I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
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Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Jaja, es que despues de querer pincharle las ruedas a Aro, o echarle ajos, en la bebida, pues, me parecia extraña a la par que daba miedo, jajaja
Kail- Colaborador Clan Abogados
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
no s trankilo que e entiendo xD si fuese aro querria matarla XD
Karuma mei- Médium Novata (Clan Kurain)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Espero que os guste :D besos y gracias por leer.
capitulo 7 parte 2
- No te preocupes…- dijo con un hilo de voz –me mareo con la sangre…
- Ya, ahí necesitas puntos superman.
Aro dibujó una media sonrisa y dejó caer su cabeza a un lado, cansado sin duda.
Corrí a limpiar el ascensor, lo más rápido que pude y regresé con él, trayendo conmigo el botiquín. Aro me miró de reojo frunciendo el ceño y se volvió hacia mí.
- ¿Que piensas hacer con eso? –inquirió intentando huir.
- Desinfectarte la herida –respondí abriendo la caja.
- Ya me curarán en el hospital, ponte las manos donde te quepan nena.
- ¡Ja!, el hospital… ¿y como piensas ir?- pregunté.
- En moto – respondió resuelto.
- Ya…no llegarías ni a la esquina.
- Calla. ¿tú que sabrás?
Me abalancé sobre él y, colocándome encima suyo para que no pudiese escapar, le subí la camiseta para poder limpiarle la herida. Él intentó zafarse pero al fin, cedió tras unos cuantos forcejeos inútiles. Cuando se me metía algo en la cabeza, no había quien me parase. La camisa se deslizó sin problemas dejándome admirar el bello cuerpo de Aro, manchado de sangre por mi culpa. Me quedé embelesada mirándole. Oh dios, como deseaba recorrer cada parte de su cuerpo con mis manos…
- Ejem…- carraspeó.
- ¡Ah! Lo siento. –murmuré avergonzada.
Le limpié con cuidado la herida y se la vendé. No hace falta mencionar que Aro no se quejó en ningún momento, era todo un valiente. Aro se incorporó, con cuidado de no hacerse daño y me agarró del hombro, sonriente.
- Gracias por curar a este pobre enfermo buena mujer. – bromeó.
- De nada.- respondí- por cierto, voy a traerte un jersey de mi padre, no quiero que vayas así a tu casa. Les darás un susto de muerte a tus familiares.- dije levantándome de la cama.
- No creo que mi novia se fijara –respondió con un deje triste.
¿qué pasaba entre él y su novia? No lograba entender como dos seres tan magníficamente bellos tenían problemas entre ellos. Suspiré y corrí hacia la habitación de mi padre. Abrí el armario y busqué la camisa más bonita de papá. La cogí y volví a mi cuarto. Aro se había sentado al borde de la cama, mirando melancólico a través de mi ventana. No soportaba verle así. Decidí que iba a animarlo como fuera, por tanto le arrojé a la cara la camisa para sacarlo de ese estado. Él la agarró al vuelo, antes que le diese si quiera, y me sonrió.
- Necesitarás algo más que eso para pillarme desprevenido. - dijo hinchándose de orgullo, parecía un pavo.
No pude evitar soltar una carcajada, él entornó los ojos y se quitó la capa y la camisa manchada para ponerse la de mi padre. Al quitársela, me permitió observar su escultural cuerpo, parecía una obra de arte en movimiento, era musculoso, atlético…fuerte. Me quedé asombrada, iluminada por aquel ser tan hermoso que intentaba ponerse, con dificultad, la camiseta de mi padre. Me acerqué a él con cuidado, si me arrimaba demasiado rápido corría el riesgo de no controlar mi deseo y abalanzarme sobre él, y a cierta distancia, le ayudé a ponérsela. Cuando sacó la cabeza, su pelo enmarañado le dio un aspecto infantil bastante divertido, pero no pude recrearme demasiado con esa imagen suya porque no tardó ni dos segundos en pasarse una mano para intentar ponerlos en orden. Entonces suspiró y se levantó. No pude evitar reírme, tenía un aspecto bastante gracioso. Él me interrogó con sus brillantes ojos grises pero no le dije nada, me limité a señalar el espejo. Se acercó arrastrando los pies- además de torpe, era vago- y se plantó delante del espejo. Dio tal brinco hacia atrás que casi sale por la ventana, totalmente asombrado y con la boca tan abierta que podría meter mi puño. Se volvió hacia mi con los ojos encendidos.
- ¡Esta camiseta parece un saco de patatas! –se quejó irritado.
- Que va, si estás monísimo. –dije burlándome descaradamente.
- Me niego a salir así. – sentenció, cruzando sus brazos.
- No salgas, desángrate. Tu cadáver quedará muy bonito en aquel rincón, junto al peluche de shin chan.
- Niña repelente de los cojones…- maldijo en voz baja, dejándose caer en la cama.
¿Qué culpa tenia yo de que mi padre tuviese un nulo sentido de la moda y gastase unas diez tallas más que él? Me acerqué a él, y empecé a dar vueltas a su alrededor, dispuesta a molestarle, me encantaba verle enfadado. Él levanto su cabeza, atravesándome con sus ojos como si quisiera fulminarme. Me acerqué más, demasiado diría yo, para mi propia seguridad...tentando mi deseo…y le sonreí. Aro suspiró esbozando una mueca y se relajó. Se inclinó hacia mi de forma que nuestros rostros quedaron el uno frente al otro y me apartó un mechón rebelde que no paraba de morderme. Sus ojos acariciaron mi alma una vez más, mirándome con intensidad y afecto infinitos, como si él…no, era imposible.
- Los ángeles no deberían dejar de reír. – dijo sin dejar de mirarme.
Me quedé totalmente paralizada por sus palabras, incapaz de controlar ni un segundo más el impulso que me incitaba a probar la miel de sus labios, acariciar su cuerpo atlético…y encima, su mirada me estaba derritiendo. Aro se levantó, y tras un paso vacilante, logró ponerse de pie sin marearse ni caerse un porrazo. Estos instantes me sirvieron para despejar levemente mi cabeza de esos pensamientos impuros y obscenos que estaban cobrando forma en mi mente. ¿por qué estaba haciéndole esto a Aida? Ella, que semanas antes era mi vida, ahora era solo algo prescindible. ¿Cómo había llegado a esto? ¿qué tenia Aro que no me daba Aida? No lograba entenderlo, y estas preguntas no paraban ni un segundo de torturarme.
- ¿Vas a quedarte ahí plantada o vas a ayudarme? – preguntó molesto.
- Creí que no necesitabas mi ayuda, lo siento –me disculpé mientras le agarraba del brazo por si le entraba otro mareo.
Solo con tocarlo saltaban chispas, mis manos ardían y temblaban incapaces de contenerse mucho más. Estaba tentando mi suerte y si le besaba, sabía que luego me arrepentiría. Aro pareció leer mis pensamientos y apartó mi mano, no sin sonreír antes.
- ¿Ya puedes tu solo abuelo? – bromeé.
- Si supieras la gracia que me hacen tus comentarios, eres la reina de la comedia – masculló entrecerrando los ojos.
- Ya, y tu un prepotente. Y yo llevaba razón, admítelo.
- Razón… ¿en qué? – preguntó fingiendo no saber nada del tema.
- Tenia razón en que no ibas a llegar vivo al hospital tú solo.
- No iba a ir solo. – respondió altanero – mi moto iría conmigo.
- Tu moto no te va a recoger si te caes, animal de bellota. – repliqué.
- ¿Y bien? ¿qué hacemos señorita sabelotodo? ¿llamar a una ambulancia?
- No, te acompañaré yo. No queda muy lejos de aquí.
- Está a catorce quilómetros, Amanda. –suspiró.
- Pero aquí hay un ambulatorio, dos calles más arriba.
Aro calló, se acarició el puente de la nariz y me miró de reojo. Yo levanté una ceja y esperé a que respondiese. Y esperaba que fuese rápido, porque la sangre no dejaba de manar de su herida y la camisa de mi padre empezaba a teñirse de rojo.
- ¿y como sé que no me matarás por el camino? –inquirió mirándose la puñalada.
“porque no podría vivir sin ti”-estuve tentada de responder. Pero logré callarme y suspiré. Le miré fijamente, intentando aguantar la mirada penetrante de esos bellos ojos grises y respondí.
- No voy a matarte…no podría hacerlo. –murmuré.
- En tal caso, llévame hasta allí. Por favor. –rogó.
Asentí sonriente y me apresuré a recoger su abrigo, que estaba tirado sobre la cama de cualquier manera.
- Tú lo necesitas más que yo…si es que vas a venir vestida así. –dijo mirándome de arriba abajo, burlón.
- Oh…sal un momento, me cambio enseguida.
Aro murmuró algo y salió arrastrando los pies de la habitación. Yo abrí el armario y cogí el primer pantalón y el primer jersey que vi. Me los puse lo más rápidamente que pude y salí. Aro me alargó su chaqueta pero negué, enseñándole mi grueso abrigo negro. Él se encogió de hombros y me siguió a través del pasillo. Podía sentir su respiración, oler su aroma…me estaba volviendo una experta en Aurelio Fuentes, creo que seria capaz de sentir su presencia en diez kilómetros a la redonda. Abrí la puerta y salí, pero…no oí la puerta cerrarse. Me volví para ver qué hacia Aro y lo vi apoyado en la pared, encogiéndose de dolor y escupiendo sangre por la boca. El corazón dejó de latirme por unos segundos al ver tal escena. Aro…¡ARO! de un salto me planté a su lado, agarrándolo del brazo y dándole unas débiles palmaditas en la mejilla, pues tenía los ojos cerrados y las piernas le temblaban. ¿por qué decía que estaba bien si no lo estaba? El pánico inundó todo mi ser, no sabía qué hacer…estaba muy nerviosa. Entonces Aro de dejó caer en el suelo, y la sangre brotó de su costado como si fuese una fuente. Cada vez estaba más pálido, iba a desangrarse si no hacia algo. Dejé escapar un gemido y entré en casa para llamar a una ambulancia, que es lo que tendríamos que haber hecho en un principio…descolgué el teléfono e intenté pulsar el numero del hospital, pero debido a los nervios, me equivoqué cuatro veces. Al fin, marqué el correcto, llorando desesperada por mi estupidez y me contestó una señorita.
- ¡¡Por favor, una ambulancia!! – casi grité entre sollozos.
La señora intentó calmarme, pero yo no paraba de llorar y apenas me entendía, me preguntó dónde había ocurrido el incidente y qué pasaba. Le conté todo, como pude, pues no paraba de tartamudear y atropellarme con las palabras. La señora me dijo que enviarían una ambulancia y en diez minutos estaría allí. ¿Diez minutos? Como Aro muriera, iba a cargármelos a todos. Colgué el teléfono y corrí junto a Aro. Aún seguía inconsciente, su corazón latía débil y su respiración era irregular. No podía creer que un hombre como él estuviese en ese estado por culpa de una niña estúpida como yo…
Entonces pensé que tendría que buscar su tarjeta de la seguridad social, sino tendríamos problemas. Busqué dentro de los bolsillos de su chaqueta, no había nada. Miré su cuerpo, en busca de algún bolsillo y encontré uno en sus pantalones. Metí la mano cerrando los ojos, concentrándome en desviar la mente y en no pensar donde estaba metiendo la mano. Al fin saqué su cartera, de piel marrón bastante abultada. La abrí y la registré. No había ni una foto de su novia, ni de su familia…nada. Solo tarjetas de visita de algunos establecimientos, su carné de conducir y su DNI. ¿Dónde coño había metido la de la seguridad social? Encolerizada arrojé su cartera al suelo, y salió disparada una tarjetita azul y blanca. Por fin aparecía la maldita. Recogí la cartera y todo lo que había desparramado alrededor y lo metí otra vez en la cartera. Al menos ordenar esto me hacia olvidar en qué situación se encontraba Aro. Cuando iba a meter el DNI, no pude evitar echarle un vistazo.
“Aurelio Fuentes Gaspar, fecha de nacimiento: 17/01/1979…”
Aro tenía veintinueve años. No aparentaba ser tan viejo. Dejé el DNI en su sitio y le miré, aún no había despertado. Me acerqué a él, con cuidado de mancharme con la sangre que había a su alrededor. Su pelo caía sobre su cara, lacio, tapándole los ojos que ahora no brillaban porque estaban cerrados. Yo le había quitado su brillo. Ahora ese ser tan misterioso y a la vez alegre, yacía en el suelo de mi rellano casi sin vida. No pude contenerme más y lo rodeé con mis brazos, asiéndolo hacia mí. Reposé su cabeza en mi pecho y le abracé con fuerza, como si así su vida no pudiese escapar de entre mis brazos. Él no se movía…no reaccionaba…
- Ari no te mueras, por favor. – susurraba, llorando. – te quiero Ari.
capitulo 7 parte 2
- No te preocupes…- dijo con un hilo de voz –me mareo con la sangre…
- Ya, ahí necesitas puntos superman.
Aro dibujó una media sonrisa y dejó caer su cabeza a un lado, cansado sin duda.
Corrí a limpiar el ascensor, lo más rápido que pude y regresé con él, trayendo conmigo el botiquín. Aro me miró de reojo frunciendo el ceño y se volvió hacia mí.
- ¿Que piensas hacer con eso? –inquirió intentando huir.
- Desinfectarte la herida –respondí abriendo la caja.
- Ya me curarán en el hospital, ponte las manos donde te quepan nena.
- ¡Ja!, el hospital… ¿y como piensas ir?- pregunté.
- En moto – respondió resuelto.
- Ya…no llegarías ni a la esquina.
- Calla. ¿tú que sabrás?
Me abalancé sobre él y, colocándome encima suyo para que no pudiese escapar, le subí la camiseta para poder limpiarle la herida. Él intentó zafarse pero al fin, cedió tras unos cuantos forcejeos inútiles. Cuando se me metía algo en la cabeza, no había quien me parase. La camisa se deslizó sin problemas dejándome admirar el bello cuerpo de Aro, manchado de sangre por mi culpa. Me quedé embelesada mirándole. Oh dios, como deseaba recorrer cada parte de su cuerpo con mis manos…
- Ejem…- carraspeó.
- ¡Ah! Lo siento. –murmuré avergonzada.
Le limpié con cuidado la herida y se la vendé. No hace falta mencionar que Aro no se quejó en ningún momento, era todo un valiente. Aro se incorporó, con cuidado de no hacerse daño y me agarró del hombro, sonriente.
- Gracias por curar a este pobre enfermo buena mujer. – bromeó.
- De nada.- respondí- por cierto, voy a traerte un jersey de mi padre, no quiero que vayas así a tu casa. Les darás un susto de muerte a tus familiares.- dije levantándome de la cama.
- No creo que mi novia se fijara –respondió con un deje triste.
¿qué pasaba entre él y su novia? No lograba entender como dos seres tan magníficamente bellos tenían problemas entre ellos. Suspiré y corrí hacia la habitación de mi padre. Abrí el armario y busqué la camisa más bonita de papá. La cogí y volví a mi cuarto. Aro se había sentado al borde de la cama, mirando melancólico a través de mi ventana. No soportaba verle así. Decidí que iba a animarlo como fuera, por tanto le arrojé a la cara la camisa para sacarlo de ese estado. Él la agarró al vuelo, antes que le diese si quiera, y me sonrió.
- Necesitarás algo más que eso para pillarme desprevenido. - dijo hinchándose de orgullo, parecía un pavo.
No pude evitar soltar una carcajada, él entornó los ojos y se quitó la capa y la camisa manchada para ponerse la de mi padre. Al quitársela, me permitió observar su escultural cuerpo, parecía una obra de arte en movimiento, era musculoso, atlético…fuerte. Me quedé asombrada, iluminada por aquel ser tan hermoso que intentaba ponerse, con dificultad, la camiseta de mi padre. Me acerqué a él con cuidado, si me arrimaba demasiado rápido corría el riesgo de no controlar mi deseo y abalanzarme sobre él, y a cierta distancia, le ayudé a ponérsela. Cuando sacó la cabeza, su pelo enmarañado le dio un aspecto infantil bastante divertido, pero no pude recrearme demasiado con esa imagen suya porque no tardó ni dos segundos en pasarse una mano para intentar ponerlos en orden. Entonces suspiró y se levantó. No pude evitar reírme, tenía un aspecto bastante gracioso. Él me interrogó con sus brillantes ojos grises pero no le dije nada, me limité a señalar el espejo. Se acercó arrastrando los pies- además de torpe, era vago- y se plantó delante del espejo. Dio tal brinco hacia atrás que casi sale por la ventana, totalmente asombrado y con la boca tan abierta que podría meter mi puño. Se volvió hacia mi con los ojos encendidos.
- ¡Esta camiseta parece un saco de patatas! –se quejó irritado.
- Que va, si estás monísimo. –dije burlándome descaradamente.
- Me niego a salir así. – sentenció, cruzando sus brazos.
- No salgas, desángrate. Tu cadáver quedará muy bonito en aquel rincón, junto al peluche de shin chan.
- Niña repelente de los cojones…- maldijo en voz baja, dejándose caer en la cama.
¿Qué culpa tenia yo de que mi padre tuviese un nulo sentido de la moda y gastase unas diez tallas más que él? Me acerqué a él, y empecé a dar vueltas a su alrededor, dispuesta a molestarle, me encantaba verle enfadado. Él levanto su cabeza, atravesándome con sus ojos como si quisiera fulminarme. Me acerqué más, demasiado diría yo, para mi propia seguridad...tentando mi deseo…y le sonreí. Aro suspiró esbozando una mueca y se relajó. Se inclinó hacia mi de forma que nuestros rostros quedaron el uno frente al otro y me apartó un mechón rebelde que no paraba de morderme. Sus ojos acariciaron mi alma una vez más, mirándome con intensidad y afecto infinitos, como si él…no, era imposible.
- Los ángeles no deberían dejar de reír. – dijo sin dejar de mirarme.
Me quedé totalmente paralizada por sus palabras, incapaz de controlar ni un segundo más el impulso que me incitaba a probar la miel de sus labios, acariciar su cuerpo atlético…y encima, su mirada me estaba derritiendo. Aro se levantó, y tras un paso vacilante, logró ponerse de pie sin marearse ni caerse un porrazo. Estos instantes me sirvieron para despejar levemente mi cabeza de esos pensamientos impuros y obscenos que estaban cobrando forma en mi mente. ¿por qué estaba haciéndole esto a Aida? Ella, que semanas antes era mi vida, ahora era solo algo prescindible. ¿Cómo había llegado a esto? ¿qué tenia Aro que no me daba Aida? No lograba entenderlo, y estas preguntas no paraban ni un segundo de torturarme.
- ¿Vas a quedarte ahí plantada o vas a ayudarme? – preguntó molesto.
- Creí que no necesitabas mi ayuda, lo siento –me disculpé mientras le agarraba del brazo por si le entraba otro mareo.
Solo con tocarlo saltaban chispas, mis manos ardían y temblaban incapaces de contenerse mucho más. Estaba tentando mi suerte y si le besaba, sabía que luego me arrepentiría. Aro pareció leer mis pensamientos y apartó mi mano, no sin sonreír antes.
- ¿Ya puedes tu solo abuelo? – bromeé.
- Si supieras la gracia que me hacen tus comentarios, eres la reina de la comedia – masculló entrecerrando los ojos.
- Ya, y tu un prepotente. Y yo llevaba razón, admítelo.
- Razón… ¿en qué? – preguntó fingiendo no saber nada del tema.
- Tenia razón en que no ibas a llegar vivo al hospital tú solo.
- No iba a ir solo. – respondió altanero – mi moto iría conmigo.
- Tu moto no te va a recoger si te caes, animal de bellota. – repliqué.
- ¿Y bien? ¿qué hacemos señorita sabelotodo? ¿llamar a una ambulancia?
- No, te acompañaré yo. No queda muy lejos de aquí.
- Está a catorce quilómetros, Amanda. –suspiró.
- Pero aquí hay un ambulatorio, dos calles más arriba.
Aro calló, se acarició el puente de la nariz y me miró de reojo. Yo levanté una ceja y esperé a que respondiese. Y esperaba que fuese rápido, porque la sangre no dejaba de manar de su herida y la camisa de mi padre empezaba a teñirse de rojo.
- ¿y como sé que no me matarás por el camino? –inquirió mirándose la puñalada.
“porque no podría vivir sin ti”-estuve tentada de responder. Pero logré callarme y suspiré. Le miré fijamente, intentando aguantar la mirada penetrante de esos bellos ojos grises y respondí.
- No voy a matarte…no podría hacerlo. –murmuré.
- En tal caso, llévame hasta allí. Por favor. –rogó.
Asentí sonriente y me apresuré a recoger su abrigo, que estaba tirado sobre la cama de cualquier manera.
- Tú lo necesitas más que yo…si es que vas a venir vestida así. –dijo mirándome de arriba abajo, burlón.
- Oh…sal un momento, me cambio enseguida.
Aro murmuró algo y salió arrastrando los pies de la habitación. Yo abrí el armario y cogí el primer pantalón y el primer jersey que vi. Me los puse lo más rápidamente que pude y salí. Aro me alargó su chaqueta pero negué, enseñándole mi grueso abrigo negro. Él se encogió de hombros y me siguió a través del pasillo. Podía sentir su respiración, oler su aroma…me estaba volviendo una experta en Aurelio Fuentes, creo que seria capaz de sentir su presencia en diez kilómetros a la redonda. Abrí la puerta y salí, pero…no oí la puerta cerrarse. Me volví para ver qué hacia Aro y lo vi apoyado en la pared, encogiéndose de dolor y escupiendo sangre por la boca. El corazón dejó de latirme por unos segundos al ver tal escena. Aro…¡ARO! de un salto me planté a su lado, agarrándolo del brazo y dándole unas débiles palmaditas en la mejilla, pues tenía los ojos cerrados y las piernas le temblaban. ¿por qué decía que estaba bien si no lo estaba? El pánico inundó todo mi ser, no sabía qué hacer…estaba muy nerviosa. Entonces Aro de dejó caer en el suelo, y la sangre brotó de su costado como si fuese una fuente. Cada vez estaba más pálido, iba a desangrarse si no hacia algo. Dejé escapar un gemido y entré en casa para llamar a una ambulancia, que es lo que tendríamos que haber hecho en un principio…descolgué el teléfono e intenté pulsar el numero del hospital, pero debido a los nervios, me equivoqué cuatro veces. Al fin, marqué el correcto, llorando desesperada por mi estupidez y me contestó una señorita.
- ¡¡Por favor, una ambulancia!! – casi grité entre sollozos.
La señora intentó calmarme, pero yo no paraba de llorar y apenas me entendía, me preguntó dónde había ocurrido el incidente y qué pasaba. Le conté todo, como pude, pues no paraba de tartamudear y atropellarme con las palabras. La señora me dijo que enviarían una ambulancia y en diez minutos estaría allí. ¿Diez minutos? Como Aro muriera, iba a cargármelos a todos. Colgué el teléfono y corrí junto a Aro. Aún seguía inconsciente, su corazón latía débil y su respiración era irregular. No podía creer que un hombre como él estuviese en ese estado por culpa de una niña estúpida como yo…
Entonces pensé que tendría que buscar su tarjeta de la seguridad social, sino tendríamos problemas. Busqué dentro de los bolsillos de su chaqueta, no había nada. Miré su cuerpo, en busca de algún bolsillo y encontré uno en sus pantalones. Metí la mano cerrando los ojos, concentrándome en desviar la mente y en no pensar donde estaba metiendo la mano. Al fin saqué su cartera, de piel marrón bastante abultada. La abrí y la registré. No había ni una foto de su novia, ni de su familia…nada. Solo tarjetas de visita de algunos establecimientos, su carné de conducir y su DNI. ¿Dónde coño había metido la de la seguridad social? Encolerizada arrojé su cartera al suelo, y salió disparada una tarjetita azul y blanca. Por fin aparecía la maldita. Recogí la cartera y todo lo que había desparramado alrededor y lo metí otra vez en la cartera. Al menos ordenar esto me hacia olvidar en qué situación se encontraba Aro. Cuando iba a meter el DNI, no pude evitar echarle un vistazo.
“Aurelio Fuentes Gaspar, fecha de nacimiento: 17/01/1979…”
Aro tenía veintinueve años. No aparentaba ser tan viejo. Dejé el DNI en su sitio y le miré, aún no había despertado. Me acerqué a él, con cuidado de mancharme con la sangre que había a su alrededor. Su pelo caía sobre su cara, lacio, tapándole los ojos que ahora no brillaban porque estaban cerrados. Yo le había quitado su brillo. Ahora ese ser tan misterioso y a la vez alegre, yacía en el suelo de mi rellano casi sin vida. No pude contenerme más y lo rodeé con mis brazos, asiéndolo hacia mí. Reposé su cabeza en mi pecho y le abracé con fuerza, como si así su vida no pudiese escapar de entre mis brazos. Él no se movía…no reaccionaba…
- Ari no te mueras, por favor. – susurraba, llorando. – te quiero Ari.
Karuma mei- Médium Novata (Clan Kurain)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Te quiero Ari xDD
Qué bien hijita *.*
me encantaaaaaaa
espero que no le pase nada a Aro o:
Qué bien hijita *.*
me encantaaaaaaa
espero que no le pase nada a Aro o:
Tamy- Abogado de renombre (Clan de Abogados)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Ari xDD Ya hasta le pone diminutivo al diminutivo
En fin, lo estas llevando bien, la verdad es que di un respingo cuando lei lo de que estaba apoyado echando sangre por la boca, no me lo esperaba, a ver si la ambulancia no falla...
En fin, lo estas llevando bien, la verdad es que di un respingo cuando lei lo de que estaba apoyado echando sangre por la boca, no me lo esperaba, a ver si la ambulancia no falla...
Danark- Aficionado/a a la investigación (Clan de Investigación)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
gracias por los comentarios :D me animais mucho :D espero que no os aburra demasiado ( k pesdita XD)
cualquier fallo o cosa que no os guste por favor no dudeis en decrilo ok? :O asi em ayudais a mejorar
unbesazo y gracias por leer
cualquier fallo o cosa que no os guste por favor no dudeis en decrilo ok? :O asi em ayudais a mejorar
unbesazo y gracias por leer
Karuma mei- Médium Novata (Clan Kurain)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
No se no veo ningun fallo, quiza por que estoy super viciada con la historia ^^
Bueno continua Karuma que es la leche!
Bueno continua Karuma que es la leche!
luzika- Médium Común (Clan Kurain)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Esta interesante la historia :P
Continua ^^
Continua ^^
Phoenix Wright- Pesadilla del Juzgado (Administrador Clan Abogados)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Jaja, "te quiero Ari", no esta mal, ya ni Aro, no, ya como si fueran novios, Ari. Pero weno, ya nos damos cuenta de que Amanda, aparte de asesina(dios no lo quiera, xD) le gustan los hombres aunque ella lo niegue. Bueno, tambien las mujeres...será visexual, xD
Pero esta muy bien, espero que se solucione, sin problemas el incidente, xD
Pero esta muy bien, espero que se solucione, sin problemas el incidente, xD
Kail- Colaborador Clan Abogados
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Solo he leido algo del principio porque no me ha dado tiempo, pero espero poder leerlo todo pronto, porque me esta gustando!!
Mi enhorabuena
Mi enhorabuena
Chente- Fiscal General del Distrito (Administrador del clan de fiscales)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Capitulo 8
La ambulancia llegó un cuarto de hora después, llamaron al timbre y les abrí rápidamente. Tres hombres y una mujer vestidos de amarillo, que llevaban un montón de cacharros y un maletín gris metálico con el símbolo del hospital al que pertenecían. Dos de los chicos y la chica me apartaron a un lado y examinaron a Aro, que aún no respondía. El tercer hombre, que por sus canas diría que tenía cuarenta y tantos años, se dirigió a mí y agarrándome de un brazo, intentó dirigirme una cálida sonrisa que por supuesto era falsa.
- ¿qué ha pasado aquí? –preguntó.
- Emm…pues él llamó a la puerta y…estaba sangrando – mentí aparentando estar sufriendo una crisis de ansiedad.
- Tranquila, estará bien. Solo ha perdido algo de sangre. – intentó tranquilizarme ( ¿¿un poco de sangre?? si y un cuerno.) – ¿quién eres tú? ¿familia o…?
- Soy su prima segunda. – mentí de nuevo.
- ¿Le acompañas al hospital o te quedas?
- Voy con vosotros.
La chica que estaba colocándole el suero a Aro se volvió hacia el hombre de las canas, y bastó solo esa mirada para que él diese la orden de irnos al hospital. Levantaron todos a la vez a Aro y lo colocaron en la camilla. Bajamos la escalera con cuidado, menos mal que era bastante amplia, y al fin llegamos al portal. Me adelanté a ellos y aguanté la puerta para que pudiesen travesar la puerta sin problemas. Abrieron las puertas de la ambulancia y metieron la camilla.
- Vamos sube conmigo. – dijo el hombre de antes señalándome el asiento del copiloto.
- ¿está bien? –me atreví a preguntar.
Él arrancó la furgoneta y me miró, parecía meditar la respuesta.
- Sobrevivirá. – soltó al fin – pero esa herida…o tiene buena pinta.
Tuve que parpadear para que las lágrimas no me delataran y desvié mi atención mirando por la ventana. La sirena de la ambulancia sonaba logrando que los coches se apartaran a su paso. ¿Tan urgente era? Yo estaba muerta de miedo y muy asustada, si le ocurría algo no me lo perdonaría nunca. Había cometido tantos errores esa noche…
- Oye, ¿ y esas heridas de tu mano? –inquirió mirándome de reojo.
- Es que tengo un gato muy malo. – a este paso iba a convertirme en la reina de las mentiras.
Él no se lo tragó, pero no preguntó nada más. Seguimos todo el camino en silencio, y los diez minutos que tardamos en llegar me parecieron siglos.
Bajé de la ambulancia junto al conductor de la ambulancia y seguí a la chica que conducía la camilla de Aro hacia dentro del hospital con una destreza y agilidad increíbles.
- Oye chica, ¿no tendrás algo que le identifique verdad? –me preguntó ella mientras esperaba a que saliese un médico de urgencias a nuestro encuentro.
- Si, aquí tengo su SIP –dije alargándole la pequeña tarjetita.
- Muy bien, gracias. Espera allí ¿de acuerdo? – me cortó señalando una pequeña sala llena de gente con cara de no estar pasando un buen momento.- ah, y toma su chaqueta.
Me la lanzo y se marchó corriendo con la camilla hacia el médico que la aguardaba un poco más adelante, contando cuán profunda era la herida y la cantidad de sangre aproximada que había perdido. Me giré lentamente, suspirando y parpadeando nuevamente, para que las lágrimas no manaran de mis ojos y me dirigí a la sala de espera. Todo el mundo me miró, como si fuese uno más de ellos, uno más que sufría al tener a alguien querido siendo atendido. Me dejé caer en el primer asiento libre que encontré y abracé la chaqueta de Aro, intentando sentirlo cerca, intentando salvarlo de alguna forma…y así, con la cabeza hundida entre la suave y gruesa tela de la chaqueta, empecé a llorar. Toda la culpa era mía, lo sabía, pero no iba a derrumbarme. No, no ahora. Él se había sacrificado por mí, por demostrarme que él me entendía, que no estaba sola, por sacarme de ese círculo vicioso de alegría y pena demostrándome que podía vivir feliz., y por ello, por él, no iba a caer en la oscuridad otra vez.
- Perdone señorita – dijo interrumpiendo mis pensamientos la voz de una señora mayor.
Levanté la cabeza lentamente, aspirando el aroma de Aro para que no se me olvidase todo lo que estaba pensando y la miré. Ella sonrió y posó una mano en mi hombro, acariciándome con ternura.
- ¿ocurre algo malo? ¿cómo está Aurelio? – inquirí ansiosa secándome las lágrimas de los ojos.
- Aún está en quirófano, cuando salga le avisaremos. –respondió tranquilizadora, acariciando mi pelo. - ¿por casualidad sabe el numero de sus tíos?
¡Joder! Olvidaba que había dicho que era su prima segunda. ¿y ahora qué? Mi cabeza se concentró en pensar una mentira convincente mientras yo fingía.
- Verá, me he dejado el móvil en casa, con las prisas y los nervios, y no me sé su número. – dije suspirando.
- De acuerdo. Intentaré hacerme con ellos de alguna manera. Gracias guapa, y ánimo.
- De nada.
Apenas se había marchado esa señora cuando mi móvil sonó. Mi mano fue rápida como un relámpago y colé antes de que es mujer se volviese para pillarme con las manos en la masa. La señora que estaba sentada a mi lado me fulminó con la mirada, acusándome como si fuese una criminal con sus ojos verdes chispeando de furia, pero no hice caso y me levanté. Me dirigí al baño y una vez encerrada a cal y canto, me saqué el móvil. Mis padres me habían llamado. ¿Para qué? Miré la hora en el reloj de mi móvil y lo entendí. Eran las tres de la mañana. Lancé una maldición, casi gritando y golpeé el cristal del lavabo. ¿Qué iba a decirles?
El móvil volvió a sonar, y no tuve más remedio que cogerlo.
- ¿Diga?
- ¡AMANDA! –chilló mi madre desde el otro lado del teléfono, su voz temblaba de preocupación y sin duda, me iba a soltar la bronca del siglo. - ¿Dónde estás? Vuelve a casa ahora mismo –ordenó enfadada.
- Mamá…es que no puedo. – musité.
- ¿por qué no? A ver, que me entere – bufó enfadada – vuelve ahora mismo, porque si no vuelves…
- Mamá, estoy en el hospital. – solté cortando el sermón de mi madre.
Ella calló un momento, si no escuchase su agitada respiración, hubiera pensado que se había cortado la comunicación.
- ¿Te ha ocurrido algo cariño?- inquirió alarmada.
- No me ocurre nada, solo es que…bueno…- titubeé.
- Suéltalo Amanda. – dijo mi madre algo hosca.
- He apuñalado a Aurelio Fuetes, el fiscal. – confesé. Era una estupidez mentirle a la mujer que me había dado a luz y que siempre me había apoyado.
- ¿QUE HAS HECHO QUÉ? –gritó hecha una furia - ¿cómo se te ocurre? cielo santo.
- Mamá, lo siento…no pude controlarme.
- Voy para allá, no te muevas de ahí.
- No, mamá por favor. Déjame esto a mi.
- Ni hablar. – atajó ella.
- ESTO ES COSA MÍA, NO VENGAS JODER- vociferé, y empecé a llorar de nuevo.
- ….como quieras, pero cuando vuelvas me lo vas a contar todo. – sentenció – y limpiarás el rellano..supongo que es su sangre…
- Lo siento. Ya hablaremos mamá.
Mamá colgó, puse el móvil en modo silencio y lo guardé en mi bolsillo acompañado de un hondo suspiro. Me miré en el espejo del baño y observé cómo mis ojos se tornaban rojos, estaba llorando demasiado. Mi aspecto me recordaba aquella época, aquella tan gris, tan triste…alargué el brazo y apreté el pulsador, un chorro de agua salió del grifo y me lavé la cara a conciencia, intentando borrar las huellas que dejaban las lágrimas al secarse. Sin mirarme en el espejo, me giré hacia la puerta y rodé el pestillo, Salí de allí y me senté en mi sitio. El agua resbalaba entre mis dedos, provocando un molesto cosquilleo…como la culpa que palpitaba en mi interior. Me sequé las manos con violencia sobre el pantalón, al cual le salieron dos grandes manchas de agua que al rato desaparecerían. Mi pecho me oprimía con fuerza, no podría soportar mucho más sin saber de Aro…¿había muerto y me lo estaban ocultando? Me mordí las uñas, nerviosa y afligida, intentando no pensar en él, cosa que era prácticamente imposible. Así que volví a abrazar la chaqueta, enterrando de nuevo mi cabeza entre su ropa para sentirlo cerca y respirar su aroma una vez más, con la esperanza de que pronto acabase esta pesadilla que ya duraba demasiado.
- Siéntese aquí, enseguida la llamaremos cuando sepamos algo. –oí cerca de mí.
No hice el menor caso, seguí abrazada a su chaqueta e intenté dormir, ya me despertarían si había noticias. Noté como alguien se dejaba caer en el asiento de al lado y carraspeaba. No me inmuté, que le den.
- ¿quién eres tú, niña? – preguntó una voz altanera, como de bruja, con una impertinencia inhumana.
Me volví hacia esa persona con la intención de cantarle las cuarenta y callarle la boca, pero al verla, se me hizo un nudo en la garganta y me entró una arcada. La chica que estaba con Aro en el baile me fusilaba con su mirada, sus ojos llameaban furiosos y sus músculos en tensión esperaban dispuestos a atacar. Fruncí los labios sin saber qué decir o qué hacer, intenté volverme de nuevo hacia la chaqueta de Aro pero esa furcia no me dejó. Su mano me paró, como si se tratase de una garra, apretándome el hombro con fuerza.
espero que os guste :D un besazo y gracias por leer ^^ lamento que haya poca accion de momento XD
La ambulancia llegó un cuarto de hora después, llamaron al timbre y les abrí rápidamente. Tres hombres y una mujer vestidos de amarillo, que llevaban un montón de cacharros y un maletín gris metálico con el símbolo del hospital al que pertenecían. Dos de los chicos y la chica me apartaron a un lado y examinaron a Aro, que aún no respondía. El tercer hombre, que por sus canas diría que tenía cuarenta y tantos años, se dirigió a mí y agarrándome de un brazo, intentó dirigirme una cálida sonrisa que por supuesto era falsa.
- ¿qué ha pasado aquí? –preguntó.
- Emm…pues él llamó a la puerta y…estaba sangrando – mentí aparentando estar sufriendo una crisis de ansiedad.
- Tranquila, estará bien. Solo ha perdido algo de sangre. – intentó tranquilizarme ( ¿¿un poco de sangre?? si y un cuerno.) – ¿quién eres tú? ¿familia o…?
- Soy su prima segunda. – mentí de nuevo.
- ¿Le acompañas al hospital o te quedas?
- Voy con vosotros.
La chica que estaba colocándole el suero a Aro se volvió hacia el hombre de las canas, y bastó solo esa mirada para que él diese la orden de irnos al hospital. Levantaron todos a la vez a Aro y lo colocaron en la camilla. Bajamos la escalera con cuidado, menos mal que era bastante amplia, y al fin llegamos al portal. Me adelanté a ellos y aguanté la puerta para que pudiesen travesar la puerta sin problemas. Abrieron las puertas de la ambulancia y metieron la camilla.
- Vamos sube conmigo. – dijo el hombre de antes señalándome el asiento del copiloto.
- ¿está bien? –me atreví a preguntar.
Él arrancó la furgoneta y me miró, parecía meditar la respuesta.
- Sobrevivirá. – soltó al fin – pero esa herida…o tiene buena pinta.
Tuve que parpadear para que las lágrimas no me delataran y desvié mi atención mirando por la ventana. La sirena de la ambulancia sonaba logrando que los coches se apartaran a su paso. ¿Tan urgente era? Yo estaba muerta de miedo y muy asustada, si le ocurría algo no me lo perdonaría nunca. Había cometido tantos errores esa noche…
- Oye, ¿ y esas heridas de tu mano? –inquirió mirándome de reojo.
- Es que tengo un gato muy malo. – a este paso iba a convertirme en la reina de las mentiras.
Él no se lo tragó, pero no preguntó nada más. Seguimos todo el camino en silencio, y los diez minutos que tardamos en llegar me parecieron siglos.
Bajé de la ambulancia junto al conductor de la ambulancia y seguí a la chica que conducía la camilla de Aro hacia dentro del hospital con una destreza y agilidad increíbles.
- Oye chica, ¿no tendrás algo que le identifique verdad? –me preguntó ella mientras esperaba a que saliese un médico de urgencias a nuestro encuentro.
- Si, aquí tengo su SIP –dije alargándole la pequeña tarjetita.
- Muy bien, gracias. Espera allí ¿de acuerdo? – me cortó señalando una pequeña sala llena de gente con cara de no estar pasando un buen momento.- ah, y toma su chaqueta.
Me la lanzo y se marchó corriendo con la camilla hacia el médico que la aguardaba un poco más adelante, contando cuán profunda era la herida y la cantidad de sangre aproximada que había perdido. Me giré lentamente, suspirando y parpadeando nuevamente, para que las lágrimas no manaran de mis ojos y me dirigí a la sala de espera. Todo el mundo me miró, como si fuese uno más de ellos, uno más que sufría al tener a alguien querido siendo atendido. Me dejé caer en el primer asiento libre que encontré y abracé la chaqueta de Aro, intentando sentirlo cerca, intentando salvarlo de alguna forma…y así, con la cabeza hundida entre la suave y gruesa tela de la chaqueta, empecé a llorar. Toda la culpa era mía, lo sabía, pero no iba a derrumbarme. No, no ahora. Él se había sacrificado por mí, por demostrarme que él me entendía, que no estaba sola, por sacarme de ese círculo vicioso de alegría y pena demostrándome que podía vivir feliz., y por ello, por él, no iba a caer en la oscuridad otra vez.
- Perdone señorita – dijo interrumpiendo mis pensamientos la voz de una señora mayor.
Levanté la cabeza lentamente, aspirando el aroma de Aro para que no se me olvidase todo lo que estaba pensando y la miré. Ella sonrió y posó una mano en mi hombro, acariciándome con ternura.
- ¿ocurre algo malo? ¿cómo está Aurelio? – inquirí ansiosa secándome las lágrimas de los ojos.
- Aún está en quirófano, cuando salga le avisaremos. –respondió tranquilizadora, acariciando mi pelo. - ¿por casualidad sabe el numero de sus tíos?
¡Joder! Olvidaba que había dicho que era su prima segunda. ¿y ahora qué? Mi cabeza se concentró en pensar una mentira convincente mientras yo fingía.
- Verá, me he dejado el móvil en casa, con las prisas y los nervios, y no me sé su número. – dije suspirando.
- De acuerdo. Intentaré hacerme con ellos de alguna manera. Gracias guapa, y ánimo.
- De nada.
Apenas se había marchado esa señora cuando mi móvil sonó. Mi mano fue rápida como un relámpago y colé antes de que es mujer se volviese para pillarme con las manos en la masa. La señora que estaba sentada a mi lado me fulminó con la mirada, acusándome como si fuese una criminal con sus ojos verdes chispeando de furia, pero no hice caso y me levanté. Me dirigí al baño y una vez encerrada a cal y canto, me saqué el móvil. Mis padres me habían llamado. ¿Para qué? Miré la hora en el reloj de mi móvil y lo entendí. Eran las tres de la mañana. Lancé una maldición, casi gritando y golpeé el cristal del lavabo. ¿Qué iba a decirles?
El móvil volvió a sonar, y no tuve más remedio que cogerlo.
- ¿Diga?
- ¡AMANDA! –chilló mi madre desde el otro lado del teléfono, su voz temblaba de preocupación y sin duda, me iba a soltar la bronca del siglo. - ¿Dónde estás? Vuelve a casa ahora mismo –ordenó enfadada.
- Mamá…es que no puedo. – musité.
- ¿por qué no? A ver, que me entere – bufó enfadada – vuelve ahora mismo, porque si no vuelves…
- Mamá, estoy en el hospital. – solté cortando el sermón de mi madre.
Ella calló un momento, si no escuchase su agitada respiración, hubiera pensado que se había cortado la comunicación.
- ¿Te ha ocurrido algo cariño?- inquirió alarmada.
- No me ocurre nada, solo es que…bueno…- titubeé.
- Suéltalo Amanda. – dijo mi madre algo hosca.
- He apuñalado a Aurelio Fuetes, el fiscal. – confesé. Era una estupidez mentirle a la mujer que me había dado a luz y que siempre me había apoyado.
- ¿QUE HAS HECHO QUÉ? –gritó hecha una furia - ¿cómo se te ocurre? cielo santo.
- Mamá, lo siento…no pude controlarme.
- Voy para allá, no te muevas de ahí.
- No, mamá por favor. Déjame esto a mi.
- Ni hablar. – atajó ella.
- ESTO ES COSA MÍA, NO VENGAS JODER- vociferé, y empecé a llorar de nuevo.
- ….como quieras, pero cuando vuelvas me lo vas a contar todo. – sentenció – y limpiarás el rellano..supongo que es su sangre…
- Lo siento. Ya hablaremos mamá.
Mamá colgó, puse el móvil en modo silencio y lo guardé en mi bolsillo acompañado de un hondo suspiro. Me miré en el espejo del baño y observé cómo mis ojos se tornaban rojos, estaba llorando demasiado. Mi aspecto me recordaba aquella época, aquella tan gris, tan triste…alargué el brazo y apreté el pulsador, un chorro de agua salió del grifo y me lavé la cara a conciencia, intentando borrar las huellas que dejaban las lágrimas al secarse. Sin mirarme en el espejo, me giré hacia la puerta y rodé el pestillo, Salí de allí y me senté en mi sitio. El agua resbalaba entre mis dedos, provocando un molesto cosquilleo…como la culpa que palpitaba en mi interior. Me sequé las manos con violencia sobre el pantalón, al cual le salieron dos grandes manchas de agua que al rato desaparecerían. Mi pecho me oprimía con fuerza, no podría soportar mucho más sin saber de Aro…¿había muerto y me lo estaban ocultando? Me mordí las uñas, nerviosa y afligida, intentando no pensar en él, cosa que era prácticamente imposible. Así que volví a abrazar la chaqueta, enterrando de nuevo mi cabeza entre su ropa para sentirlo cerca y respirar su aroma una vez más, con la esperanza de que pronto acabase esta pesadilla que ya duraba demasiado.
- Siéntese aquí, enseguida la llamaremos cuando sepamos algo. –oí cerca de mí.
No hice el menor caso, seguí abrazada a su chaqueta e intenté dormir, ya me despertarían si había noticias. Noté como alguien se dejaba caer en el asiento de al lado y carraspeaba. No me inmuté, que le den.
- ¿quién eres tú, niña? – preguntó una voz altanera, como de bruja, con una impertinencia inhumana.
Me volví hacia esa persona con la intención de cantarle las cuarenta y callarle la boca, pero al verla, se me hizo un nudo en la garganta y me entró una arcada. La chica que estaba con Aro en el baile me fusilaba con su mirada, sus ojos llameaban furiosos y sus músculos en tensión esperaban dispuestos a atacar. Fruncí los labios sin saber qué decir o qué hacer, intenté volverme de nuevo hacia la chaqueta de Aro pero esa furcia no me dejó. Su mano me paró, como si se tratase de una garra, apretándome el hombro con fuerza.
espero que os guste :D un besazo y gracias por leer ^^ lamento que haya poca accion de momento XD
Karuma mei- Médium Novata (Clan Kurain)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
No se por que pero a aAro me lo imagino como Edgey O_O
Apollo Justice- Fiscal en Prácticas
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
no eres el primero que me lo dice XDDDDDDDDD no se porque será jajaja
Karuma mei- Médium Novata (Clan Kurain)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Mola ^^ ojala hubiera gustado saber que pasaba con esa chica y Amanda. Mu emocionante.
luzika- Médium Común (Clan Kurain)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
weeeeeeeeeeeee
ha molado hijita ^^
sigue así =D
que me encanta jaja
aro tiene que acabar con amanda,no con la otra ¬¬ xD
ha molado hijita ^^
sigue así =D
que me encanta jaja
aro tiene que acabar con amanda,no con la otra ¬¬ xD
Tamy- Abogado de renombre (Clan de Abogados)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
En lo mejor lo cortaste...madre mia tanta mentira no es buena eh xDD Bueno espero conti anisioso, que quiero ver como se solucciona el problema de la furcia xD
Danark- Aficionado/a a la investigación (Clan de Investigación)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
no ¬¬ el yuri mola xD
Apollo Justice- Fiscal en Prácticas
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Gran historia Karuma!!!no esperaba menos de la chica que ansia violarme xDDDD
Phoenix Wright- Pesadilla del Juzgado (Administrador Clan Abogados)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Si llega a yuri vamos muy bien xDD Pero si solo se pelean...Apollo Justice escribió:no ¬¬ el yuri mola xD
Danark- Aficionado/a a la investigación (Clan de Investigación)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Ejem... Pon la siguieeeeeeeeeente parteeeeeeeeeeeeeeeee!!! T.T XD, que tamos impacientes
Fasgort- Estoy Banead@
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
2 parte capitulo 8
- ¿qué haces con la chaqueta de mi novio? – bramó.
- Yo…me lo encontré tirado en la calle. – mentí con labios temblorosos.
- No es eso lo que me ha dicho la enfermera – escupió - ¿Quién eres?
- Déjame en paz lagarta – respondí deshaciéndome de ella de un manotazo.
La rubia despampanante iba a protestar, pero la enfermera apareció y la interrumpió, sonriente.
- Aurelio acaba de salir del quirófano, está en la sala de observación en estos momentos. – explicó – en cuanto despierte y esté todo en orden le llevaremos a la habitación. Si quieren pueden esperarlo allí.
- Claro – dijo la rubia enseguida – muchísimas gracias por todo.
Ella se levantó dispuesta a seguir a la enfermera, y yo la imité, abrazada todavía a la chaqueta de Aro. Pero su novia se paró en seco y choqué contra ella. Se volvió y me lanzó una mirada tan helada que casi me congela el corazón. Ella hizo una mueca de desprecio al mirarme y me arrancó de entre mis brazos la chaqueta de Aro, alargue la mano para intentar recuperarla pero me empujó con desdén.
- ¿A dónde crees que vas, niñata? Desaparece – me espetó altanera.
Allí plantada me quedé, sin saber qué hacer. Ella se giró y siguió a la enfermera, que mencionó que se dirigían a la habitación ciento uno, mirándome de soslayo e intentando de alguna manera tranquilizarme. Sonreí sin esconderle mi tristeza a la enfermera y volví a la sala de espera, a sentarme y llorar, esta vez…sin mi salvavidas, sin la chaqueta de Aro…solo podía desaparecer entre mis manos…
Aro…te echo de menos…
- Señorita, ¿se encuentra bien? – me preguntó alguien, despertándome de ese sueño profundo en el que me había sumido.
Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para abrir los ojos, estaba muy cansada, demasiado y apenas había dormido. La somnolencia provocaba que mis párpados cayesen sin remedio pero me concentré en la voz que me había despertado, así que levanté la cabeza e intenté prestar atención.
- ¿te encuentras bien pequeña? – insistió – quizá deberías ir a casa y descansar, has estado aquí sentada toda la noche.
- ¿qué hora es? – pregunté dando un gran bostezo.
- Son las diez y cuarto de la mañana.
¿Tan tarde? Había estado allí dormida durante unas…cinco horas aproximadamente. Intenté dibujarle mi mejor sonrisa a esa amable mujer pero no tenía fuerzas para nada. Intenté levantarme para ir al lavabo, pero mis miembros entumecidos no me lo permitieron, temblaban y me daban calambrazos cuando intentaba moverme. Opté por quedarme quieta en aquella silla que me había acompañado durante toda mi noche de sufrimiento y soledad, la mujer me miró con tristeza y me acarició el hombro, intentando consolarme.
- La chica que estaba con el joven ese por el que viniste creo que se iba, ve a visitarlo. Puede que esté despierto. – confesó guiñándome un ojo.
- Pero, si esa bruja me ve…
- Bueno, eres su prima ¿no?
- En realidad no lo soy.
- Lo sé, querida…sólo había que ver cómo abrazabas su chaqueta y cómo le miraste cuando se lo llevaron. – dijo riendo.
Toda mi sangre subió veloz y se concentró en mi rostro, la enfermera regresó a su trabajo y me dejó allí, con la duda en mi cabeza golpeándome y recordándome cuán cobarde era. ¿Es que por culpa de esa imbécil no iba a ver a aquel ser brillante? ¿ a mi Aro? Me estiré un poco para que se me pasase la parálisis de mis miembros y me levanté, poco a poco y decidida a verle. Me acerqué a recepción y pregunté por la habitación ciento uno, que era donde se suponía descansaba Aro. La señora me indicó el pasillo y me dirigí hacia allí sin perder el tiempo y con cuidado de que la bruja no me viese, si podía evitar un enfrentamiento directo mejor, pues el sopor del sueño aún me afectaba y no estaría en mis mejores condiciones para contestarle o pegarle un puñetazo. Llegué al pasillo, no había moros en la costa y avancé hacia la puerta que estaba al final del pasillo a la izquierda, ya casi había llegado cuando alguien salió de allí y tuve que esconderme detrás de un pilar cercano. Era esa maldita ambición rubia, que hablaba por el móvil riendo y murmurando cosas que para ella debían ser la monda. Me asomé un poco para vigilarla, ella miraba a través del pequeño cristal de la habitación y fruncía el ceño, como si algo le fastidiase. Su conversación me intrigaba bastante así que intenté prestarle atención, lo cual era bastante fácil, pues ella tenía una voz bastante aguda y el estrecho pasillito desértico del hospital lograba crear un pequeño eco.
- Ah, no sabe hacer nada bien…me pone nerviosa.- se quejaba - a ver qué diablos estaba haciendo él para que le propinasen un navajazo.
Hubo un silencio, y ella asentía como si su interlocutor pudiese verla, menuda estupidez.
- ¿a mí qué me cuentas? Yo estaba con Carlos en su casa, no veas que noche…
Ella se rió a carcajada limpia, y luego recordando que estaba en un hospital, bajó la voz.
- Lo único que tiene que hacer es estar en casa y complacerme, ¿tanto le cuesta?, si…tienes toda la razón, pienso igual que tu. Encima he tenido que estar aquí toda la noche…haciéndole compañía –escupió arrastrando la última palabra.- si…si eso mismo, me voy con Juan de compras, si quieres quedamos para comer y hablamos…si. Hasta luego cuqui. –se despidió.
Ella volvió a entrar en la habitación y aproveché para esconderme en algún sitio para que cuando ella se marchase, no me pudiese ver. El corazón me latía a mil por hora y al esconderme tenía una extraña sensación de incontinencia, pero pude controlarme. Poco rato después, los tacones de la bruja resonaron en el pasillo y pasó por delantede mí sin darse cuenta, paseando con la cabeza alta, orgullosa como ella sola. Aproveché y esprinté hacia la habitación, abrí la puerta rápidamente y cerré con cuidado de no llamar la atención de esa bruja y despertar a Aro. Apoyé mi espalda contra la pared y suspiré, intentando despejar mi mente. Pero iba a ser difícil, porque el fuerte aroma de Aro me golpeó de tal modo que casi me desmayo. Luchaba por no hiperventilar y mi corazón amenazaba en salir por mi boca desbocado como un potro salvaje. Me armé de valor y avancé muy despacio hacia la camilla donde reposaba. Cuando la pared me permitió verle, una lágrima resbaló por mi mejilla y un débil gemido se me escapó, llevándome enseguida las manos a la boca. Él yacía inmóvil sobre la cama, lleno de tubos por doquier y con la cabeza ligeramente ladeada. Esa imagen se me quedaría grabada de por vida en el cerebro y más adelante no me permitiría dormir. Me acerqué a él, con los ojos llenos de lágrimas y me senté en el borde de la camilla, mirando su rostro blanquecino y sudoroso en el que parecía adivinarse un leve gesto de amargura, probablemente a causa de una pesadilla. Alargue una mano, algo indecisa, y le aparté un mechón rebelde de su frente. Mis manos temblaron al contacto con él y algo en mi interior gritó y se revolvió. Mis lágrimas pronto rodaron por mis mejillas, estrellándose en la fina sábana que cubría a Aro. Mi cuerpo temblaba, y mi pecho empezó a sacudirse de una forma un tanto extraña, corrí hacia el pequeño lavabo y levanté la tapa del váter. A penas la había levantado cuando me dio una arcada y arrojé lo poco que había comido el día anterior. Me encontraba fatal, todo me daba vueltas y era incapaz de levantarme. Me quedé allí, abrazando la tapa del váter, llorando como una niña tonta.
- ¿Te encuentras bien? – preguntó alguien detrás de mí al poco rato.
- No…no mucho. –respondí con un hilo de voz.
- ¿Puedes levantarte? – dijo agarrándome con fuerza por la cintura.
- Creo que si…
- Inténtalo, a ver si tenemos que ingresarte a ti también. – bromeó.
Sin que le supusiese demasiado esfuerzo, me levantó del suelo y me ayudó a sentarme en un pequeño sillón que era bastante cómodo, el enfermero sonrió y me alargó una manta.
- Espera y te miraré la tensión, ¿vale? – dijo acercando un aparato que me resultaba familiar. – a ver si te caes plegada por ahí y la fastidiamos.
- Gracias… - respondí alargando el brazo para que me colocase el aparato.
- Una pregunta… ¿puedo? – dijo mientras deslizaba las mangas de mi jersey hacia arriba para colocar el tensiómetro.
- Claro…dispara…- susurré frotándome la sien con la mano que me quedaba libre.
- ¿qué te ha pasado? – preguntó colocándose el fonendoscopio que llevaba colgado del cuello.
- Nada…me he mareado, eso es todo.- dije restándole importancia al asunto.
- Si, seguro… ¿es tu novio? – inquirió enarcando una ceja.
- NO – grité al instante.
El enfermero dibujó una mueca burlona en su cara y noté como toda mi sangre se concentraba en mis mejillas, debía estar roja como un tomate. Desvié la mirada algo incómoda por la situación y el enfermero empezó a darle aire al tensiómetro, que me apretó el brazo durante unos segundos hasta que se desinfló, dejándome el brazo algo atontado y flácido. El enfermero se alejó de mi lado y se acercó a la cama donde descansaba Aro, que más que un enfermo parecía un cadáver. Miró los goteros y a continuación repasó con la mirada a Aro, como si le faltase algo. Me miró a mí y frunció el ceño.
- Oye, ¿por qué no le han puesto una manta por encima? ¡Está helado! – dijo molesto mientras abría un cajón de la cómoda y sacaba una manta.
- Yo no sé nada de eso…acababa de llegar cuando me dio el mareo.
- Me dijeron que había una chica con él, supuse que serías tu, lo siento…- se disculpó tapando a Aro con la manta. – tengo que atender a otros enfermos, luego vuelvo. Si vuelves a marearte avisa a cualquiera de mis compañeros. ¿de acuerdo?
- ¿qué haces con la chaqueta de mi novio? – bramó.
- Yo…me lo encontré tirado en la calle. – mentí con labios temblorosos.
- No es eso lo que me ha dicho la enfermera – escupió - ¿Quién eres?
- Déjame en paz lagarta – respondí deshaciéndome de ella de un manotazo.
La rubia despampanante iba a protestar, pero la enfermera apareció y la interrumpió, sonriente.
- Aurelio acaba de salir del quirófano, está en la sala de observación en estos momentos. – explicó – en cuanto despierte y esté todo en orden le llevaremos a la habitación. Si quieren pueden esperarlo allí.
- Claro – dijo la rubia enseguida – muchísimas gracias por todo.
Ella se levantó dispuesta a seguir a la enfermera, y yo la imité, abrazada todavía a la chaqueta de Aro. Pero su novia se paró en seco y choqué contra ella. Se volvió y me lanzó una mirada tan helada que casi me congela el corazón. Ella hizo una mueca de desprecio al mirarme y me arrancó de entre mis brazos la chaqueta de Aro, alargue la mano para intentar recuperarla pero me empujó con desdén.
- ¿A dónde crees que vas, niñata? Desaparece – me espetó altanera.
Allí plantada me quedé, sin saber qué hacer. Ella se giró y siguió a la enfermera, que mencionó que se dirigían a la habitación ciento uno, mirándome de soslayo e intentando de alguna manera tranquilizarme. Sonreí sin esconderle mi tristeza a la enfermera y volví a la sala de espera, a sentarme y llorar, esta vez…sin mi salvavidas, sin la chaqueta de Aro…solo podía desaparecer entre mis manos…
Aro…te echo de menos…
- Señorita, ¿se encuentra bien? – me preguntó alguien, despertándome de ese sueño profundo en el que me había sumido.
Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para abrir los ojos, estaba muy cansada, demasiado y apenas había dormido. La somnolencia provocaba que mis párpados cayesen sin remedio pero me concentré en la voz que me había despertado, así que levanté la cabeza e intenté prestar atención.
- ¿te encuentras bien pequeña? – insistió – quizá deberías ir a casa y descansar, has estado aquí sentada toda la noche.
- ¿qué hora es? – pregunté dando un gran bostezo.
- Son las diez y cuarto de la mañana.
¿Tan tarde? Había estado allí dormida durante unas…cinco horas aproximadamente. Intenté dibujarle mi mejor sonrisa a esa amable mujer pero no tenía fuerzas para nada. Intenté levantarme para ir al lavabo, pero mis miembros entumecidos no me lo permitieron, temblaban y me daban calambrazos cuando intentaba moverme. Opté por quedarme quieta en aquella silla que me había acompañado durante toda mi noche de sufrimiento y soledad, la mujer me miró con tristeza y me acarició el hombro, intentando consolarme.
- La chica que estaba con el joven ese por el que viniste creo que se iba, ve a visitarlo. Puede que esté despierto. – confesó guiñándome un ojo.
- Pero, si esa bruja me ve…
- Bueno, eres su prima ¿no?
- En realidad no lo soy.
- Lo sé, querida…sólo había que ver cómo abrazabas su chaqueta y cómo le miraste cuando se lo llevaron. – dijo riendo.
Toda mi sangre subió veloz y se concentró en mi rostro, la enfermera regresó a su trabajo y me dejó allí, con la duda en mi cabeza golpeándome y recordándome cuán cobarde era. ¿Es que por culpa de esa imbécil no iba a ver a aquel ser brillante? ¿ a mi Aro? Me estiré un poco para que se me pasase la parálisis de mis miembros y me levanté, poco a poco y decidida a verle. Me acerqué a recepción y pregunté por la habitación ciento uno, que era donde se suponía descansaba Aro. La señora me indicó el pasillo y me dirigí hacia allí sin perder el tiempo y con cuidado de que la bruja no me viese, si podía evitar un enfrentamiento directo mejor, pues el sopor del sueño aún me afectaba y no estaría en mis mejores condiciones para contestarle o pegarle un puñetazo. Llegué al pasillo, no había moros en la costa y avancé hacia la puerta que estaba al final del pasillo a la izquierda, ya casi había llegado cuando alguien salió de allí y tuve que esconderme detrás de un pilar cercano. Era esa maldita ambición rubia, que hablaba por el móvil riendo y murmurando cosas que para ella debían ser la monda. Me asomé un poco para vigilarla, ella miraba a través del pequeño cristal de la habitación y fruncía el ceño, como si algo le fastidiase. Su conversación me intrigaba bastante así que intenté prestarle atención, lo cual era bastante fácil, pues ella tenía una voz bastante aguda y el estrecho pasillito desértico del hospital lograba crear un pequeño eco.
- Ah, no sabe hacer nada bien…me pone nerviosa.- se quejaba - a ver qué diablos estaba haciendo él para que le propinasen un navajazo.
Hubo un silencio, y ella asentía como si su interlocutor pudiese verla, menuda estupidez.
- ¿a mí qué me cuentas? Yo estaba con Carlos en su casa, no veas que noche…
Ella se rió a carcajada limpia, y luego recordando que estaba en un hospital, bajó la voz.
- Lo único que tiene que hacer es estar en casa y complacerme, ¿tanto le cuesta?, si…tienes toda la razón, pienso igual que tu. Encima he tenido que estar aquí toda la noche…haciéndole compañía –escupió arrastrando la última palabra.- si…si eso mismo, me voy con Juan de compras, si quieres quedamos para comer y hablamos…si. Hasta luego cuqui. –se despidió.
Ella volvió a entrar en la habitación y aproveché para esconderme en algún sitio para que cuando ella se marchase, no me pudiese ver. El corazón me latía a mil por hora y al esconderme tenía una extraña sensación de incontinencia, pero pude controlarme. Poco rato después, los tacones de la bruja resonaron en el pasillo y pasó por delantede mí sin darse cuenta, paseando con la cabeza alta, orgullosa como ella sola. Aproveché y esprinté hacia la habitación, abrí la puerta rápidamente y cerré con cuidado de no llamar la atención de esa bruja y despertar a Aro. Apoyé mi espalda contra la pared y suspiré, intentando despejar mi mente. Pero iba a ser difícil, porque el fuerte aroma de Aro me golpeó de tal modo que casi me desmayo. Luchaba por no hiperventilar y mi corazón amenazaba en salir por mi boca desbocado como un potro salvaje. Me armé de valor y avancé muy despacio hacia la camilla donde reposaba. Cuando la pared me permitió verle, una lágrima resbaló por mi mejilla y un débil gemido se me escapó, llevándome enseguida las manos a la boca. Él yacía inmóvil sobre la cama, lleno de tubos por doquier y con la cabeza ligeramente ladeada. Esa imagen se me quedaría grabada de por vida en el cerebro y más adelante no me permitiría dormir. Me acerqué a él, con los ojos llenos de lágrimas y me senté en el borde de la camilla, mirando su rostro blanquecino y sudoroso en el que parecía adivinarse un leve gesto de amargura, probablemente a causa de una pesadilla. Alargue una mano, algo indecisa, y le aparté un mechón rebelde de su frente. Mis manos temblaron al contacto con él y algo en mi interior gritó y se revolvió. Mis lágrimas pronto rodaron por mis mejillas, estrellándose en la fina sábana que cubría a Aro. Mi cuerpo temblaba, y mi pecho empezó a sacudirse de una forma un tanto extraña, corrí hacia el pequeño lavabo y levanté la tapa del váter. A penas la había levantado cuando me dio una arcada y arrojé lo poco que había comido el día anterior. Me encontraba fatal, todo me daba vueltas y era incapaz de levantarme. Me quedé allí, abrazando la tapa del váter, llorando como una niña tonta.
- ¿Te encuentras bien? – preguntó alguien detrás de mí al poco rato.
- No…no mucho. –respondí con un hilo de voz.
- ¿Puedes levantarte? – dijo agarrándome con fuerza por la cintura.
- Creo que si…
- Inténtalo, a ver si tenemos que ingresarte a ti también. – bromeó.
Sin que le supusiese demasiado esfuerzo, me levantó del suelo y me ayudó a sentarme en un pequeño sillón que era bastante cómodo, el enfermero sonrió y me alargó una manta.
- Espera y te miraré la tensión, ¿vale? – dijo acercando un aparato que me resultaba familiar. – a ver si te caes plegada por ahí y la fastidiamos.
- Gracias… - respondí alargando el brazo para que me colocase el aparato.
- Una pregunta… ¿puedo? – dijo mientras deslizaba las mangas de mi jersey hacia arriba para colocar el tensiómetro.
- Claro…dispara…- susurré frotándome la sien con la mano que me quedaba libre.
- ¿qué te ha pasado? – preguntó colocándose el fonendoscopio que llevaba colgado del cuello.
- Nada…me he mareado, eso es todo.- dije restándole importancia al asunto.
- Si, seguro… ¿es tu novio? – inquirió enarcando una ceja.
- NO – grité al instante.
El enfermero dibujó una mueca burlona en su cara y noté como toda mi sangre se concentraba en mis mejillas, debía estar roja como un tomate. Desvié la mirada algo incómoda por la situación y el enfermero empezó a darle aire al tensiómetro, que me apretó el brazo durante unos segundos hasta que se desinfló, dejándome el brazo algo atontado y flácido. El enfermero se alejó de mi lado y se acercó a la cama donde descansaba Aro, que más que un enfermo parecía un cadáver. Miró los goteros y a continuación repasó con la mirada a Aro, como si le faltase algo. Me miró a mí y frunció el ceño.
- Oye, ¿por qué no le han puesto una manta por encima? ¡Está helado! – dijo molesto mientras abría un cajón de la cómoda y sacaba una manta.
- Yo no sé nada de eso…acababa de llegar cuando me dio el mareo.
- Me dijeron que había una chica con él, supuse que serías tu, lo siento…- se disculpó tapando a Aro con la manta. – tengo que atender a otros enfermos, luego vuelvo. Si vuelves a marearte avisa a cualquiera de mis compañeros. ¿de acuerdo?
Karuma mei- Médium Novata (Clan Kurain)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Asentí agradecida por la amabilidad con que ese simpático enfermero me había tratado y mientras este se marchaba, acerqué el sillón hacia la cama de Aro. Se estaba haciendo tarde, así que estaría un rato con él y luego volvería a casa. Aro parecía soñar algo muy desagradable, perlas de sudor le recorrían la frente y su ceño estaba levemente fruncido. Su mano estaba cerrada y en tensión, como si fuese a pegarle a alguien de inmediato. No lo pensé y envolví su mano con las mías, dándole un suave beso en los nudillos en un intento de que se relajase y no soñase cosas desagradables. Mi móvil sonó, era Aida. No iba a contestar, no tenía ganas de hablar con ella en estos momentos, solo quería estar cerca de él, no pensar en nada ni enfadarme por nada, así que colgué y apagué el teléfono para que nadie interrumpiese el momento, guardándolo en el bolsillo de mi pantalón. Aro se revolvió, aún dormía. Gimió y su boca se torció, como si tuviese miedo de algo, yo apreté más fuerte su mano pero no cambió su expresión. No sabía que hacer, odiaba verle sufrir…así que decidí hablarle, aunque fuese una estupidez tan grande como la catedral de Santiago.
- Aro…emm…- no sabía ni por dónde empezar, pero su rostro me animaba a intentarlo – quiero pedirte perdón, aunque no puedas escucharme ahora mismo – desvié la mirada hacia el suelo, y centré toda la atención en mis zapatillas como si jamás las hubiese visto - me he portado como una loca, no puedo creer que te apuñalara. Tu solo tratabas de ayudarme y yo…- paré y di un gran suspiro antes de continuar – me gustaría saber por qué no me mandaste al cuerno cuando te clavé la navaja, por qué intentas ayudarme y…sobretodo, me gustaría saber por qué eres tan…magnético. No logro entender por qué no te tengo asco como a los demás hombres, tampoco logro comprender por qué siento ganas de conocerte más…y sobre todo, por qué algo dentro de mi me oprime el pecho cada vez que te veo. – cerré los ojos, a punto de llorar…no me podía creer que estuviese diciendo esto, jamás le abría mi corazón a nadie de esta forma, al menos desde que aquello ocurrió. – ¿por qué tuviste que aparecer en mi vida? ¿por qué? Aida lo era todo, y ahora casi es nada… dime, ¿cómo ha sucedido? ¿por qué siento esto? – no pude resistirlo y le abracé con fuerza, sin importarme que despertara por mi culpa – ¡¡No soporto quererte!! ¡¡ Odio quererte, maldita sea!!
Él no reaccionó, no se movió. Y aunque se hubiese despertado no lo habría notado, estaba totalmente hechizada por su aroma, por el ritmo acompasado de su corazón, por la calidez de su cuerpo…era como estar flotando en una nube, en total armonía y tan feliz… que me dormí.
gracias por leer, lamento que sean ccapitulos tan apegalosos/melosos XD ya cambiará la cosa. byeee ^^
- Aro…emm…- no sabía ni por dónde empezar, pero su rostro me animaba a intentarlo – quiero pedirte perdón, aunque no puedas escucharme ahora mismo – desvié la mirada hacia el suelo, y centré toda la atención en mis zapatillas como si jamás las hubiese visto - me he portado como una loca, no puedo creer que te apuñalara. Tu solo tratabas de ayudarme y yo…- paré y di un gran suspiro antes de continuar – me gustaría saber por qué no me mandaste al cuerno cuando te clavé la navaja, por qué intentas ayudarme y…sobretodo, me gustaría saber por qué eres tan…magnético. No logro entender por qué no te tengo asco como a los demás hombres, tampoco logro comprender por qué siento ganas de conocerte más…y sobre todo, por qué algo dentro de mi me oprime el pecho cada vez que te veo. – cerré los ojos, a punto de llorar…no me podía creer que estuviese diciendo esto, jamás le abría mi corazón a nadie de esta forma, al menos desde que aquello ocurrió. – ¿por qué tuviste que aparecer en mi vida? ¿por qué? Aida lo era todo, y ahora casi es nada… dime, ¿cómo ha sucedido? ¿por qué siento esto? – no pude resistirlo y le abracé con fuerza, sin importarme que despertara por mi culpa – ¡¡No soporto quererte!! ¡¡ Odio quererte, maldita sea!!
Él no reaccionó, no se movió. Y aunque se hubiese despertado no lo habría notado, estaba totalmente hechizada por su aroma, por el ritmo acompasado de su corazón, por la calidez de su cuerpo…era como estar flotando en una nube, en total armonía y tan feliz… que me dormí.
gracias por leer, lamento que sean ccapitulos tan apegalosos/melosos XD ya cambiará la cosa. byeee ^^
Karuma mei- Médium Novata (Clan Kurain)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Como mola Karuma!!!, la verdad es que escribes muy bien *.*
Phoenix Wright- Pesadilla del Juzgado (Administrador Clan Abogados)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
Bah, la pastelosidad queda muy bien xD
Me encanta, cada vez mas, la furcia se nota que lo es, pobre Aro, ahora es el el que me da penita...a ver si se despierta pronto
Me encanta, cada vez mas, la furcia se nota que lo es, pobre Aro, ahora es el el que me da penita...a ver si se despierta pronto
Danark- Aficionado/a a la investigación (Clan de Investigación)
Re: I'm Losing my favorite Game ~Novela~ Terminada
weeeeeee
me encanta hijita ^^
sin palabras =D
me encanta hijita ^^
sin palabras =D
Tamy- Abogado de renombre (Clan de Abogados)
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