvieron a cuchichear, al menos delante de mí y las clases se me hicieron bastante amenas. Así que a las dos y diez, como la mayoría de los días de la semana, salí del instituto y me dirigí a la estación de trenes. Allí, sentada en un banco mientras esperaba al tren, mandé un mensaje al móvil de Aida para informarla de la fiesta y preguntándole si esta tarde íbamos a vernos. A penas hacía unos momentos que había pulsado el botón de “enviar”, el móvil me avisó de que había recibido un mensaje, larguísimo, de Aida. Suspiré y abrí el sms, ella me contestaba que sí que íbamos a vernos, pues teníamos que coser nuestros vestidos y comprar lo necesario para ir tan bien disfrazadas que pareceríamos monstruos de verdad.se la notaba realmente encantada y no iba a ser yo la que destrozara esa ilusión, asi que decidí colaborar en todo cuanto ella me dijese. El tren al fin llegó y subí, busqué un sitio libre en el cual no hubiese nadie sentado alrededor y me dejé caer, agotada y con los pies doloridos. Arrojé la mochila a mis pies, como si fuese un saco de patatas, y encendí el Ipod. Esta vez empezó a sonar una canción que me hacia bastante gracia, llamada Il grande baboomba, de Zucchero. El tren cerró sus puertas acompañado del ruidito repetitivo que avisaba de que a nadie podía subir ni bajar del tren. Y empezó a moverse. Con el ánimo por las nubes por culpa de la canción y por la alegría que me provocaba la idea de que iba a pasar toda la tarde junto a Aida, acompañé el ritmo de la música meneando la cabeza, como el típico perro cabezón que ponen en la mayoría de los coches, y tarareando la canción como si yo fuese la cantante. Miré por el cristal, sonriente y radiante de felicidad y me entretuve contando coches. El tren iba paralelo a la autopista así que era sencillo ver algún deportivo chulísimo, o alguna harley davidson. Y hablando de la reina de roma, una harley a toda velocidad se puso a la misma altura que el tren, adelantando a un montón de coches por el lado izquierdo, como si fuese la reina de la calzada, tan libre como un mustang corriendo a través de las llanuras. La moto era preciosa, brillante como una estrella y llamativa como un cartel de neón. Estaba pintada totalmente de negro con algunos adornos amarillos en forma de relámpago y un letrero Azul eléctrico que no se podía leer bien desde el tren. Tal vez era yo que necesitaba gafas. Después de un buen rato siguiendo a esa moto con la mirada, ésta se desvió y la perdí de vista, jodiendome la diversión. Maldije al conductor de la cazadora negra y seguí a un coche rojo, seguramente un audi TT que intentaba imitar lo que hacia antes mi preciosa harley, sin tener tanta gracia, por supuesto. En ese momento decidí, que antes de morir quería subirme a una moto de esas y sentir la sensación de velocidad que me haría olvidar todos mis problemas por unos momentos.
“próxima parada…”
Dijo la monótona voz femenina de todos los días. Me levanté de mi asiento y me acerqué a la puerta, esperando a que el tren se detuviera del todo para pulsar el botón verde. Al fin, de un salto bajé de mi medio de transporte favorito y no sé por qué, me dio por ir corriendo a casa. Quizá quería intentar emular la velocidad de aquella harley, o el viento acariciando mi cara, no lo sé, pero corrí como si me fuera la vida en ello, sonriendo como si la libertad corriese junto a mi y la estuviese dejando a tras, superándola. Pero pronto salí de ese estado eufórico, pues un coche casi me embiste, dio un frenazo que debió dejarse media rueda en el asfalto, la mujer que conducía me empezó a insultar, y emprendió la marcha de nuevo. ¿Por qué cuando me sentía bien, algo o alguien tenían que estropearme el momento? Parecía que todo el mundo estuviese esperando a que una burbuja de felicidad empezase a envolverme para explotarla y reírse en mi cara, ¿era eso tan divertido? Cuando me pasó el susto y mi corazón latía regular y pausado, proseguí mi marcha hacia casa, sin detenerme, sin pensar en nada, mirando a cada esquina y en cada cruce por si las moscas, y al fin, llegué. Saqué las llaves de mi bolsillo y abrí la pesada puerta de hierro, empujando con fuerza. La puerta se cerró sola y subí las escaleras, no tenia ganas de meterme en el ascensor porque sobre esta hora, el vecino que fumaba puros solía bajar y el ascensor apestaba, así que, de dos en dos, fui subiendo peldaños. Al llegar, mamá y papá se marchaban, por lo que mamá tuvo abalanzarse sobre la puerta para evitar que se cerrara.
- Hola cariño, ¿qué tal el cole? – preguntó dándome un cálido beso maternal en la frente.
- Mamá, voy al instituto, no al colegio. – apunté, molesta por su obsesión por considerarme su niñita.
- Oh, ha venido el Señor fuentes – se acordó de repente – el señor fiscal – me aclaró como si no me acordase de él…
- ¿Y? – inquirí, molesta.
- Nos estuvo informando sobre la sentencia, las novedades, ya sabes. – aclaró mirándome con temor, como si fuese una leona y no yo la que estaba delante suyo.
- Es un joven realmente amable. – añadió mamá, sonrojándose como una quinceañera.- no nos dijiste que era tu profesor.
- Ha venido como sustituto, no es mi profesor de nada. – respondí arisca.
- Bueno, sea como sea…- papá calló, y no me gustó nada, cuando daba rodeos para decir algo era muy mala señal. Seguro que iba a contarme algo que no me iba a gustar nada.- emm...no te enfades, ¿vale?
- ¡Papá!¡Suéltalo!
- Entró en tu habitación para dejarte un trabajo, dijo que te fuiste tan rápido de clase que no le dio tiempo a dártelo. Intenté que no lo hiciera, pero es un cabezón.
No dije nada, agaché la cabeza y entré en casa arrojando mi mochila al suelo, con tanta rabia, que creí que iba a abrir un boquete. Mamá cerró la puerta, suplicando perdón con al mirada pero me era indiferente, ya podían disculparse cuanto quisieran. En MI habitación no se entraba, era MI zona, Mi mundo, mi…refugio. Y había sido mancillado por Él. Abrí la puerta de la habitación, con tanta violencia que rebotó en la pared y tuve que detenerla con mi mano para evitar que me diese en la cara. ¿por qué había entrado? Cualquier persona mínimamente normal le hubiese dado lo que fuese que tenía que darme a mis padres y punto, pero él no; él tenia que ser el imbécil que invadiese mi espacio. Cerré la puerta, y casi al instante noté un olor que no pertenecía al lugar, no era mío, ni de mi perfume, ni de mi estimado air wick, era su aroma. Flotaba por la habitación adueñándose de todas las del lugar, cubriendo incluso la fragancia del air wick. Mis sentidos al oler tan agradable esencia se dispararon, como si hubiesen estado esperando ese momento. Mi respiración se aceleró sin poder controlarlo, mis pulmones se hinchaban casi hasta reventar ansiosos por inhalar y disfrutar ese anhelado aroma. Esto provocaba que mi mente desvariara, mostrándome imágenes y recuerdos recientes que la verdad, no tenía ganas de ver. Me cubrí la cabeza con las manos, apretando con fuerza como si eso fuese a espantar esos pensamientos de mí. No podía más, solo él ocupaba mi mente, él y mi violador. Los dos, luchando por apoderarse de mi cabeza, por robarme lo que era mío, mi intimidad, mi vida. La sombra de aquel pozo negro que hacía tiempo me había llevado consigo negándose a dejarme ir asomaba ahora en un rincón de mí, amenazador, siniestro y más peligroso que nunca. Me dejé caer en el suelo, casi sin fuerzas. La oscuridad estaba arrastrándome de nuevo, podía sentir como me llevaba con ella, cómo agarraba cada parte de mi, apresándolas sin piedad con sus tentáculos y rodeándome como aquella vez. Haciéndome sentir sucia, mal. Ya nada importaba, familia, amigos…¿amigos? No tenía. Quizá por Aida, pero ya era tarde, mis sentimientos se estaban congelando de nuevo, eran incapaces de luchar por aquello que más querían, y que por lo visto, estos no eran suficientes para despertarlos. Todo estaba acabado, mi vida volvería a ser negra y no gris como hasta ahora, todo había terminado, al fin, ya no más sufrimiento…
“papá, mamá, Aida…lo siento...no puedo más”
“Hasta mañana, Amanda”
Su voz retumbó en mi ser, casi vacío, arrastrándolo todo a su paso como un torrente de aguas salvajes, incontroladas. ¿Qué significaba esto? Él, que me había arrastrado a este agujero de nuevo, ¿iba a sacarme? No, me negaba, me iba a quedar aquí para siempre, me daba igual lo que mi mente intentase. Aquí todo era más sencillo, huir era más sencillo, esperaría la muerte aquí.
“tranquila, no pasa nada”
- ¡¡¡CÁLLATE!!! –grité con todas mis fuerzas, intentando sacarle de mí, no soportaba esta sensación, quería permanecer en la oscuridad…para siempre.
“¿vas a rendirte sin más?¿sin luchar? No esperaba esto de ti.”
Karuma mei- Médium Novata (Clan Kurain)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Su voz sonó tan cerca que abrí los ojos y miré a mi alrededor, pero allí no había nadie. ¿Rendirme? ¿Me estaba rindiendo? Si, lo estaba haciendo, era una cobarde. Estaba desperdiciando mi vida y la vida de mis padres y mi novia, por mi culpa, por no luchar en salir adelante como una persona normal, pero… ¿por qué me daba cuenta ahora? Estaba empezando a volverme loca, y varias preguntas sin respuesta me martilleaban la cabeza, torturándome cruelmente. ¿Por qué no podía dejar de pensar en él? ¿A caso me atraían los hombres? ¿Qué coño estaba pasando? Me levanté del suelo y me dirigí con paso firme a mi escritorio, no sin antes trastabillar con un peluche que había por el suelo. Cogí las hojas que él me había dejado allí y les eché una ojeada. ¡Puaj! Apestaban a imbécil. Miré detrás de la puerta de mi habitación y encontré a mi salvador, Oust, mata-olores. Le eché una buena rociada y el aroma de Aro...no desapareció. Golpeé la mesa realmente enfada conmigo misma. ¿Cómo había llegado a este punto? Entonces tomé una decisión, o todo o nada, las cartas sobre la mesa. Cogí los deberes y los hice lo más rápidamente que pude, conteniendo la respiración. Hubo un par de momentos en los que pensé que iba a quedarme inconsciente, pero al fin los terminé y los guardé en el cajón. Al abrirlo, vi un pañuelo que desprendía un olor…más bien nauseabundo. Su pañuelo. Eso daba asco, si no lavaba ese trozo de tela, en pocas semanas se criaría una raza tan inteligente que seria capaz de destruir la humanidad, y yo no quería eso…Oh dios, me estaba volviendo loca como Isabel.
Cogí el pañuelo con dos dedos, evitando tocarlo demasiado y lo dejé en el montón de ropa para lavar. Así, una vez limpio se lo devolvería y me demostraría a mi misma que puedo dejar de tenerle esa vergüenza inexplicable, lo miraría a los ojos y pensaría en lo mucho que quería a Aida y en lo buena que estaba keira knightley. Si, eso pensaba hacer. Encendí el ordenador, para despejar la primera duda que azotaba mi mente y la que más me preocupaba, los imbéciles. ¿ de veras me gustaban?
Busqué en google imágenes de los modelos masculinos más guapos del momento, y al verlo, nada. Ni el más mínimo indicio de excitación en mi. Así que hice lo contrario, abrí mi carpeta de “chicas guapas” y tuve que parar de mirarlas o Aida tendría que venir a despegarme de la pantalla si quería que quedase con ella. ¡Oh! ¡AIDA! Se me había olvidado por completo que habíamos quedado. Cogí las llaves, el dinero y el móvil y lo metí todo en mi bolso negro, lleno de chapas de personajes anime o de frases ingeniosas. Me encantaban mis chapas. Cogí algo de la nevera- no quería irme son comer nada- y salí de casa. Esto no iba a terminar así, tenia que desinfectar mi habitación, y sobretodo, tenia que averiguar por qué había estado a punto de caer en el pozo, y por qué lo había evitado.
gracias por los comentarios y no dudeis en señalar cuanquier cosa que no esté bien, tengo la intención de intentar publicar esto en un futuro no muy lejano y me ayudariais bastante ^^
gracias por leer ^^!!! besos
( Capitulo dedicado a tamy, que hoy es su cumple ^^)!!
Cogí el pañuelo con dos dedos, evitando tocarlo demasiado y lo dejé en el montón de ropa para lavar. Así, una vez limpio se lo devolvería y me demostraría a mi misma que puedo dejar de tenerle esa vergüenza inexplicable, lo miraría a los ojos y pensaría en lo mucho que quería a Aida y en lo buena que estaba keira knightley. Si, eso pensaba hacer. Encendí el ordenador, para despejar la primera duda que azotaba mi mente y la que más me preocupaba, los imbéciles. ¿ de veras me gustaban?
Busqué en google imágenes de los modelos masculinos más guapos del momento, y al verlo, nada. Ni el más mínimo indicio de excitación en mi. Así que hice lo contrario, abrí mi carpeta de “chicas guapas” y tuve que parar de mirarlas o Aida tendría que venir a despegarme de la pantalla si quería que quedase con ella. ¡Oh! ¡AIDA! Se me había olvidado por completo que habíamos quedado. Cogí las llaves, el dinero y el móvil y lo metí todo en mi bolso negro, lleno de chapas de personajes anime o de frases ingeniosas. Me encantaban mis chapas. Cogí algo de la nevera- no quería irme son comer nada- y salí de casa. Esto no iba a terminar así, tenia que desinfectar mi habitación, y sobretodo, tenia que averiguar por qué había estado a punto de caer en el pozo, y por qué lo había evitado.
gracias por los comentarios y no dudeis en señalar cuanquier cosa que no esté bien, tengo la intención de intentar publicar esto en un futuro no muy lejano y me ayudariais bastante ^^
gracias por leer ^^!!! besos
( Capitulo dedicado a tamy, que hoy es su cumple ^^)!!
Karuma mei- Médium Novata (Clan Kurain)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
*.*
Cómo mola hija *.*
Amanda no se tiene que dar por vencida!!!
sigue por fa
Cómo mola hija *.*
Amanda no se tiene que dar por vencida!!!
sigue por fa
Tamy- Abogado de renombre (Clan de Abogados)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
A ver que tal se le da la fiesta, muy buen capitulo Karuma
Danark- Aficionado/a a la investigación (Clan de Investigación)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
no quería irme son comer nada- te as equivocado en el SON =P todo lo demás esta perfecto^^
Diego Armando- Abogado de confianza (Clan Abogados)
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